En los principales ranking internacionales no hay ninguna universidad española entre las cien mejores del mundo. ¿Debe preocupar esta ausencia, o cree que se le da demasiada importancia a estos medidores?
Los ranking miden lo que quiere que mida el que hace el ranking. En la mayoría de los internacionales, tener un premio Nobel vale más que cualquier labor social o el hecho de haber aumentado el número de estudiantes universitarios como ha sucedido en parte de nuestro país. Es verdad que entre las cien universidades mejores del mundo no hay ninguna universidad española, pero también que dentro de los ranking, 40 universidades públicas de España están entre el 5% de las mejores universidades del mundo. Eso significa que tenemos un sistema universitario público muy homogéneo, donde trabajamos cada día porque no decaiga el nivel de calidad, algo que nos está costando bastante en estos tiempos, por las reducciones y por las crisis. Y tenemos una universidad que se sigue demostrando que es un ascensor social, que las personas que tienen un título universitario acceden a los mejores puestos de trabajo a pesar de la crisis, y que incluso tienen un 55% de media más de salario que las personas sin título universitario.
¿Cuál es su diagnóstico de las universidades españolas?
Tenemos un sistema universitario bueno, y bastante equilibrado. 40 de las 50 universidades españolas están en los ranking internacionales entre las mil primeras del mundo y teniendo en cuenta que hay más de 20.000 universidades, la mayoría de las universidades españolas, 40 públicas y una privada, están presentes. Esto significa que tenemos un buen sistema universitario, bastante moderno, y que va en la línea del tipo de sociedad que queremos para nuestro país, es decir, si ahora lo que pretendemos es que tres de las 83 universidades españolas estén entre las 50 primeras del mundo, pero que eso va en detrimento de las otras 80 y tanto, estaremos diseñando una sociedad donde una parte pequeña de la misma tendrá una formación elitista, y la mayoría una formación de menos calidad, y eso genera una sociedad muy desigual. Los que creemos en la universidad como un elemento de justicia social, que facilite a todo el que quiera y tenga capacidad e ilusión de progresar desde el punto de vista intelectual, una formación para que puedan ser ciudadanos cultos, libres y solidarios, creo que vamos por buen camino. Sin duda tenemos que mejorar, con más inversiones e ideas más claras y con mayor determinación.
El último informe de la Fundación de Conocimiento y Desarrollo afirma que los recortes presupuestarios no sólo han provocado una brecha en la universidad española respecto a las del entorno, sino que tenemos una década perdida en el sistema universitario español. ¿Está de acuerdo?
Cuando dice eso quiere decir que estamos regresando a la situación de inversión educativa, tanto en la docencia como en la investigación, similar a la que teníamos hace diez años, por lo tanto, en lugar de incrementar la inversión en docencia, investigación y transferencia, hemos regresado a la situación que teníamos hace diez años. Si eso es una década perdida, es una forma de interpretarla, también la podríamos denominar la década de la resistencia, porque toda la comunidad universitaria hemos hecho esfuerzos ímprobos para resistir y sostener el sistema en unas situaciones tremendamente complicadas. La realidad es que nos lo dicen desde Bruselas, señores ajusten el déficit de su país que desgraciadamente sigue creciendo, pero inviertan más en educación e investigación. Esa inversión es la mejor que se puede hacer en nuestro país.
¿Cuáles son las prioridades de la universidad española?
Nosotros estamos reclamando un pacto de Estado para mejorar la educación y la investigación, y para mejorar, hace falta mayor inversión. Reclamamos un pacto de Estado para que haya una estabilidad legal, no podemos estar cambiando las leyes cada tres o cuatro años, cada vez que hay un cambio político, y queremos una mayor inversión pero creo que toda la sociedad, y los partidos políticos y los líderes de esos partidos políticos, como representantes legítimos de esa sociedad tienen que ponerse de acuerdo en la importancia que tiene la educación, la investigación y la transferencia para el desarrollo de este país. Y si estamos de acuerdo, vamos a apostar e invertir. Básicamente ese es el pacto de Estado.
Otra de las grandes batallas de la CRUE es la autonomía universitaria, ¿en qué términos?
Reclamamos una mayor autonomía universitaria, pero ojo, no una anarquía. Por ejemplo, ahora con la duración de los títulos de tres o cuatro años, nos han dicho que hagamos lo que queramos, y todos se van a llamar de la misma forma y van a capacitar para lo mismo. Muchos dirán que si reclamamos autonomía debemos aceptar esto, pero yo creo que es engañar a la ciudadanía que difícilmente van a entender que en una universidad un título dure tres años, y en otra cuatro, cuando sirven para lo mismo. Esa coordinación es importante dentro de una autonomía universitaria. También reclamamos más fondos para la investigación, que en nuestro país ha sufrido injustamente unos recortes muy fuertes; y una mayor internacionalización, porque resulta paradójico que siendo el país que más estudiantes erasmus recibe de Europa y que más estudiantes erasmus manda desde España a Europa, en torno a 39.000 recibimos y unos 38.000 mandamos, luego sólo tenemos el 2,11% de estudiantes internacionales que vienen a ser el grado completo. España debe darse cuenta que formar a personas que van a ser los líderes políticos, sociales, económicos de otros países es fundamental para las relaciones de todo tipo, también para las comerciales y económicas, pero no sólo para esas. Eso debe ser una apuesta de este país.
¿Cómo se puede atraer a más estudiantes de otros países?
Lo que estamos haciendo la mayoría de las universidades de empezar a poner grados con algunas asignaturas e incluso el grado completo en inglés, va a hacer más atractivo nuestros sistema universitario para estudiantes de China, la India o Rusia. Por qué no abrirse a cualquier país del mundo. Pero lógicamente nuestra vocación europea y latinoamericana tienen que tener aquí un papel fundamental.
¿Cómo valora a las Universidades canarias?
Las dos universidades canarias están cumpliendo sus misiones de docencia, investigación, transferencia y de compromiso social de una forma muy digna, y me une una buena relación con las dos universidades. Los canarios y las canarias pueden estar legítimamente orgullosos y satisfechos por su labor.
