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Crisis sismológica

Los científicos vigilan la actividad sísmica del Teide tras los terremotos

El Instituto Geográfico Nacional descarta que el origen de los movimientos sea volcánico

Los científicos vigilan la actividad sísmica del Teide tras los terremotos

La comunidad científica vigila de cerca la actividad sísmica que se puede generar en el Teide tras el episodio de enjambre sísmico registrado el pasado domingo en la isla de Tenerife. El Instituto Vulcanológico de Canarias (Involcan) dio ayer por finalizada la situación sísmica aclarando que lo ocurrido responde a la actividad común de un volcán activo. Dado que en Canarias este tipo de situaciones no son habituales, se convierte en obligatorio su seguimiento.

En el transcurso de unas diez horas se produjeron en torno a un centenar de microseísmos en el entorno del Teide. En concreto, fueron 98 pequeños seísmos, que no pasaron de los 1,5 grados en la escala Richter, y con epicentros en los municipios de Adeje, Vilaflor, La Guancha, Icod de los Vinos y Arico, pero todos en la base del Teide.

Desde Involcan recordaron ayer que un enjambre sísmico es la ocurrencia de un conjunto de eventos sísmicos en un área específica durante un periodo de tiempo relativamente corto sin que haya asociado un sismo principal. Un gran número de enjambres sísmicos aparecen y desaparecen sin acarrear otro tipo de actividad, pero sí son una muestra clara de la dinámica de un sistema activo como el del Tenerife. Además, recordaron que de los análisis realizados en las estaciones que miden estos movimientos no se han encontrado hasta el momento deformaciones que puedan atribuirse a un episodio de sismicidad anómala, algo que puede deberse a que no haya una inyección de magma en el subsuelo. Este episodio de sismicidad puede relacionarse con el sistema hidrotermal del volcán y no con una intrusión magmática.

En estos momentos, dos equipos del Involcan se encuentran en la zona del enjambre para realizar una campaña de estimación de emisión difusa (no visible) de dióxido de carbono para descartar cualquier anomalía. Desde el Instituto recuerdan además que desde 2015 se ha registrado un aumento relativo en la emisión de CO2 con respecto a años anteriores en la dorsal noroeste, sin que estos valores lleguen a ser extremadamente altos. Sin embargo, a pesar de que este episodio puede catalogarse como anómalo, no debe ser motivo de alarma social, ya que en ningún caso existe una secuencia de "acción-reacción" tras los movimientos de tierra registrados.

Emilio Carreño, director de la Red Sísmica Nacional detalló cómo desde el Instituto Geográfico Nacional (IGN) se empezaron a registrar los eventos sísmicos el pasado domingo. "Ahora se está haciendo una revisión exhaustiva de todos estos eventos para conocer su alcance real", expuso. La gran mayoría, recordó, son de magnitud inferior a uno, por lo que su señal es muy ligera en comparación con otros episodios. Esa es la razón principal por la que no fue sentido por la población. "Se han tomado todas las medidas que se suelen tomar siguiendo los protocolos que tenemos para hacer una atención especial de toda la serie", añadió.

Eventos habituales

En ningún caso, asumió Carreño, lo sucedido el pasado domingo causa "preocupación" al IGN. "Estas series, estos eventos, son habituales también en otras partes de la Península, sin que exista presencia de volcanes", expuso. De hecho, aunque parezca que diez horas de movimientos sísmicos es una actividad importante, en muchas ocasiones estos eventos pueden prolongarse durante meses sin que después existan consecuencias de ningún tipo. "Por su aspecto lo que ha ocurrido nos lleva a pensar que se trata de terremotos tectónicos y de momento no los asociamos con nada volcánico", remarcó el experto. Sin embargo, harán un seguimiento "importante" al estar localizados en una zona volcánica como el Teide.

"Son terremotos tan pequeños que al no ser sentidos por la población nos enteramos solo por las estaciones sísmicas que hay en la Isla; hace 50 años esas estaciones no estaban, así que nada nos puede asegurar que antes no se hubieran registrado este tipo de eventos", subrayó. "Nos sorprende, pero no hay que preocuparse", concluyó Emilio Carreño.

Desde el Cabildo de Tenerife, su presidente, Carlos Alonso, pidió ayer que se convoque el Plan Especial de Protección Civil por riesgo Volcánico en Canarias (Pevolca) para analizar los datos referentes al centenar de microseísmos en el entorno del Teide. Para el dirigente insular, es preciso trasladar un mensaje de tranquilidad a la población, aunque en su opinión es cierto que ha habido un enjambre de microseísmos similar al ocurrido el año pasado en otra zona de la Isla.

Alonso subrayó que los datos apuntan a que este cúmulo de microseísmos "no está muy vinculado" a posibles sucesos eruptivos porque no se ha asociado a una deformación en la Isla aunque hay un registro en el aumento de emisiones de gases que, no obstante, se está produciendo desde hace tiempo.

Por su parte, el Gobierno de Canarias ha convocado para mañana miércoles al Comité Científico de Evaluación y Seguimiento de Fenómenos Volcánicos para valorar esta actividad sísmica en el oeste de Tenerife. Su objetivo será valorar los datos que, en relación con dichos fenómenos, se han obtenido en las redes y estaciones de medida que hay repartidas por la Isla. Esta reunión ha sido convocada por la Consejería de Política territorial, Sostenibilidad y Seguridad del Ejecutivo regional en aplicación del Pevolca.

En estos momentos, recordaron desde el Gobierno autónomo, la actividad sísmica ha cesado por completo y, por ahora, el mayor movimiento registrado ha sido tan solo de una magnitud de 1.6 grados en la escala de Richter a las 07.18 horas del pasado domingo en el municipio de Guía de Isora. Actualmente, según detalló la Consejería de Política Territorial, la situación es de "total normalidad". Además, recordaron que este tipo de fenómenos son habituales en zonas volcánicamente activas como las islas Canarias. A nivel científico, valoraron, se trabaja con "total certeza" en la observación, vigilancia y comunicación de la actividad volcánica para así determinar los posibles riesgos asociados si los hubiera.

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