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Entrevista a Berto Romero

"El cómico debe sorprender siempre y no perder ser un poco niño y gamberro"

"Este tipo de espectáculos lo que tienes que cambiar es el texto desde que deja de pertenecerte", explica el humorista y actor

Berto Romero, en una imagen en el Festival de Sitges. EFRE

¿Qué tiene de bueno este espectáculo, Berto Romero sigue con nosotros, que estrenó en febrero de 2013 y continúa activo y de gira?

Lo que tiene de bueno es ir a actuar a Canarias con estos tres días de gira con el frío que mete aquí en Barcelona. La verdad es que no paramos desde que empezamos con esto, y con una tónica que ya llevábamos con el espectáculo anterior. Intento cerrar los ojos y seguir para adelante y no darme mucho cuenta de que llevo ya muchos años subiéndome a los teatros y con un público que todavía quiere venir a reírse. Estoy muy contento. El espectáculo funciona muy bien, lo pasamos muy bien, y en eso estamos.

Tras tres años de itinerancia por la geografía española, ¿ha tenido que ajustarse al perfil del espectador de cada ciudad, y si el argumentario ha ido cambiando conforme lo ha hecho su percepción de la vida?

Más que ir cambiando el espectáculo, se ha ido ajustando. Este tipo de espectáculos, por la experiencia que yo tengo, en cuanto los estrenas pasas por un primer periodo de medio año o un año en el que se va asentando el texto, se pule, queda lo que funciona mejor y lo que no, se va. Y a partir de ahí, el espectáculo va sufriendo ajustes ya muy mínimos. No lo cambio en función de donde voy porque eso implicaría hacer localismos, que tampoco creo que haga falta, o entender que el público es diferente donde quiera que vayas. En realidad, el público es muy parecido en todas partes y cuando consigues que un espectáculo funcione siempre lo hace a un tanto por ciento alto. Te diría que la gente que lo viene a ver descubre parte de lo que esperaba y algo de sorpresa, y acostumbra a funcionar bien para todo tipo de público. También hay quien se decepciona y sale enfadado del teatro.

También es interesante que eso ocurra.

A lo mejor alguien que lo ha invitado, lo han obligado a venir y no le ha gustado.

Aunque como bien dice, el espectáculo permanece casi invariable, su situación no es la misma en lo profesional y personal. Hace teatro, televisión, cine y radio, y supongo que las responsabilidades familiares también son otras.

Claro, por supuesto. En este tipo de espectáculos en los que un cómico se los hace a su medida, su propio material, sus monólogos y canciones, lo que tienes que cambiar es el propio texto desde que deja de pertenecerte. En el anterior espectáculo igual estaba hablando de cosas escritas hace diez años, y de repente me di cuenta de que tenía tres hijos, y la gente venía a verme al teatro y sabía quién era. Y tiene que cambiar. Ha cambiado tu punto de vista, la persona que eres, y entonces hay que escribir un texto nuevo. Este espectáculo es la actualización de hace tres año de cómo me veo a mí mismo, y a través de mí, el mundo. En el fondo es eso, porque cuando vas a ver a un monologuista quieres que te cuente una manera de ver las cosas, de cómo esa persona interpreta el mundo, que es lo que hace el cómico.

¿Ha cambiado su forma de interpretar el mundo?

No, eso es lo bonito [risas]. El cómico debe de intentar que aunque cambie todo siga viendo las cosas de determinada manera y siga sorprendiendo, que siga siendo un poco niño, gamberro, teniendo una mirada particular, y no perder eso. Todo lo que hay alrededor ha cambiado. Ahora soy padre, tengo canas, ha cambiado todo, sigo siendo el mismo, pero con otras cosas que contar.

¿Es fácil mantener esa chispa cada vez que sube al escenario? ¿Cómo se motiva?

Cuando subo al escenario soy muy disciplinado, pierdo la perspectiva de lo demás, estoy ahí y ya está. Lo que sí es cierto es que aparte de haber tenido familia he intentando darle espacio y protegerla. Siempre estoy de gira, soy un padre ausente, aunque otra cosa bien distinta es lo que cuente en el escenario. El texto, si en tu vida han pasado cosas interesantes, explícalas, y si no te las inventas. Al final hay una mezcla de verdad y mentira.

Igual el público va buscando un ejercicio de sinceridad que no encuentra.

La sinceridad en el mundo de la comedia no es lo mismo que la verdad, lo importante en la verosimilitud, no que lo que cuente sea verdad sino que remita a una verdad. Puede que no sea una experiencia mía sino de alguien que me haya contado, que yo imagino o interpreto. Todos lo hacemos y lo importante es que tus mentiras estén basadas en tus verdades, que lo que tú cuentes sea lo que tú conoces de primera mano. Si no es así, es que no es de verdad.

¿La gente necesita reírse, necesita de personas como usted para que le alegren la vida?

El mundo es un planeta que necesita reírse, el ser humano es un animal que necesita reírse. No es tanto por el país ni por el colectivo en el que estés. Es una de las emociones más puras que hay y más propias del ser humano. Los animales no se ríen colectivamente. El humor es como una especie de subproducto de nuestro lenguaje, de nuestro cerebro pasado de vueltas que nos ha permitido comunicarnos y es muy terapéutico porque nos pone a todos en sintonía, es como un juego mental interesante. Tampoco es que los cómicos sean una gente especial, ni son profetas, ni traductores de la realidad, simplemente son como catalizadores de la comedia, una comedia que tiene todo el mundo y ya está en la calle. Que el humor sea una terapia es secundario y egoísta porque el cómico cuando lo hace también queda sanado, y el problema es cuando uno se lo cree y piensa que es un chamán o algo de eso. La comedia se puede provocar en tu casa, porque dos objetos han provocado en la pared un pene enorme.

¿Hay competencia en el oficio de humorista en España? ¿Alguna vez le ha preocupado caer en la repetición?

En cuanto al gremio, hay muy buenos cómicos que están explorando los límites de la comedia, con formas vanguardistas y diferentes. Creo que toda mi generación es una generación de cómicos que tiene una vocación muy fuerte, que siente mucho respeto por los que han venido antes y por toda la historia de la comedia. Y estoy orgulloso de pertenecer a esa generación. Hablo de Goyo Jiménez, Ignatius, Keké, Dani Rovira..., los que llevan pateando los escenarios hace años. Y como todos ellos, siento el pánico a la repetición y a no avanzar porque también es parte del ejercicio de la comedia. La comedia es hija del momento, y en ese momento ya es algo viejo.

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