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'Ciberbullying', la persecución sin fin

Uno de cada cuatro casos de acoso escolar en España se hace a través de internet y siete de cada diez víctimas son niñás, según un amplio estudio de la Fundación ANAR

'Ciberbullying', la persecución sin fin

Uno de cada cuatro casos de acoso escolar en España se hace a través de internet. Siete de cada diez de esas víctimas son niñas. Y la persecución es diaria. Éstas son algunas de las principales conclusiones recogidas en el Estudio sobre ciberbullying según los afectados, elaborado por la fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) y la Mutua Madrileña.

El ciberbullying consiste en acosar, intimidar o humillar a un compañero a través de las redes sociales, e-mail, chat o teléfono móvil de forma reiterada y prolongada en el tiempo. Es un fenómeno reciente y un problema grave. Los jóvenes no sólo sufren el acoso en el centro, sino que la pesadilla se prolonga cuando están fuera de las aulas. Durante tres años, los profesionales de ANAR escucharon cientos de estos casos a través de dos líneas telefónicas: la del niño y adolescente y la del adulto y la familia. Con ellas elaboraron este estudio en el que también recogen testimonios como el de una madre de un chico de 13 años: "Se meten con él, le esperan a la salida para reírse de él, suben fotos a las redes sociales o las mandan por Whatsapp, le echan fotos sin que se dé cuenta en clase (...) y amenaza con subir más fotos burlándose de él". Esta declaración, que ilustra por lo que tienen que pasar cientos de jóvenes, entra dentro de los 550 casos que, de forma aleatoria, se ha incluido en el estudio sobre un total de 1.363.

El perfil de la víctima suele ser una mujer -7 de cada 10 ciberacosados lo son- de familia convencional -tienen padre, madre y hermanos-, de nacionalidad española (97%) y sin problemas económicos en casa. La agresión les pasa factura, ya que 92% de ellas sufre secuelas como ansiedad, tristeza, soledad y baja autoestima. El 10% ha tenido conductas autolesivas, pensamientos suicidas e incluso intentos de acabar con su vida. La edad media de es 13,6 años, superior a la del acoso general (11,6 años) y está vinculada con los años a los que los comienzan a disponer de un móvil con aplicaciones de mensajería instantánea y redes sociales. Y es que el estudio determina que el teléfono es la herramienta más habitual para acosar (94,7% de los casos), y Whatsapp, la aplicación más usada (en el 81%).

Por su parte, los ciberacosadores pertenecen, en la mayoría de las ocasiones, al mismo sexo que la víctima. Además, actúan en grupo (entre 2 y 5 personas). Según esta investigación, suelen ser adolescentes a los que "les mueve la agresividad o la venganza". Como en el acoso tradicional, cualquier característica de la víctima le sirve de excusa al abusador para comenzar el acoso: su orientación sexual, el físico? "Mamá, en los vestuarios se meten conmigo, me llaman bizca, me hacen el vacío. Se ponen a hablar al oído para que yo no lo oiga?", es otro testimonio que recoge la investigación. "Hay una variable clave -en cuanto a los acosadores-, que es la falta de empatía", señala David Álvarez García, miembro del equipo de investigación del Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo que elaboró un estudio sobre el ciberacoso. El insulto es la agresión más habitual (81%), aunque también hay amenazas y difusión de rumores. El hostigamiento cibernético es diario para el 71,8% de las víctimas.

"Sería de esperar que en principio haya más víctimas y agresoras chicas porque ellas utilizan más las redes sociales. Pero nosotros apenas encontramos diferencias por sexos y éstas mostraron que los chicos resultan ser más agresores y las chicas más víctimas", prosigue Álvarez García. Junto con Alejandra Dobarro, José Carlos Núñez y Celestino Rodríguez, elaboraron un estudio con 3.180 estudiantes de entre 11 y 19 años, todos estudiantes de ESO.

Como en el acoso escolar, las víctimas de ciberbullying sólo piden ayuda a los adultos cuando su situación se prolonga en el tiempo más allá de un curso escolar. ANAR revela que los padres suelen ser las personas a las que los jóvenes confían su problema y lo hacen con más frecuencia (81,3%) que las víctimas de otros tipos de acosos (62,1%). "Lo cierto es que en estudios que hemos hecho se ve que lo que funciona es un buen clima en la familia, una buena comunicación. Porque lo que más protege del acoso es la autorrevelación, que el propio adolescente explique lo que le pasa. No tiene tanto que ver con el control, que los padres estén encima, que sigan y miren lo que hacen los chavales, como que con el clima afectivo", afirma Álvarez García.

Medidas

Los docentes son, junto al resto de estudiantes, susceptibles de conocer estos casos de ciberbullying y, cuando es así, suelen tomar medidas en mayor porcentaje que otros acosos (75% y 59,3%, respectivamente), pero sin ser satisfactorias ni para las víctimas ni para las familias. En el 10% de los casos, víctimas y familias deciden cambiar de centro para dinamitar esta situación de acoso. Una medida que resulta "poco eficaz", ya que el ciberbullying se reproduce en el 30% de los casos. El estudio considera que, como solución, es más efectivo que la víctima reciba tratamiento psicológico para adquirir las habilidades necesarias para defenderse y fortalecer su autoestima.

También que el centro adopte medidas. Para los expertos es necesario adoptar un protocolo de actuación unificado en España en el que se contemplen las medi-das que deben adoptar los centros escolares en estos caso de acoso. "Hay que seguir con programas formativos, educando y formando a las familias", concluye Álvarez García.

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