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Religión

Los isleños prefieren la inhumación

Las funerarias señalan que sólo un 30% opta por la cremación de los difuntos

Los isleños prefieren la inhumación

Para emprender el último viaje ya no es preciso tributar un óbolo a Caronte, basta con satisfacer la cantidad adecuada a la funeraria y decidir si la travesía al reino de las sombras será tras inhumación o incineración. Esta última práctica, desterrada de la cristiandad hasta finales del siglo XIX, ha ido ganando adeptos de tal forma en las últimas décadas, que la Iglesia Católica se sintió el pasado martes en la obligación de ofrecer a su feligresía un código de buenas prácticas a propósito del destino de las cenizas de los familiares fallecidos. Nada de sembrarlas por el mar o incrustarlas en una joya si queremos permanecer sobre los rieles de la ortodoxia. Lo ideal, a estos efectos mortuorios católicos, es un cuerpo criando malvas en un cementerio.

¿Pero qué diferencias hay a nivel económico entre una práctica y otra? ¿Por cuál nos decantamos los canarios mayoritariamente? Alfredo Espino, propietario de la Funeraria Espino García, situada en el Cruce de Arinaga, asegura que la opción de la cremación sigue siendo la minoritaria en una isla como Gran Canaria, si bien ya con una importante presencia. "Hay un 70%-30% a favor de la inhumación, aunque en los pueblos este porcentaje es aún mayor, mientras que en las ciudades tiene algo más de peso la práctica de incinerar los cuerpos de los fallecidos", comienza afirmando. El carácter más conservador atribuible a los núcleos rurales, en el sentido de que lo consuetudinario proyecta una mayor sombra sobre la vida de sus habitantes, explicaría esta variación.

En cuanto al seguro de deceso, más de un 60% de los que fallecen en la Isla tienen uno suscrito. Los que deciden no hacerlo pueden atender a constricciones de índole económica.

En el capítulo de los precios, Espino señala que a menudo se comercializan packs que incluyen diferentes servicios, como el de tanatorio. "Es una combinación, lo que suele ocurrir es que lo que cuesta el nicho y la lápida es más o menos lo que cuesta la incineración y la urna. Todo, incluyendo tanatorio, sale por entre 2.600 y 3.500 euros", explica. Esta oscilación en los precios se corresponde básicamente con las diferentes tarifas que cobran los cementerios por un nicho durante cinco años, así como con los servicios de tanatorio. En el primer caso, la tarifa por cinco años oscila entre 480-520 euros, esta última cantidad correspondiente a San Lázaro.

En cuanto a los servicios de tanatorio, las diferencias de precio son sustanciales, según detalla Espino. Por ejemplo, no es lo mismo enterrar en Vecindario que en alguno de los diferentes cementerios de Las Palmas de Gran Canaria. El primero, como es de titularidad pública no cobra por el servicio de tanatorio, mientras que en uno los de la capital la tarifa oscila entre unos 900 euros, aproximadamente. En Santa Lucía la cantidad es cercana a los 200 euros y en el de Moya oscila sobre 130 euros. El más caro es el de Gáldar, que llega hasta los 1.100 euros.

Hay familias que suprimen este servicio, bien porque la economía no les da para velar al familiar, o porque éste dejó instrucciones de no ser velado

En el caso de la incineración o cremación, lo que se ofrece, por un precio similar al pack de la inhumación incluye la incineración más la urna y la tramitación de la documentación. Las urnas suelen ser de aluminio, pero las hay biodegradables, compuestas en un material similar a la arcilla, que se deshace en el agua o bajo tierra.

La Iglesia Católica desaconsejaba ayer esparcir las cenizas en el mar o que los familiares se quedaran con ellas en sus domicilios. La familia que posea un nicho o panteón puede depositar la urna en su interior. Pero además, en algunos cementerios, como el de Maspalomas, existen los columbarios, que son a las urnas cinerarias lo que los nichos a los ataúdes. Añadiendo este gasto, el paquete completo se puede poner en unos 4.500 euros de coste para la incineración, 1,00 euros más. De todas formas, en Telde hay uno de carácter gratuito, en San Gregorio.

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