"Los buenos artistas copian; los grandes roban" Pablo Picasso (1881 -1973)

¿Plagio o fuente de inspiración? Esa es la cuestión que en muchos casos dirimen en los tribunales de medio planeta las grandes marcas de la industria de la moda acusadas por fotógrafos, artistas plásticos o diseñadores por haber utilizado obras suyas, sin permiso, como estampados para prendas de ropa y demás complementos que comercializan internacionalmente sin que los autores originales reciban, en la mayoría de los casos, ni un solo euro por ser plagiados además de no serles reconocida la autoría de su obra.

El último caso denunciado afecta a la artista canaria Roberta Marrero, que se desayunó este jueves pasado con la inesperada sorpresa del destino de su collage The Man You Love nº4 or Homme Fatale nº2, de 2015, que había colgado en sus redes y su página web, y ha acabado impreso en una camiseta unisex que la marca británica Vivienne Westwood ha comenzado a comercializar por 315 euros dentro de la nueva colección que firma Andreas Kronthaler, esposo de la diseñadora británica convertida en los años 70 en referente del punk y el new wave londinense.

La emblemática firma inglesa, tras la denuncia de Roberta Marrero en las redes sociales, recogidas también en LA PROVINCIA, se puso en contacto con la artista grancanaria -"fueron muy amables", confesó este viernes la afectada- y actualmente ambas partes negocian cómo subsanar lo que la casa de moda califica de "un error".

Pero, por lo general, no corren la misma suerte otros creadores a quienes marcas como Moschino, Roberto Cavalli y Versace, entre otras, o firmas multinacionales de la talla de Mango, Custo Barcelona o Zara, han ´chorizeado´ sus trabajos.

Las batallas legales por la usurpación de la propiedad intelectual, sin embargo, no es siempre un asunto entre David y Goliat. Las grandes empresas de la moda también se acusan entre ellas de robarse diseños, estampados y hasta logos.

Por la utilización de un monograma excesivamente parecido en bolsos y zapatillas, Gucci demandó a Guess por la nada despreciable suma de 114 millones de euros. La casa italiana pleitea desde hace años porque la firma estadounidense emplea también la letra G -emblema de Gucci- argumentando que es también la inicial de Guess. Las demandas siguen y suman entre dos marcas enemigas íntimas.

Otras dos grandes firmas internacionales con facturación estratosfericas como son Karl Lagerfeld y New Balance también se han visto afectadas por acusaciones de plagio. En este caso es la marca de prendas deportivas la que denuncia a la casa del modisto alemán de copiar un modelo de zapatillas, un calzado que incluye en el caso de las de Lagerfeld una letra "K" empleando la misma familia tipográfica que New Balance usa desde los años 70.

En España, las acusaciones entre Custo Barcelona y Desigual por plagio son también un clásico.

Planteamiento técnico

Pero ¿de qué hablamos cuando nombramos la palabra plagio? Técnicamente, es la acción de copiar obras ajenas, tomándolas como propias. Es decir, que una marca va a cometer plagio cuando copia, imita, reproduce, exhibe y vende una prenda bajo una firma que se atribuye una autoría distinta a la que en verdad es.

Numerosos casos de copias de diseños de marcas de ropa salen a la luz diariamente gracias a, en su totalidad, las redes sociales, como sucedió en el caso de Roberta Marrero, que supo por un seguidor suyo de Instagram qué uso le estaba dando la marca Vivienne Westwood a su collage.

Hoy, un supuesto diseño exclusivo de Marc Jacobs tarda segundos en llegar a las grandes masas gracias a Zara o H&M, pero también tarda sólo otros poco segundos en viralizarse el asunto en las redes sociales bajo el título de #plagioenlamoda, un hastag habitual que acaba convirtiendo a la empresa ´copiona´ en objetivo de cientos o miles de críticas tanto en Twitter como en Facebook o Instagram. La inmediatez, por lo tanto, juega cada día más en contra de las marcas, haciendo que se lo piensen dos veces antes de apropiarse de diseños ajenos.

Quienes se dedican a la moda se atreven a decir que todas las marcas cometen el delito de plagio. Ven constantemente en cada colección que se presenta piezas o estampados y diseños similares a propuestas que han visto ya en temporadas anteriores de otras firmas. Pero, por ejemplo, no se puede acusar de plagio a quienes aprovechan la obra pictórica de artistas como Van Gogh o Klimt para sus estampados, y mucho menos a quienes recogen esa tendencia para aprovecharlas después en sus posteriores colecciones.

Y es que todas las marcas desean como fin último vender y para que esto ocurra es necesario seguir tendencias y moda. Pero seguir tendencias e innovar en ellas con un equipo creativo que trabaje en una marca no es lo mismo que tomar un diseño exacto de una firma poco conocida y venderlo como exclusivo a precios exorbitantes. Se supone que si una prenda es de alto coste es porque además de calidad y exclusividad también ofrece diseño propio.