Los miembros destituidos del Consejo Asesor del Festival Internacional de Música de Canarias se sienten engañados por Fernando Clavijo, presidente del ejecutivo regional, y María Teresa Lorenzo, consejera de Cultura. Estos estiman que los representantes políticos han faltado a su palabra, ya que en agosto mantuvieron una reunión en la que se planteó una hoja de ruta ahora incumplida. Uno de los aspecto incluía el nombramiento del director del festival. Además, lamentan las formas de su salida después de varias décadas de dedicación al certamen.

Cinco miembros de la comisión presentaron el lunes un escrito dirigido a Fernando Clavijo, en el que lamentaban que el dirigente nacionalista hubiera incumplida la palabra dada cuando, tras el cese de Candelaria Rodríguez, el nombramiento de Nino Díaz y el anuncio de la programación para 2017, se reunieron en agosto con la presencia de Lorenzo. La intención entonces era calmar los ánimos después de que unas declaraciones de Nino Díaz pusiera en duda la continuidad de la comisión.

Clavijo reiteró en este encuentro la entidad transitoria del cargo de Díaz y confirmó a los miembros de la comisión que serían ellos los que trabajarían para concretar las bases del nuevo modelo de Festival, incluido el nuevo director, a partir de una calendario de reuniones que arrancaba en septiembre y que nunca se cumplió. Clavijo incluso aceptó propuestas de cara a la próxima edición a pesar de indicar que eran gestiones de difícil resolución.

Los miembros destituidos expresaron su malestar por la forma en que finalizan su labor y que, en el caso de varios integrantes, se remonta a los inicios del festival. Estos consideran que se les ha tratado como simples aficionados en lugar de como expertos de dilatada experiencia y aseguran que los argumentos presentados por la consejera de Cultura no se sostienen. Estos defienden, entre otros temas, que ellos fueron los impulsores de la presencia del festival en todas las islas y en momento en que el transporte de los instrumentos, la logística y los espacios eran trabas complicadas de resolver, máxime sin la ayuda de cabildos.

También rechazaron el argumento de que ellos pretendían traer a la Sinfónica de Chicago, con un coste de 900.000 euros. Sí que defendieron que con el mismo presupuesto se planteara la contratación de orquestas europeas más modestas pero de enorme nivel, como ocurrió en ediciones anteriores.