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Entrevista a Óscar Gutiérrez

"El habla canaria se está perdiendo a pasos agigantados"

"Nuestras islas son el único lugar de España en el que los apodos aparecen hasta en las esquelas", comenta el escritor

"El habla canaria se está perdiendo a pasos agigantados"

¿Por qué comenzó a escribir a una edad tan avanzada?

Todo empezó cuando comprobé que el habla canaria se está perdiendo a pasos agigantados.

¿Cómo lo constató?

Un día le pedí a uno de mis nietos que me diera un fonil, y resultó que no sabía a qué me refería, pero sí sabía qué era un embudo. Me sentí bastante mal al comprobar que a pesar de que enseñé a mis hijos todos los canarismos que conocía, por el contrario ellos no se los traspasaron a mis nietos. Sin embargo, al mismo tiempo vi que los jóvenes emplean cada vez más anglicismos. Pregunta a un niño que es un balde y verás que no lo sabe, pero sí sabrá lo que es un cubo.

¿Por eso escribe este libro utilizando el habla canaria?

Empleo la variante popular de la lengua canaria que se usaba en el habla cotidiana de la época en la que está ambientada esta obra, los años cincuenta, hasta el punto que incluso reproduzco las faltas de ortografía. Forzosamente tenía que ser realista, no podía poner a esos personajes hablando en un registro culto del español que muchos no conocían siquiera. Por ahí van los diálogos, en ese aspecto debo reconocer que se trata de un libro concebido para distribuirse en el mercado canario.

¿Por qué eligió 1950 como fecha de partida?

Porque ese año Francisco Franco vino a Las Palmas de Gran Canaria y el por aquel entonces obispo de la Diócesis de Canarias, Antonio Pildain y Zapiain, se había ido a Teror para no recibirlo bajo palio. Figúrate qué escándalo, esta fue la única catedral española en la que el jefe de estado no entró bajo palio.

También narra por qué el obispo tomó esa decisión

Según se cuenta, las autoridades prepararon en honor de Franco y su esposa una cena de gala el sábado por la noche en el Gabinete Literario y eso enfureció a Antonio Pildain, que consideró que los allí presentes se emborracharían y al día siguiente no acudirían a la misa dominical, así que se mandó a mudar.

¿Los personajes de este libro existieron de verdad?

Son ficticios, aunque para construirlos me he basado en diferentes individuos. Por ejemplo, conocí a una señora que tenía doce hijos y la llamaban Mariquita la máquina. Yo le cambié el nombre y elevé el número de sus vástagos hasta dieciocho porque esa era la cifra a partir de la cual Franco invitaba a los padres de familia numerosa al Palacio del Pardo para condecorarlos.

A pesar de lo cerrada que era la sociedad isleña en aquel entonces, su libro recoge dos viajes al extranjero.

Efectivamente, pero debo aclarar que el viaje a Londres al que me refiero no fue por placer, se trató de un desplazamiento para practicar un aborto, que como es bien sabido, en aquel entonces era ilegal en España. En el cuento se da a entender cuando se afirma que es un desplazamiento bastante extraño? En cuanto al viaje a Estados Unidos, está basado en una historia que se contaba en la isla acerca del grado de racismo que existía en la sociedad norteamericana, que por aquel entonces aún estaba segregada racialmente, algo que sorprendía mucho a los canarios.

¿El relato de cómo corrió el Barranco de Guiniguada después de que se hubiese creado un parque en su lecho es real?

Es un hecho histórico, en ese cuento no me he inventado nada. Aquel parque era una preciosidad, me parece que lo estoy viendo ahora mismo. Desafortunadamente a los pocos días corrió el barranco, y se contaba que el alcalde, que supuestamente era un gran amante de la buena bebida, estuvo borracho tres o cuatro días de la mañana a la noche.

En otra de sus novelas, 'Don Quijote de Ayacata', recoge una curiosa práctica que los antropólogos denominan covada, consistente en la permanencia, tras el nacimiento de un hijo, del padre en la cama, recibiendo atenciones.

Es una práctica que a pesar de lo que puede parecer se siguió realizando hasta hace poco. En los campos grancanarios seguía existiendo hasta hace dos décadas. Cuando la mujer daba a luz, su marido se metía en la cama durante tres o cuatro días y había que darle tacitas de caldo como si fuera quien había concebido. A ese hombre se le llamaba el zorrocloco. En ese mismo capítulo también hablo de la fiebre recurrente, que afectaba a la mujer cuando acababa de procrear y la hacía dar más leche.

Uno de sus relatos más humorísticos es sobre un joven que hace el servicio militar en Marruecos

Era algo muy común que los "quintos", como se llamaba a los reclutas, cumplieran el servicio militar en el Protectorado español de Marruecos, especialmente en los distritos administrativos de Río de Oro y Saguía el Hamra, porque todavía no se había creado la provincia del Sáhara Español.

Su obra recoge que la celebración de los carnavales en los años cincuenta estaba teñida por estallidos de violencia, cuando siempre hemos creído que ese era un problema reciente.

En primer lugar hay que tener en cuenta que los carnavales estaban prohibidos, pero hay un momento en el que las autoridades empezaron a hacer la vista gorda, pidiendo que los que lo celebrasen no llevasen antifaces. Cuando las peleas durante los carnavales empezaron a volverse cada vez más violentas, el alcalde llamó a Manolo García, que posteriormente fue nombrado hijo predilecto de Las Palmas y alcaide perpetuo del Castillo de luz y a quien conocí personalmente. Fue él quien arregló las peleas en los carnavales, porque los más bravucones eran los que venían de La Isleta y gracias a su ascendiente sobre los vecinos de ese barrio, consiguió que se acabase con los altercados.

¿No había problemas con los habitantes de otros barrios?

Por supuesto que sí, de hecho había dos bandas llamadas los pastarrasa y los robencinos, que eran matones del barrio de San José, a los que conocí personalmente siendo niño.

¿Por qué se llamaban así?

Nunca lo supe, pero ya sabes que Canarias es la tierra de los apodos.

¿A qué se debe esa predilección de los canarios por los sobrenombres?

Nuestras islas son el único lugar de España en el que aparecen hasta en las esquelas, porque la gente era más popular por el apodo que por el nombre. Ello se debe a que no sólo los habitantes de los pueblos, sino incluso los de la ciudad, se conocían, cualquier persona mayor te contará que iba andando por la calle y veía como todos se saludaban. Hoy en día es al revés, incluso los inquilinos de un mismo edificio no se conocen. Desde que ha llegado la globalidad la sociedad se ha vuelto más fría.

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