Mary Beard, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, vino ayer a Asturias, vio y convenció al instante. Su entusiasmo es contagioso. Sus ganas de comunicarse, desbordantes. Su risa, frecuente y rotunda. Mente lúcida, espíritu lúdico. Diecisiete minutos escasos de charla con ella dan para mucho.

-Es usted la ganadora que más actos públicos tendrá esta semana. ¿De dónde saca tanta energía?

-(Ríe) No dura siempre. Lo paso tan bien... Acudir a un sitio donde no estuve jamás -he visitado España, pero no Asturias-, conocer gente de toda condición, desde niños hasta académicos, hablar de la Roma antigua, de la Historia... ¡Para eso estoy aquí! Se trata de mi trabajo, he sido profesora y investigadora durante 40 años, he disfrutado de esa conexión que se logra con los alumnos gracias a lo nuevo que puedes compartir con ellos. Ahora hago lo mismo pero con más gente. A veces pienso que estaría bien echarme para atrás, poner los pies en alto y no hacer nada... Sí, lo pienso a veces... pero no muy a menudo (ríe).

-¿En estos meses posteriores a la noticia del premio ha "investigado" algo más de esta Asturias a la que viene?

-He aprendido algo. Lo que más me ha interesado, si bien no he avanzado todo lo que debería, es mi capacidad de hablar castellano. Me encuentro en una situación incómoda porque lo leo bastante bien pero, desde luego, no lo hablo. Llevo queriendo hacerlo desde hace tiempo porque la España romana es un área de interés creciente para mí. Si bien estuve estudiando la parte de Sevilla, ahora el premio me da la oportunidad de pensar en términos académicos acerca del norte. El premio me abre nuevas facetas. Tengo muchas ganas de visitar la villa de Veranes.

-No voy a preguntarle por el pasado, sólo por el presente. Si se votara ahora el referéndum del "Brexit", ¿el resultado sería distinto?

-(Ríe) Sospecho que sería el mismo, pero también sospecho que dentro de seis meses sí sería distinto. Cuando la gente realmente vea cuáles son los efectos reales, y no exclusivamente económicos, sí habrá un cambio en la opinión pública. Por desgracia será demasiado tarde.

-¿Es real la fractura generacional de la que se habla por culpa del "Brexit"?

-En parte sí, pero la complejidad se deriva del hecho de que hay más de un tipo de ruptura. La otra fractura en la sociedad británica es la que separa a los que se consideraban proeuropeos y beneficiarios de su pertenencia a Europa, la élite, y aquellos que no vieron esos beneficios en absoluto. Y fue un grave error que no percibieran. Esa élite británica es culpable de haberse quedado de brazos cruzados disfrutando de ser europeos y no compartir ese entusiasmo. Hay un elemento muy británico de verse como una isla. Lo aprenden los niños en el colegio. Cómo hemos ganado a los alemanes dos veces -bueno, lo hicieron los americanos, no nosotros- pero todas las navidades la gente ve una película sobre la versión británica. Y nunca hemos afrontado esa parte de la mitología británica.

-Hemos sabido ahora que el ministro de exteriores británico Boris Johnson defendía en un artículo seguir en la Unión Europea dos días antes de lo contrario. ¿Le sorprende?

-(Ríe) Uy, esta pregunta es muy difícil porque me cuesta calibrar las opiniones reales de Boris Johnson, ya que es un político consumado. Es interesante conocer una versión de su incertidumbre porque pasó mucho tiempo tomando una decisión. Y siempre quise preguntarle: si te llevó tanto tomar una decisión es porque había buenos motivos para permanecer en Europa, ¿cuáles eran? Nadie se lo ha preguntado. Es astuto, inteligente, de alguna manera seductor y algo peligroso.

-¿Podría ser un buen heredero de Julio César?

-(Ríe) Todos sabemos cuál fue el final de Julio César...

-El voto femenino es la gran barrera que está impidiendo el paso a Donald Trump.

-Quisiera pensar de forma más amplia y confiar en que no se vuelva a dar la situación de que haya un Trump intentando llegar a la Casa Blanca. Mi esperanza es que la gente, sea cual sea su raza o su sexo, comprenda que este tipo de hombre no puede ganar las elecciones. Ojalá no se vuelva a intentar.

-Bob Dylan, Nobel de las letras. ¿Cómo le suena?

-He visto que es una decisión criticada, pero creo que ayuda a que volvamos a examinar lo que se entiende por talento literario. Hay una larga tradición, sobre todo en Reino Unido, de que las figuras literarias importantes ven a Dylan como uno de ellos. El gran profesor de Cambridge Stephen Ricks (autor del libro "Dylan's visions of sin") admiraba muchísimo a Dylan. Y cuando yo estaba en el colegio con 16 años tenía un profesor muy mayor que nos obligó a leer muchísima poesía, y mucha de la poesía que yo leía eran los versos de Dylan. En primer lugar tuve que aprender "It's all over now, baby blue" antes incluso de escucharlo en forma de canción. Con lo cual me gusta mucho la decisión de darle el Nobel.

-No hay una sola mujer entre los Nobel este año. Y solo 49 en toda la historia de los galardones frente a 832 hombres.

-Espero que algún día esta ausencia total de mujeres parezca algo tan raro que sea imposible que ocurra. A un nivel menos importante y grandioso, le diré que en las comedias de televisión británicas hay repartos con hombres muy graciosos pero ninguna mujer. Me gustaría que llegáramos a un punto en el que ese desequilibrio resulte muy extraño. Si bien hay voces feministas que plantean ese problema, ese dilema, la mayor parte de la audiencia no se da cuenta de que el humor televisivo está en manos de un montón de hombres. Tenemos que elevar la visibilidad de las mujeres, conseguir que el predominio masculino nos sorprenda y no darlo simplemente por hecho.

-¿Qué espera de la primera ministra Theresa May? Si es que espera algo, claro.

-(Ríe) Es una mujer tremendamente conservadora. Y me alegré de que saliera elegida dentro del partido tory porque era la mejor opción de todas las que había. Es inteligente y resulta algo refrescante al cambiar el perfil habitual de hombre rico, poderoso y educado en Eaton y Oxford, pero, dicho esto, añado que las creencias de Theresa May me dan un poco de miedo.

-¿El ex primer ministro David Cameron tiene algo de personaje tragicómico shakesperiano? Lo digo por haber pasado de la cima a la sima en un abrir y cerrar de ojos.

-Bueno, la suya y la de Tony Blair son una gran tragedia realmente. Dos chicos de oro a los que se les ha quitado todo el éxito que llegaron a tener en sus mejores momentos. Yo estoy muy enfadada con los dos. David Cameron nos metió en este lío al decidir que iba a ganar el referéndum sobre la permanencia o no en la Unión Europea. Pensaba que con esa victoria iba a solucionar sus problemas y los de su propio partido cuando lo único que ha logrado, de hecho, es algo que va a tener consecuencias negativas durante décadas.

-¿Y qué me dice de Blair?

-¡Me faltan las palabras!

Y se ríe.