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Letras

La valentía de ser transexual

Roberta Marrero publica 'El Bebé Verde', una novela gráfica de carácter autobiográfico

En un mundo casi perfecto, Remedios, la bella, podía levitar. Revolcarse en el fango y caminar medio desnuda por las calles desoladas sin que nadie se espantara. Eso en realidad sólo puede ocurrir en aldeas de veinte casas de barro y cañabrava construidas al pie de ríos mágicos como sucedía en Macondo o en la peculiar Comala del genial Rulfo. De este lado de la historia, esa realidad, sobre todo para los diferentes, los raros, suele ser más dura, y mucho más cruel.

Tal vez por eso resulta tan gratificante el paso adelante de la diseñadora gráfica Roberta Marrero. Sin red, ni careta, ha querido lanzarse a la aventura de contar su vida, la de un bebé, que cuando nació "todos dijeron que era un niño, pero no, era una niña".

El libro, editado con mucho mimo por Planeta, reúne todos los ingredientes que identifican a esta artista, nacida en Las Palmas de Gran Canaria, y con un amplio historial como gran diseñadora. Junto a textos escritos a mano aparecen dibujos, retratos, anotaciones, un sugerente hilo conductor que lleva al lector a leer con gran interés la autobiografía de esta gran luchadora.

Desde el comienzo de esta novela gráfica, Marrero deja claro que no se trata de una historia impostada. Así comienza a desgranar su realidad. "No nací ni hombre ni mujer, nací bebé, necesito tiempo para saber quién soy", detalla.

A través de esta peripecia vital como niña transexual, el lector tiene la posibilidad de asomarse a su verdad. "Cuento", relata, "el camino hacia mi propia identidad en un ambiente hostil (el mundo real) y otro mucho más amable (mi mundo interior)". Roberta insiste en que su Bebé Verde es una "historia verídica sobre la infancia, la transexualidad, la búsqueda del yo, y mi lugar en el mundo". En cuanto al curioso título que lleva el libro se lo puso porque cuando nació su tía María y su madre dijeron que tenía ese color verdoso al haber tragado "cosas que las mujeres expulsan al dar a luz".

Roberta Marrero, que está feliz con la respuesta que está teniendo su autobiografía, apunta que "recibo muchos correos de personas que no son transexuales, y que me dan las gracias, y también me dicen que esta novela tendría que estar en los colegios de forma obligatoria".

La etapa más dura de esta historia real tiene que ver con los primeros años. "Sufrir bullying en el colegio es una mierda, si no mueres a causa de una paliza, creces odiando o aprendes a sobrevivir pero con el corazón roto? Tu autoestima acaba hecha pedazos y es un trabajo muy duro reconstruirla", subraya.

Marrero afirma que no escribió esta novela con el afán de ajustar cuentas pendientes, eso sí, "está escrita desde la herida". Afortunadamente ha logrado cerrar algunas cicatrices, aunque la relación con sus padres, que no aceptaron tener a una niña con apariencia de niño, fue dolorosa. "Me castigaban y reprendían por estar con niñas y jugar con muñecas. Una vez incluso mi madre también me llamó maricón, cargando la palabra de un desprecio que todavía hoy me duele recordar", rememora.

Ante ese mundo despiadado y cruel, la niña Roberta se refugia en la lectura, en los dibujos y en figuras que salían en la televisión como Boy George. "Fue una revelación, una experiencia mística; había hombres que se maquillaban y se vestían de modo femenino", recalca.

A partir de ahí empieza a darse cuenta que otra realidad es posible y que aquella niña, a los que todos se empeñaban en decir que era un niño, podía cambiar, podía ser lo que siempre fue. Roberta encuentra al fin su camino de baldosas amarillas como Dorothy se lanza con sus zapatos rojos detrás del ansiado mundo de Oz.

En compañía o no del espantapájaros, el hombre de hojalata y el león cobarde, la vida de una niña transexual sigue siendo difícil y muy complicada. "Lo que me pasó a mí, sigue ocurriendo", explica con vehemencia Roberta. "Y en algunos países", añade, "a los transexuales los matan, o los encarcelan y no pasa nada. Aquí en Madrid, por la noche, a los gais, lesbianas y trans, hay grupos que se dedican a darles palizas, esa es la realidad".

Roberta Marrero también recoge en su Bebé verde algunas cifras que dan escalofríos. "El 68% de las mujeres transexuales", enumera, "dicen haber sufrido situaciones de maltrato o de violencia tanto por desconocidos como por familiares. El 84% no acaba la Secundaria y el 95% se dedica a la prostitución".

A pesar de esos datos, que ella califica de terroríficos, en el libro también declara con rotundidad que "no me voy a rendir, miraré al futuro de frente y con valentía".

Con esta novela gráfica, la artista grancanaria no para de recorrer la Península, también las Islas. Hace unas semanas ofreció una charla en la Universidad de La Laguna. Roberta Marrero ha terminado por convertirse en una mujer comprometida, feminista y siempre dispuesta a reclamar respeto para los que son diferentes.

En la última parte del libro, casi como un alegato final, escribe: "Espero que llegue el día en que no haga falta matizar si eres trans o no (o que sea secundario tu color de piel, género, clase social o religión) pero mientras tanto es positivo poner bajo la luz pública este tema, decir: "Sí, soy trans", con orgullo y la boca llena".

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