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Sabores del Mediterráneo

Canarias es uno de los pocos lugares del mundo donde producen todos los alimentos de la dieta mediterránea, patrimonio de la Humanidad

El catedrático Luis Serra

Somos lo que comemos, reza el título de la conferencia inaugural del curso 2016/2017 de la ULPGC sobre Alimentación y salud pública en Canarias, impartida ayer por el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la ULPGC Luis Serra Majem. En ella, el especialista en Nutrición destacó la necesidad de apostar por la dieta mediterránea para mejorar la salud de la población en Canarias, donde se registran uno de los niveles más altos de obesidad y diabetes.

El director del Instituto Universitario de Investigaciones Biomédica y Sanitarias (Iuibs) de la ULPGC y director del grupo de investigación en Nutrición, dio un argumento, validado científicamente, arrollador: "Si la totalidad de la población canaria de 55 a 80 años, unas 300.000 personas, siguieran el patrón de dieta mediterránea, llegaríamos a prevenir hasta 4.000 infartos o ictus, 8.500 diabetes, 3.000 arteriopatias y 3.500 arritmias en menos de cinco años".

Los datos de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares indican que gran parte de la población se decanta más por la dieta occidental o fast food, que por la dieta mediterránea que ejerce un papel protector, no sólo contra el sobrepeso y la diabetes, sino contra el cáncer, y enfermedades coronarias y mentales. "La alimentación y la actividad física son los pilares básicos para la sostenibilidad de la sanidad, no podemos permitirnos ni un obeso más. La dieta mediterránea es el modelo opuesto a la dieta occidentalizada, de comida rápida, y en este sentido es como la lucha entre el bien y el mal, uno tiene que decidir en qué lado está", indicó Serra Majem.

Los canarios lo tienen fácil para decantarse por el "bien", y es que, tal y como informó el catedrático, "en pocos lugares en el mundo, como en Canarias, se producen todos los alimentos de la dieta mediterránea".

En este sentido citó el aceite de oliva y aceitunas de Temisas (Agüimes) o de San Bartolomé de Tirajana, el vino del Monte Lentiscal; el pescado de las cofradías de Gran Canaria o de nuestras piscifactorías, el agua de Teror, las nueces y almendras de las Medianías, los dulces de Moya, el pan bizcochado de matalauva o de papas de San Mateo o Artenara, el gofio de Agüimes, la miel de Valsequillo, los quesos de Guía y cumbreros, el café de Agaete, los plátanos de Bañaderos, las mangas de Mogán, los tomates de la Aldea, las naranjas de Telde...

Una larga lista de lugares y sus productos, que se incluyen en el patrón de la dieta mediterránea: alimentos mínimamente procesados, frescos, de temporada y cultivados localmente.

"La dieta mediterránea, reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, debe entenderse no sólo como un conjunto de alimentos, sino también es salud, cultura y sostenibilidad ambiental. La economía no debe ser la única variable de la alimentación", apuntó el experto, que aboga por un modelo alimentario que prime los productos frescos y de cercanía, "para hacernos más autosuficientes", y más respetuoso con el medio ambiente. Canarias tiene todos los ingredientes, ahora falta llevarlos a la mesa.

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