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Historia XXII Coloquio Canario Americano 2016

Isleños que emigraron a Cuba optaron por la muerte antes que volver sin riquezas

Un estudio refleja el drama de las mujeres que se quedaron en Canarias esperando a los esposos que nunca regresaron

Isleños que emigraron a Cuba optaron por la muerte antes que volver sin riquezas

La emigración de canarios a Cuba a principios del siglo XX en busca de porvenir y riquezas trajo consigo un volumen importante de familias rotas. Fueron muchos los hombres que jamás regresaron, la mayoría por la vergüenza y el deshonor de no poder volver con riquezas y dinero, y al final se quedaron allí formando otras familias, incluso un gran número de ellos prefirieron suicidarse por no hacer fortunas.

Estas son algunas de las conclusiones de la investigación que desarrollan Lidia Carballo Déniz y Mario Ramírez Cabrera, difundidas ayer a través de la ponencia Mujeres de Sal entre dos orillas, en el marco del XXII Coloquio de Historia Canario Americana que se celebra en la Casa de Colón, en la capital grancanaria. El estudio refleja la huella que supuso para las mujeres que se quedaron en Canarias esperando por el marido que nunca regresó.

La marcha, tanto por motivos económicos como políticos, del hombre, dejó a las esposas de la época ancladas emocional y socioeconómicamente a ese marido ausente buscando estrategias de supervivencia para sacar a la familia adelante, atrapadas bajo la presión moral, política, económica y social de la época.

"A través del rescate oral, hemos conocido la historias de estas mujeres que se quedaron con una pregunta en el corazón, ¿qué sucedió con su marido emigrante que nunca volvió?. La idea de este estudio es darle voz a la mujer que se queda esperando toda su vida a ese marido, y hacer visible las consecuencias de ese no retorno para la mujer canaria, porque la ley le impedía la venta o la compra de bienes, el divorcio era ilegal, y además, vivían una presión social, los vecinos las señalaban, el estar sujetas siempre al que dirán si se salían de las normas de la época. En definitiva, tenían que llevar una especie de luto sin llevar el negro".

Muchas de estas mujeres de inmigrantes trabajaron duro para ahorrar el dinero necesario para que el marido se fuera, y tras su partida continuaron trabajando, duplicando o triplicando su jornada laboral para mantener a los hijos, bien en la agricultura, en casas sirviendo o bordando noche y día. "Había una señora que se quedaba dormida en la máquina de coser para sacar a sus hijos adelante mientras esperaba a que llegara el marido. Así pasó años, y una vez le pregunta su nieta, ¿y si abuelo vuelve?, ella le contestó, mi marido es".

Para completar las historias, Lidia Carballo, que es educadora social y Mario Ramírez, historiador especialista en Historia y Antropología de América, viajaron a Cuba en busca de las voces del no retorno, para conocer qué pasó.

"Ahí nos encontramos con que muchos se olvidaron de la familia, la abandonaron, e hicieron otras familias por distintas circunstancias. La mayoría no volvieron por la vergüenza de no haber cumplido el objetivo de la familia de regresar con riquezas, y prefieren quedarte allí y buscar la manera de hacer dinero, pero al final el tiempo también pasa. También hallamos bastantes casos que, por no hacer fortuna, se suicidaron; y otros formaron una nueva familia, pero 20 años más tarde", apuntaron los investigadores.

Como dato curioso, explicaron que en Cuba, la nueva mujer del emigrante canario y sus hijos sabían que existía una familia en Canarias, pero en Canarias no saben de que existe una familia en Cuba, "y la mayoría de los hijos cubanos nos confesaron que su padre siempre decía que si podía volver a Canarias volvería, pero al final no lo hicieron por distintas circunstancias".

Otra de las conclusiones del estudio, es que no se puede hacer un juicio cerrado de lo que pasó y por qué no volvieron, "pero si es verdad que este mar de incertidumbre lo que nos hace es construir un lazo de empatía entre los dos lados del Atlántico, porque hay ciertas emociones encontradas que se mueven entre el perdón y la rabia".

En Canarias, a través del testimonio de hijas y nietas, se sabe que la mayoría de esas esposas murieron esperando a su hombre. "Muchas tuvieron un baúl debajo de la cama con la ropa doblada y planchada de su marido para cuando volviera, hasta el día de su muerte. Al final, el regreso se convierte en una obsesión en la cabeza para la mujer, en una época en la que no le quedaba otra que esperar, porque si se iban con otro hombre era delito y pecado", concluyeron los investigadores, que siguen recopilando historias para plasmar, bien en una tesis doctoral, o en un documental, "la cara B de la emigración", la parte menos conocida hasta la fecha.

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