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Cooperación

De la aldea al burdel

José María Díaz Pérez, fundador de Educanepal, publica 'Shanti, una luz en mi camino', sobre la esclavitud sexual de las niñas en el país

José María Díaz Pérez junto niños nepalíes en las distintas aldeas en las que trabaja la organización Educanepal. LA PROVINCIA/DLP

La literatura es una poderosa arma para despertar conciencias y sumar voluntades en contra de la violación continua de los derechos de las personas. Con esta premisa, José María Díaz Pérez (Las Palmas de Gran Canaria, 1966), fundador de la ONG Educanepal se adentra en el complejo entramado de la trata de niñas en el país asiático, a las que la situación de pobreza y desamparo las convierte en presa fácil para la explotación laboral y sexual. Shanti, una luz en mi camino (Círculo Rojo Editorial) es el libro que presenta Díaz Pérez el jueves 27 de octubre en el Gabinete Literario, y en el que da visibilidad a la realidad con la lidia en las aldeas de Nepal en las que trabaja su organización. Una ficción basada en hechos reales y en su experiencia partir de la historia de una niña nepalí que es víctima de este tráfico y es vendida a un burdel en India

"El libro nace con la intención de poder transmitir a la gente, y en un formato distinto, el drama que viven miles de niñas en Nepal, que son víctimas del tráfico infantil. Normalmente yo hago una charla, hemos mostrado documentales, pero el libro permite que una persona esté leyendo durante dos, tres o cuatro días, con un detalle que a veces uno no puede ofrecer por falta de tiempo", explica José María Díaz Pérez.

Según los datos que maneja Educanepal, en este país unas 12.000 niñas son enviadas al año como mano de obra barata o para explotación sexual a otros destinos. Según Díaz Pérez, "se calcula que unas 200.000 niñas nepalíes estan trabajanado en prostíbulos en India, que es a donde va Shanti". Como dato positivo en medio de esta dramática situación, en las 35 aldeas en las que trabaja Educanepal, el tráfico de niños se ha reducido en un 99%.

La trata de personas para explotación sexual se debe a la pobreza extrema que sufre el país. "Una gente que come pasta de millo, una especie de gofio sin tostar y cocinado con agua, por la mañana y por la noche. Esa es la dieta. Igual algún día, un caldito de lentejas, o un poquito de acelgas. Apenas tienen ropa, todo el día cavando en la tierra, o llevando las cabras a pastae en zonas muy alejadas donde no hay tiendas, ni médicos, igual estás a 15 horas del centro urbano más cercano, no tienen un salario, tienes lo que da la tierra y nunca es suficiente para mantener a la familia", detalla Díaz Pérez.

Sin futuro

A estos factores hay que añadir "la ignorancia". Según relata, "la poblacíon está desinformada en todos los aspectos de la vida, y la suya no es otra que es intentar sobrevivir, no saben lo que ocurre fuera de sus aldeas". Las leyes que prohiben el tráfico de personas, "que un niño menor de 14 años trabaje", no se cumplen. A esto se une el que "cuando alguien llega a tu aldea, igual aparece una mujer muy bien vestida, como ocurre en el libro, y ofrece una vida nueva a una niña que va semidesnuda, y no saben que estas personas las están engañando para hacerse con las niñas y luego venderlas a fábricas textiles, circos, prostíbulos".

El fundador de la ONG y escritor, que en 2002 se plantó en el país en una aldea, y ahora trabaja en más de una treintena en un distrito, no se atreve a aventurar que esta práctica se haya erradicado en las zonas de su influencia. Asegura que queda mucho por hacer en este sentido, aunque lo primordial es satisfacer las necesidades básicas de cada núcleo. "Empezamos con una aldea, pasamos a cinco, ahora estamos en 35, y nos damos un plazo entre cinco y diez años para tener claro que nuestro trabajo ha finalizado en cada una de ellas".

De vuelta al libro Shanti, una luz en mi camino, explica José María Díaz Pérez que la publicación contribuye a conocer al detalle cómo vive la población infantil en Nepal. "En el libro hay muchísimos detalles sobre cómo se vive en la zonas en las que se trafica con estas niñas, las relaciones con su familia, con las gentes del pueblo, por qué surge el tráfico de niños y cómo se lleva a cabo, y cuáles pueden ser las vivencias de una niña que luego acaba en un burdel atendiendo a clientes". Una cruel realidad que se vuelca en un libro "basado en hechos reales de muchas niñas que he conocido y de sus historias" sobre las que se ha creado el personaje de Shanti.

Admite el autor que el libro le ha permitido profundizar en cuál es su papel en el país, las vivencias y frustraciones acumuladas desde que pisó Nepal. En 2011 ya había publicado Dibujando sonrisas: mi vida al pie de los Himalaya (Anroart Ediciones), un relato autobiográfico con las reflexiones de los diez primeros años en Nepal. Ahora, en este nuevo libro, da un paso más. "Incluso aparecen muchas confesiones mías acerca de la vida de una persona que ha dejado atrás su cultura y su seguridad para irse a trabajar a un sitio como Nepal, con una cultura muy distinta, donde no es fácil lidiar con el día a día. Allí los conceptos de amor, de relación son muy distintos, no se atiende a veces lo que yo pueda sentir, uno se encuentra limitado a la hora de compartir".

En este sentido, José Díaz reconoce que no todo fluye en la dirección correcta. "Es complicado", razona. "Luego está que uno quiere que todo esté organizado, a veces pongo las expectativas muy altas en una sociedad con una organización es catastrófica".

La historia de Shanti es la miles de niñas anónimas. El argumento del libro es el viaje de ida y vuelta de la protagonista. Afirma Díaz Pérez que "es una niña que conozco desde que tiene dos o tres años, y cuando se escapa del burdel en el que trabaja, entra en contacto conmigo, la recibimos en una casa de acogida, un trato de amistad, en la que yo le confieso como me siento en muchos sentidos, y ella demuestra que es un ser maravilloso a pesar de las circunstancias tan dramáticas que ha vivido: un padre que bebe, violencia en la casa, pobreza extrema, que llega al burdel y la tratan como la tratan".

Pese a todo este agrio relato, el drama se suaviza en tono positivo. "Ella no le guarda rencor a nadie, es dulce, amable, sufre como cualquier otra niña pero las secuelas son distintas; y éste es el valor del libro, que un drama y a la vez cómo se puede superar. Si todos fuéramos como Shanti hablaríamos de otra realidad en este país".

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