Keep me singing de Van Morrison, su primer álbum de estudio tras cuatro años de silencio discográfico, es un trabajo plácido que difumina los últimos coletazos del verano en favor de una agradable y luminosa tarde de otoño, de frío incipiente, al abrigo de su inconfundible voz. Arropándola, melodías de hard blues, soul y r&b convocan el espíritu de Sam Cooke, "rey de la música del alma", al que el veterano y célebre huraño norirlandés cita en el tema que da título a su trigésimo sexto disco de estudio: "Sigue cantándome mientras gane", le pide. Paisajes ocres de hoja caduca y ríos que fluyen caudalosos, pero contenidos, decoran los nuevos versos de Van Morrison, que cantan a amores promisores y a otros que ya forman parte de la memoria, a segundas oportunidades, a la vida que serenamente sigue su curso y también a la palabra, "más poderosa que la espada".

"Fui el señor amabilidad demasiado tiempo, pero me di cuenta de que estaba equivocado y jugué el rol del perdedor; aquí estoy ahora ante tu puerta, de nuevo a la intemperie", lamenta en Out in the cold again. Producidos por el propio León de Belfast, trece son los temas, doce compuestos e interpretados por Morrison, con la colaboración puntual del aclamado letrista Don Black en Every time I see a river.