La costa Norte grancanaria vivió ayer la marea más alta del año, adentrándose a tierra en el momento de máximo repunte 2,83 metros a las tres y ocho minutos de la tarde. Las denominadas mareas del Pino, como se conocen por las fechas en las que tiene lugar, 'ahogó' a muchas viviendas situadas en primera línea.

Septiembre es el mes de mareas grandes, por estar bajo la influencia de la posición del sol y la luna, coincidiendo con el equinoccio de otoño. También marca el final del verano. Estas grandes pleamares sacan a relucir el problema de la cercanía de muchas infraestructuras y edificaciones con el litoral, que sufren los efectos de los habituales rebosos. En ocasiones, sobre todo debido al descontrol urbanístico de muchos puntos del Norte, ocasionan destrozos en inmuebles que ocupan el espacio de dominio público marítimo-terrestre.

Las principales mareas del Pino han tenido lugar estos tres últimos días, coincidiendo con la luna llena. Si el sábado se alcanzaba los 2,82 metros de altura, ayer lo superó en un centímetro, siendo el día más elevado del año, por encima de los que se registran en agosto.

Pero no solo han sido las mayores pleamares, sino que también son visibles las mayores bajadas. Esta imagen es perceptible en la playa de las Canteras, pero también en el resto del litoral que avanza hacia el noroeste.

Una mirada a las estrellas

Por otro lado, el Cabildo de Gran Canaria repite su programa de 'Yacimientos Estrella', para contemplar la salida del sol en el equinoccio de otoño, que tendrá lugar el jueves en el paisaje cultural del Bentayga, en Tejeda. La palabra equinoccio proviene del latín aequinoctium y significa "noche igual". Y ocurre dos veces por año: el 20 o 21 de marzo y el 22 o 23 de septiembre de cada año, épocas en que los dos polos de la Tierra se encuentran a igual distancia del Sol, cayendo la luz solar por igual en ambos hemisferios y produciendo una duración igual del día y la noche en todos los lugares.

Los visitantes conocerán este proceso de la mano del especialista en arqueoastronomía José Carlos Gil, y el arqueólogo Javier Velasco. Y el escenario será el Roque Bentayga, un pitón basáltico que se eleva 1.404 metros dentro de la caldera volcánica de Tejeda, formando parte del complejo arqueológico de la Sierra del Bentayga, junto a los yacimientos de Cuevas del Rey y Roque Camello. La citada Sierra constituye uno de los Bienes de Interés Cultural más significativos de la Isla, al reunir un centenar de estructuras arqueológicas que integran habitaciones, silos, enterramientos y otros elementos de difícil interpretación. Su elemento más significativo es el llamado almogarén del Bentayga, que es una construcción excavada en la roca, de planta cuadrada, con cazoletas y canalillos, que pudo ser un lugar de culto.

En el almogarén se encuentra una cazoleta, esto es, un grabado circular excavado en la roca, de 72 centímetros de diámetro. Colocándonos en este punto y mirando en dirección Este, se halla un promontorio rocoso de unos cinco metros de altura en cuya parte más alta se encuentra una muesca en forma de 'V'.

Si nos situamos en la cazoleta, mirando hacia dicha muesca, veríamos la salida del sol en los equinoccios produciendo un juego de luz y sombra en forma de V sobre el citado almogarén.

Los antiguos grancanarios desarrollaron un profundo conocimiento del cielo y sus ciclos, lo que les permitía organizar su vida doméstica y religiosa.