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Xenofobia

Bachmann afirma que el ataque en Dresde es un complot en su contra

El líder islamófobo, que reside en Tenerife, niega la autoría y cree que se acusa a su movimiento por ir en contra de los musulmanes

Lutz Bachmann

El líder del movimiento islamófobo Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida), Lutz Bachmann, aseguró ayer que los atentados xenófobos que se han sucedido durante los últimos días en Dresde, su ciudad natal, son parte de una conspiración para inculparle, tanto a él como a su plataforma, por cometer actos violentos contra la población musulmana que reside en la zona.

Según ha podido saber La Opinión de Tenerife -periódico del mismo grupo editorial que LA PROVINCIA/DLP-, Bachmann, que reside durante algunas temporadas en la Isla, duda de la autoría de estos atentados, debido a la circulación de una fotografía que capta el momento exacto de la explosión en una mezquita y asegura que los equipos de investigación ya están indagando sobre la autenticidad de estos ataques.

La noche del pasado lunes tuvieron lugar varios atentados xenófobos en la capital de Sajonia, lugar donde se han originado varios movimientos islamófobos, entre ellos el que Bachmann dirige. En concreto, dos artefactos explosivos de fabricación casera explotaron frente a una mezquita y un centro de congresos de la ciudad alemana, donde se había celebrado un día antes el acto conmemorativo del décimo aniversario de la Conferencia Alemana sobre el Islam. Por suerte, en ninguno de ellos se registraron heridos.

Incluso, se llegó a apuntar que podría haber sido el propio Bachmann quien pudo orquestarlos desde la Isla donde pasa largas temporadas.

Sin embargo, el líder islamófobo desmintió en su perfil en una conocida red social que su grupo estuviera detrás de estos ataques, pero ironizó con que seguramente se les sería atribuido. Aun así, Bachmann tenía previsto viajar el pasado lunes a su ciudad natal para tratar cuestiones relacionadas con el movimiento que dirige.

Temporadas en la Isla

Bachmann manifestó en declaraciones a La Opinión de Tenerife que reside algunas temporadas en Tenerife debido a sus obligaciones laborales y se declara un enamorado de la Isla. "Tengo amigos por toda Europa y especialmente en Tenerife, esa es la razón por la que me encanta estar allí más a menudo", argumentó.

Aunque mantiene que nunca le ha importado lo que se dice sobre él en los medios de comunicación, sí manifestó que durante las últimas semanas los medios alemanes han publicado mucha información errónea sobre su persona.

Lutz Bachmann impulsó en 2014 en el área de Dresde, al este de Alemania, el movimiento Pegida que promueve el odio a los inmigrantes y musulmanes. En sus primeras marchas reivindicativas solo logró aglutinar a unos pocos centenares de personas, pero en octubre de 2015, cuando la llegada de refugiados al país se había recrudecido, una manifestación promovida por este movimiento consiguió movilizar a casi 20.000 personas. Se demostró entonces el poder de convocatoria de este movimiento xenófobo, con el que cada vez se identificaba más población alemana.

Este líder de extrema derecha ha tachado de "escoria" y "ganado" a los miles de refugiados que han acudido a Europa reclamando asilo y utiliza sus perfiles en redes sociales para promover el rechazo a los inmigrantes que residen en Alemania.

De echo, Bachmann aglutina un largo historial delictivo relacionado con los delitos de odio. Su expediente incluye delitos de xenofobia, robo con violencia y venta de cocaína, entre otros.

De hecho, Lutz Bachmann tuvo que dimitir como cabeza visible de Pegida por un selfie en el que aparecía imitando a Adolf Hitler, apenas meses después de irrumpir como de la nada en la política y arrastrar a multitudes con consignas xenófobas.

El último episodio de su historial delictivo se produjo el pasado mes de mayo, cuando un tribunal de la ciudad de Dresde, al este de Alemania, lo declaró culpable de incitación al odio por haber escrito en su página de Facebook que los son refugiados son "basura" y "escoria". La justicia lo condenó a pagar una multa de 9.600 euros, a pesar de que la acusación pedía que cumpliera siete meses de prisión.

Esta condena supuso un revés a los partidos y movimientos de ultraderecha que a menudo solían utilizar estas vías para incitar el rechazo a estos colectivos.

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