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Salud

El desabastecimiento de hormonas altera el tratamiento de los transexuales

El colectivo denuncia la escasez de los medicamentos Testex y Meriestra en las farmacias del país

Pequeñas variaciones en las condiciones iniciales pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro. Eso dice el enunciado de la Teoría del Caos, una especie de tormenta que en las últimas semanas se ha desatado sobre el colectivo de transexuales de Canarias. ¿La causa? El desabastecimiento en las farmacias de la Islas de las hormonas necesarias para que puedan continuar con sus tratamientos, un problema generado por la falta de previsión de las empresas elegidas este año por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad para poner en circulación Testex Prolomgatum y Meriestra. Esos dos medicamentos, que reemplazan en las recetas sanitarias a otros preparados -Reandron y Androcur, respectivamente-, aparecen en el listado de productos con problemas de suministro que publica la Agencia Española de Medicamentos y no volverán a estar disponibles en mucho tiempo: el primero, usado por hombres transgénero, hasta previsiblemente el 15 de enero; el segundo, para consumo de mujeres, ha quedado suspendido de forma indefinida.

"Sin el fármaco correspondiente, lo que me espera no es nada bueno. Sufriré brotes de dermatitis, migrañas, unos dolores terribles de ovarios e, incluso, podría volver a tener el periodo". Quien detalla todo esto es Álvaro Martín, un hombre que se maneja bien ante los medios de comunicación, que en varias ocasiones toma la voz cantante entre sus compañeros y que se explica como un libro abierto. "Con este problema", argumenta, "es cierto que sufrimos desajustes hormonales, porque dejamos de recibir testosterona y de bloquear estrógeno, pero también sufrimos un desorden emocional. Pasas de la euforia a la frustración en un instante y así es muy difícil llevar una vida normal, tanto para trabajar como para relacionarte".

Las palabras de Álvaro, un emprendedor que dirige su propia empresa -relacionada con el mundo audiovisual-, suenan como una caja de resonancia en la sede de Gamá en Las Palmas de Gran Canaria. "Parecemos drogadictos con el mono", expone, "a la búsqueda de cajas de Testex por todas las farmacias de la Isla por miedo a que el desabastecimiento de ese fármaco se prolongue más allá de mediados de enero, que es la fecha en la que nos aseguran que todo volverá a la normalidad. Pero como todo ha sido tan extraño y se ha hecho de una manera tan chapucera, no nos fiamos. Y así estamos todos, como locos detrás de Testex para hacer acopio o para avisar a otros compañeros para que vayan a una farmacia concreta y puedan comprar el medicamento".

El resto de presentes asiente y, cuando ven el hueco por el que colarse, anotan en el aire su experiencia personal. "En nuestro caso", apunta Sandy Silva, "no nos hemos encontrado con ese problema de manera tan acuciante" detalla antes de señalar que "sin embargo sí nos cambiaron de tratamiento hormonal sin previo aviso y eso sí que nos ha generado ciertos trastornos físicos". "En mi caso", añade, "un día fui al endocrino y en la receta vi que desaparecía Androcur y prescribían Meriestra. Y aunque son preparados que buscan el mismo efecto, los componentes no son los mismo. Después de años con un tratamiento, el cambio genera desajustes. En mi caso me he notado cansada, he sentido calambres en las piernas".

Steffany Rodríguez lamenta "la mala planificación" tanto del Ministerio de Sanidad como de las compañías y recalca que "lo nuestro es un tratamiento crónico, como un diabético que necesita insulina". "Nosotras, de momento, no estamos en la misma situación que los hombres, que antes, con el Reandron, se tenían que pinchar cada tres meses y ahora, en teoría, con el Testex, deben hacerlo cada dos semanas. Sin embargo, ante el desabastecimiento del Testex de 250 miligramos, tienen que buscar Testex de 100 miligramos y pincharse cada cuatro días. ¿Es seguro ese método? ¿Se sabe si funciona igual? ¿O si va a generar desajustes?".

Pese al problema al que se enfrentan, Judith Pérez -"Pérez", subraya, "por mi padre"- no pierde el ánimo ni las ganas de bromear. Ella, que en su juventud tuvo que recurrir al mercado negro para hormonarse -"un día le conté a mi médico todo lo que había consumido y me aseguró que era un milagro que siguiera en pie", apostilla-, lamenta que "volvamos a estar una situación tan difícil". "Nunca lo hemos tenido fácil, hemos sufrido discriminación y no hemos visto obligadas a elegir caminos nada agradables para salir adelante. Aunque yo no me arrepiento de nada de lo que he hecho, que conste. Pero, en 2016, estar en esta situación es muy triste".

En el encuentro en Gamá también está presente Gabriel Rodríguez, un joven que enfatiza que "los hombres y las mujeres transgénero somos lo que somos por lo que sentimos y no por nuestros genitales". "Es duro", reconoce, "que en la universidad no te permitan apuntarte con tu nombre, algo que sí pasa en Canarias con los menores en sus centros educativos, si en tu DNI aún no se ha registrado el cambio. Y para que eso suceda, para que en el DNI aparezca el nombre con el tú te sientes reconocido, tienes que demostrar que te has hormonado durante dos años. Nos quedan muchos derechos por conquistar".

Como uno más, en medio del grupo, destaca Cristóbal González. Él es el padre de una menor que "ha encontrado el respaldo de su familia, una familia que ha podido entenderlo todo mucho mejor gracias al apoyo de Gamá", señala antes de continuar explicando que "la situación es dura, de desprotección. Yo busco por las farmacias los medicamentos y aviso a otra gente en la misma situación para que nadie se quede atrás. Y con mi hija, cueste lo que cueste, voy a estar a su lado para completar este proceso".

Porque el caos dificulta el paso, pero no detiene a un colectivo que tiene como escudo sus derechos.

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