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Entrevista

"Mi madre dejó de hablarme seis años cuando le dije que era homosexual"

"Renuncié a ser padre porque Gorka, mi marido, que es profesor, no quería tener hijos", señala el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Grande-Marlaska

Fernando Grande-Marlaska sostiene en sus manos su libro recientemente publicado. EFE

¿Escribió este libro para que lo quieran más?

No, me van a querer menos. El editor de Ariel me pidió una reflexión sobre los valores que deben cohesionar una sociedad a través de mi biografía. Lo pensé y vi que era un desafío, aunque también me dio mucho vértigo porque requería abrirme a los demás, y a mí mismo. Para que me quieran más, no; últimamente estoy de una sinceridad que me da miedo.

¿Sentó bien en la judicatura?

No lo sé, hasta ahora sólo estaba al corriente gente muy cercana a mí. Quizá me quieran menos.

¿Es cierto que su primera relación sexual fue a los 25 años?

Sí. En aquella época se nos hacía ver normal lo que no era normal y eso te llevaba a sublimar la orientación e inhibirte de tener relaciones sexuales con otros hombres. Es tremendo, les pasó a muchos. Al final, soy un afortunado.

Otros, quizá, han sacrificado su vida por la carrera política.

Nunca sacrificaría mi vida privada por eso. Hubo una inflexión cuando se lo dije a mi madre: se metió en la cama durante quince días y dejó de hablarme durante seis años. Esa ruptura, y la de la relación con mis hermanas, fue desgarradora. Me hizo una persona más dura.

Hasta que apareció Gorka.

A los quince días de conocernos fuimos a vivir juntos, y a los tres meses ya nos habíamos comprado una casa entre los dos. Nos casamos en 2012. Y llevamos 19 años juntos.

Usted quería tener hijos, pero su marido no era partidario.

En la vida hay muchas renuncias y frustraciones y las vas compensando con otras cosas o te vas adaptando. La paternidad es muy difícil si los dos no quieren. Gorka es profesor, estaba en contacto con adolescentes y lo tenía muy claro.

Vive por Chueca, después de dejar Bilbao, por "irrespirable" y ser objetivo de ETA.

Fue en 2001. Decidimos venirnos después de 40 años de patología terrorista en el País Vasco. 200.000 personas se fueron por riesgo real para su vida o porque no querían vivir en un lugar donde había que ser políticamente correcto.

Usted es antinacionalista.

No, lo que no soy es nacionalista. Hay sitios donde si no eres nacionalista te ven como antinacionalista.

"El ambiente nacionalista me agobiaba tanto como el terrorismo". ¿Políticamente correcto?

Una vez que decidí dar el paso de irme y oxigenarme, ya no necesité ser políticamente correcto. Por suerte, ahora no es igual.

¿Le atraía ser juez de la Audiencia Nacional?

Siempre me atrajo profesionalmente perseguir la delincuen- cia económica organizada, que es para lo que se creó la Audiencia, y los casos de terrorismo. Pero cuando vine a Madrid fui a los Juzgados de la Plaza de Castilla. Un año después había una plaza en comisión de servicios en la Audiencia y la pedí. Hasta 2007 no tuve una plaza en propiedad [en la Sala de lo Penal].

Se presentó como independiente al Poder Judicial y no fue elegido. Hasta proponerlo el PP.

Alguien te tiene que proponer. Otra cosa es que te veten.

¿Se sintió cómodo con el PP, que recurrió al Constitucional el matrimonio gay y el aborto?

En materia de derechos y libertades debemos tener una visión mucho más amplia y regularlos. Luego, cada uno puede o no hacer uso de ellos.

¿Sus afinidades políticas?

Voté a diferentes partidos y seguro que seguiré haciéndolo.

¿Se necesitan reformas para luchar contra la corrupción?

Las tarjetas black, la pieza principal de Gürtel, Nóos... La Justicia va funcionando y eso genera confianza en la sociedad. Lo que tiene que haber son mecanismos en la Administración para que no ocurra la corrupción. Y una Administración más profesional.

¿Un Poder Judicial elegido por los propios jueces?

No, lo deben seguir eligiendo el Parlamento y el Senado, que es donde reside la soberanía popular.

"El ego de los jueces se cura con el traslado de los juzgados". ¿El suyo se ha curado?

Pues igual no del todo pero nunca tuve un ego excesivo. En determinados puestos, todos tenemos el riesgo de que la vanidad nos pueda y hay que controlarla.

Belloch, que le preparó para las oposiciones a juez, acabó en la política, ¿puede ser su caso?

Lo pensé alguna vez, sobre todo por una razón de servicio, por la res publica. Sí, si considero que en otro lugar puedo dar lo mejor de mí mismo en la Administración pública.

El libro está lleno de citas: Yourcenar, Proust, Kavafis, Gil de Biedma... Incluso Montaigne.

A Montaigne lo leo todos los días un poquito. Estos autores me marcaron, fueron fundamentales para mi salud mental de veinteañero. Leer Memorias de Adriano me ayudó muchísimo.

Ha dicho que a su muerte quiere que junten sus cenizas a las de sus perros.

Una tontería, una frivolidad. Se me ocurrió al morir mi gato Otto.

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