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Entrevista a Lidia Falcón

"La judicatura protege al Ejecutivo, el Estado funciona como una mafia"

"En España la moral social se degradó de forma absoluta a partir de la derrota de la República", reconoce la escritora

Lidia Falcón, autora de 'El honor de Dios'. LP/DLP

¿Cómo surgió la idea de escribir esta obra?

Aparte del horror que suscitaron los GAL y la estrecha relación que como presidenta del Partido Feminista de España mantenía con el Partido Feminista de Euskadi, como abogada llevaba un caso de separación en Bilbao y me encontraba muy a menudo en la ciudad vizcaína con los implicados. El abogado del marido demi cliente, un burgués muy serio, me dijo que el problema de ETA se resolvería matándolos a todos y enterrándolos en cal viva, y añadió que eso no nos afectaba. Luego se reveló como la patronal vasca estaba pagando a la Alianza Apostólica Anticomunista, más conocida como la Triple A, organización tardofranquista vinculada a los aparatos represivos del estado, que llevo a cabo asesinatos antes del GAL. La exhaustiva investigación que con posterioridad hizo El Mundo, y que ayudó a despertar conciencias, fue lo que finalmente me empujó a escribir la novela.

¿Quiénes son sus protagonistas?

Mujeres de todos los estadios sociales. La protagonista es una informadora que no quiere creer que la guerra sucia haya existido, pero a medida que investiga va conociendo las entrañas de terror, luego viene la abogada, una mujer mayor que ha luchado contra la dictadura y también aparece una abertzale, una de esas mujeres que han colaborado en la difusión de una ideología perversa como la de ETA, que sostiene que hay que matar para defender los ideales, representa a personas que están ahí y a las que hay que formar para que comprendan. Finalmente está la mujer sencilla, un ama de casa que no participa en nada hasta que raptan a su marido. Todas representan la fuerza de las mujeres, que han luchado por sus familias y porque este país sea mejor sin que ningún autor lo haya puesto de relieve.

¿Políticamente qué describe?

Rememoro como en el partido habíamos iniciado acciones para conseguir que se firmara la paz en Euskadi. Describo los movimientos que hubo, la investigación popular e incluyo a todos las corrientes que respondieron al Estado cuando se produjo la desindustrialización del País Vasco durante los gobiernos de González. Por eso la actividad clandestina que mis protagonistas intentan llevar adelante tiene un componente de secreto, de ocultación. La novela tiene quinientas páginas porque he estado tres años investigando hasta llegar a entrevistar a muchos de los personajes que aparecen, como por ejemplo Fernando López Agudin, justo cuando se destaparon los casos del GAL y los fondos reservados, y a Pilar Zabala, hermana de José Ignacio. He incluido una bibliografía larguísima para enmarcar el argumento en la situación general.

¿Aparecen con nombres figurados?

No, porque durante mucho tiempo escribiendo novela política encubría los nombres suponiendo que serían reconocidos, pero los lectores pocas veces identificaban a los personajes reales tras los ficticios. Así que recordé que en sus obras Valle Inclán los ponía con los nombres verdaderos, lo cual es una tradición literaria que decidí que debía hacer mía.

¿No ha tenido problemas al respecto?

Debo reconocer que la editorial puso reparos en algunos párrafos que les parecieron demasiado explícitos. Respecto a los políticos nombrados, es posible que me ataquen sus corifeos, pero si hay algún pleito judicial por denuncias al honor, la novela puede responder por sí sola con su bibliografía de noventa y cinco títulos de diferentes autores que han escrito sobre el tema, incluyendo Amedo, uno de los asesinos, que tuvo la desvergüenza del titular su obra Cal viva.

¿Por qué eligió 'El honor de Dios' como título?

A menudo me preguntan si se trata de una novela religiosa, pero no tiene nada que ver con eso. Me lo sugirió la obra de teatro Becket o el honor de Dios, del dramaturgo francés Jean Anouilh, por la defensa del honor de Dios que hace el protagonista y porque su trasfondo simbólico me pareció adecuado para describir lo que fue la etapa de los diferentes gobiernos de González. Creo que el honor es lo más importante que tiene el ser humano.

¿Hasta qué punto?

Cuando veo el horror generado por los dirigentes políticos, que pueden hundir a los países con total desvergüenza, me convenzo de que si no se llega a una ética humana en la que el honor sea lo más importante estamos condenados al lodazal en el que nos encontramos. Todo está teorizado en la novela.

Nombra el atentado contra Cubillo.

Se saca el tema porque no podía hacer una novela con todos los crímenes del estado sin mencionarlo. Martín Villa, uno de los criminales que gobernaron nuestro país, responsable del atentado contra una discoteca en Barcelona en el que murieron dos mujeres de la limpieza de las que no se sabe siquiera sus nombres, fue el inspirador y organizador del atentado contra Cubillo, pero únicamente se condenó a dos esbirros porque el poder se protege, la judicatura protege al ejecutivo, ya que todos son socios políticos, por eso nunca se supo quienes ordenaron los asesinatos del GAL. El estado funciona como una mafia.

¿Qué ha pasado con las víctimas del GAL?

Uno de los episodios más tristes de nuestra democracia tuvo lugar cuando se pidió que fueran consideradas víctimas del terrorismo y se les negó esa condición.

¿Cuál es el origen de la guerra sucia en nuestro país?

En España la moral social se degradó absolutamente a partir de la derrota de la República y de que el fascismo se enseñorease con el país. El resultado es que se acepta la estafa e incluso, si hace falta, el crimen. El ciudadano no tiene criterios, se basa en un deseo de bienestar inmediato, vota por tener un poco más de pensión y un colegio miserable cerca, pero a la mayoría no le importa la redistribución de la riqueza porque están anestesiados.

¿La insensibilización ha sido el resultado?

Cuando llegaron al poder los socialistas, junto a los GAL comenzó la aplicación de políticas liberales. Todo esto debería haber creado un criterio en los ciudadanos, pero vemos que sin embargo vuelven a votar a las mismas fuerzas políticas que nos han hundido. Es lo que sucede al ver en televisión cómo mueren quienes huyen de las guerras organizadas por el imperialismo y en vez de escandalizarnos nos reconfortamos porque vivimos en paz. Todo es el resultado de haber tolerado los asesinatos de González porque eran contra ETA. Si se sigue esta lógica se va camino de acabar como México, un país en el que no hay ideales.

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