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Entrevista a Toni Acosta

"Esta obra raya en terrenos en los que no todo el mundo se atreve a reírse"

"Cuando Fran Perea me habló de la función, me puso en antecedentes y me advirtió que sería difícil, pero a mí me pareció un proyecto muy atractivo", asegura la actriz

La actriz tinerfeña Toni Acosta. JULIÁN ZAMBREÁN

¿Cómo ha sido el reto de encarnar a cuatro personajes en un solo espectáculo?

Pues ha sido un reto maravilloso y, como me gustan los retos, creo que es una de las decisiones más acertadas que he hecho en mi carrera. Cuando Fran Perea me habló de la función, me puso en antecedentes y me advirtió de que sería difícil, pero a mí me pareció un proyecto muy atractivo. La estupidez es un reto como actriz pero, sobre todo, es un reto como equipo, porque es una función donde es fundamental tanto el trabajo de los cinco actores que estamos en escena como el del regidor que está detrás o el del técnico de las luces.

¿Cómo se sobrelleva ese ritmo frenético que desprende la obra?

No te das cuenta porque, una vez que está, como suelo decir yo, "incorporado en el cuerpo", es como un triatlón: abandonas la casilla de salida, corres la carrera y llegas a la meta. Por eso la asocio al deporte, porque la obra es más una prueba física que intelectual.

¿Sobre qué aspectos reflexiona La estupidez?

Básicamente, sobre la avaricia y las ganas de querer hacerse rico muy rápido. Spregelburd escribió una serie sobre los siete pecados capitales y este, en concreto, retrata la avaricia, y me encanta que la denomine "la estupidez". Aunque la obra hace reír mucho, también reflexiona sobre lo estúpidos que nos volvemos cuando queremos ganar dinero a toda costa. Todo está hecho desde el humor, hasta las críticas más potentes, y también hay reflexiones sobre hacerse mayor, sobre las familias desestructuradas y sobre la incomunicación.

¿La comedia es el mejor vehículo para la crítica social?

A mí me lo parece. Creo que un mensaje crítico disfrazado de un gag va a llegar más a las personas. En La estupidez, el espectador se está riendo y, en un momento determinado, se para y piensa: ¿pero de qué me estoy riendo? Ese punto de inflexión es lo interesante.

En cambio, De mutuo desacuerdo, su trabajo teatral anterior, es un drama total. ¿Es más difícil hacer drama o comedia?

Creo que los actores, por lo general, estamos más dotados para una cosa que para la otra. De mutuo desacuerdo también tenía aspectos de comedia, pero el tema era muy dramático y esa es la sensación que se quedaba al final. No es más difícil hacer una cosa o la otra, sino saber identificar qué se te da mejor. Además, eso cambia a lo largo de la vida. En mi caso, ahora me ofrecen mucho comedia, en la que me desenvuelvo bien y que me gusta mucho, porque es agradable hacer reír y que el público responda. Pero no todos podemos hacer siempre de todo, unos estamos más dotados para una cosa que para la otra. Y luego están Meryl Streep y Carmen Machi, que hacen las dos cosas bien.

¿Cree que se hace buena comedia en España?

Sí, aunque, como el humor es tan subjetivo, lo que yo considere gracioso puede no parecértelo a ti. El humor va cambiando porque el humor es muy inminente, se nutre de la realidad; por eso es tan complicado y es tan atrayente. La estupidez, por ejemplo, raya en terrenos en los que no todo el mundo se atreve a reírse. Y eso es un reto, ver hasta dónde es capaz de reírse la gente.

¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Feelgood Teatro?

Pues fue caótico porque, cuando nos propusimos hacer La estupidez, todos teníamos otros trabajos. Pero, precisamente, esta función requería de ese orden caótico, así que hicimos unos horarios disparatados, con ensayos a las 10 de la noche hasta las tantas de la madrugada. Yo agradezco la paciencia que tuvieron desde producción, porque no fue fácil, pero el barco salió adelante porque, con voluntad, se puede.

¿Con qué otros proyectos compagina esta gira?

Con mi casa. Ahora estoy en una época especial en la que me dedico sólo a la gira de teatro y a mi familia. No tengo ningún otro trabajo a la vista y estoy pendiente de que se cierren más giras, pero quiero dedicarle a La estupidez el tiempo que se merece y ya después veremos.

Usted participó en el rodaje de la película Wild Oats en Gran Canaria, ¿tiene ganas de verla en la gran pantalla?

Sin duda, decían que se estrenaba en otoño y tengo muchas ganas. Ya he visto el tráiler y la veo como una película navideña totalmente, así que cruzo los dedos para poder verla en una sala de cine y no directamente en DVD. La verdad es que el equipo ha tenido muchísimos problemas para estrenarla y, aunque mi papel es pequeño, casi una colaboración, me hace ilusión.

¿Ha podido leer el libro que escribió Shirley MacLaine sobre los avatares del rodaje?

¡No lo he leído! Aunque MacLaine tiene un poco ese vicio de sacar un libro sobre cada experiencia de rodaje que tiene. Le servirá a ella como purgatorio o algo así [risas]. Pero no lo he leído y la verdad es que tengo ganas. Desde el principio, Wild Oats tuvo muchos problemas para arrancar y yo llegué en ultimísimo momento y un poco derrapando. Digamos que me llamaron un martes para una prueba de cámara un viernes. Pero, en definitiva, si se estrena, espero que todo sea para bien, porque detrás de todas las películas hay una historia que, si se contara, a veces superaría la película en sí misma. La verdad es que ahora me has dado mucha curiosidad y voy a buscar ese libro [risas].

¿Pero atesora un buen recuerdo de esa experiencia?

Un buenísimo recuerdo. Para mí, fue ponerme a prueba trabajando en otro idioma. Más allá de las secuencias en sí, quise ver si era capaz de estar en un rodaje en inglés. En las dos secuencias en las que actúo, estoy con Shirley MacLaine y Jessica Lange y, luego, con Demi Moore. Para mí fue un sueño, y tampoco yo soy de darles mucha importancia a estas cosas, porque lo haces y lo metes en un cajoncito, pero el momento en que lo viví lo viví con mucha ilusión.

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