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Entrevista a Alfredo Hernando

"El motor de la innovación educativa es la escuela"

"España tiene un buen ecosistema para cambiar la enseñanza pero hace falta darle forma", explica el psicólo, autor de 'Viaje a la escuela del siglo XXI'

"El motor de la innovación educativa es la escuela"

Psicólogo e investigador, Alfredo Hernando decidió hace unos años buscar en todo el mundo, literalmente, las escuelas más innovadoras. Durante dos años, viajó por el planeta descubriendo proyectos que han elevado el éxito escolar de una forma poco tradicional y ha recogido su experiencia a través de la publicación de Viaje a la Escuela del Siglo XXI. Así trabajan los colegios más innovadores del mundo. Durante la semana pasada participó en TEA en la Feria de Innovación Fi2, en la que pronunció la ponencia inaugural, y el sábado intervino en un congreso internacional sobre aprendizaje celebrado en el colegio Salesianos de La Cuesta.

¿Qué es Escuela 21?

Es un proyecto que tomó forma de viaje en el que decidí visitar escuelas innovadoras para descubrir buenas prácticas en el aula, cosas que se están haciendo con éxito por todo el mundo. El resultado fue una publicación que pretende dar a conocer este tipo de proyectos para que se descubran y dar así la oportunidad de replicarlos. Por eso, gracias a la Fundación Telefónica, se puede acceder de manera gratuita a través de la web y ya vamos por más de 260.000 descargas en algo menos de un año.

¿Cuántas escuelas visitó en este proyecto?

50 escuelas seleccionadas previamente. Para ello me basé en tres criterios. Por un lado que tenga una historia de éxito documentada, en la que se demuestre que ha habido un cambio de resultados. En segundo lugar que hayan afrontado de forma pionera la metodología y por último que se trata de experiencias que permitan la réplica o que incluso ya se hayan copiado.

¿Alguna de estas experiencias le habrá sorprendido?

Las visitas no se trataron solo de descubrir. Antes de ir había un trabajo previo, miraba muy bien lo que estaban haciendo y lo que había provocado, cómo se hacía... Este pretrabajo ya fue un descubrimiento. Por eso no había grandes sorpresas, porque al final iba a aprender de lo que otros estaban haciendo y me encontré lo que iba buscando. Quizá más de lo que esperaba.

Dice que la publicación permite a otros centros copiar los proyectos de éxito, ¿cree que un modelo educativo realizado en otro contexto puede tener los mismos resultados aquí?

En parte sí. En mi caso se trataba de una obsesión por encontrar la inspiración. Quizá sea una forma de copia, pero al final también debe haber mucho de adaptación. Al final de lo que se trata es de entender que la escuela es una comunidad de aprendizaje individualizado.

Si es individualizado, ¿cómo se genera éxito escolar a través de la copia o la réplica?

Porque al final en los primeros pasos de la innovación lo que haces es copiar algunos elementos que ya existe para mejorarlos. Ha pasado, por ejemplo, con la automoción: el coche parte de la mejora de otro medio de transporte tirado por caballos y se ha ido adaptando, a través de la innovación. Lo mismo ocurre con la imprenta que después se transformó en máquinas de escribir, luego en ordenadores y ahora tenemos tablets. La innovación parte de un origen, pero debe ser un modelo que busque la mejora.

Tras su experiencia, ¿cree que en España o Canarias puede encontrar proyectos de ese nivel de innovación?

Desde luego, aquí también están funcionando y hay proyectos muy interesantes. Además, la mayoría de ellos en centros públicos o al menos sostenidos con fondos públicos. De hecho, en el viaje que emprendí buscando la escuela del siglo XXI elegí 50 centros y estoy seguro de que si lo hiciera ahora tendría una buena recámara de colegios a los que acudir para conocer ese cambio. Desde luego creo que existe un ecosistema potente al que es necesario darle forma y cuerpo.

¿Conoce lo que se desarrolla en Canarias? ¿Cómo lo valora?

En la Feria de Innovación se están presentando proyectos muy interesantes. Además, hay un movimiento impulsado por docentes y que demuestra que hay gran interés en cambiar las cosas, en buscar otra metodología. Ya se está llevando a cabo y se va ampliando. La prueba es la propia feria.

En ese caso, ¿por qué parece que no mejora el sistema educativo? ¿Hay que esperar a que suceda centro a centro?

El problema es que en el fondo son cambios cualitativos: en la metodología de enseñanza, en la forma de evaluar,... Conlleva cambiar la rutina docente y una gran implicación. Al final se trata de un proceso muy personal, aunque tenga resultados a nivel más global.

Y los alumnos, ¿se implican en estos proyectos o metodologías?

Sí, sí, desde luego. Los estudiantes son los primeros en implicarse en este tipo de cambios.

¿De dónde debe partir ese cambio?

El verdadero motor es la propia escuela, el trabajo que desarrollan sus profesores y equipos directivos, el apoyo del entorno y la actitud de los alumnos. Son el epicentro,y la escuela solo puede mejorar a través de ellos. Hay que tener en cuenta que se requiere una fase de adaptación. En España vivimos una primavera de la innovación educativa que quizá ya estaba en marcha cuando inicié el viaje en busca de la escuela del siglo XXI. En aquel momento intenté ampliar horizontes porque sabía que había muchos colegios trabajando en proyectos y métodos innovadores pero se trata de activar esa inspiración.

¿Cómo influyen las nuevas tecnologías en ese nuevo modelo?

El mundo digital transforma la sociedad y en las aulas el impacto de todas las tecnologías es mayor. No se puede entender que en el siglo XXI se practique un sistema de aprendizaje basado solo en la transmisión de información. Hay que tener en cuenta que estos alumnos pueden usar modos diferentes de trabajo pero también son capaces de sacar información del mundo que les rodea. Aún así el cambio no se queda en eso, las nuevas generaciones tienen que aprender de una manera más colaborativa y, sobre todo, comenzar a desarrollar otras habilidades que es lo que se conoce como competencias.

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