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Las Naciones Unidas ficha a Luis Serra en su lucha contra el hambre

El catedrático de la ULPGC forma parte del panel internacional de expertos de la FAO que diseña un modelo de alimentación sano y sostenible para el conjunto del planeta

Luis Serra Majem (2º derecha en la primera fila), en la reunión de Washington del panel de expertos en Nutrición de la FAO.

Luis Serra Majem, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, director del Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias (IUIBS)Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias, forma parte del panel de expertos en Nutrición de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), organismo especializado de la ONU que dirige las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre.

El especialista internacional en Nutrición, fundamentalmente en el campo de la obesidad y la Dieta Mediterránea, participó la pasada semana en una reunión celebrada en Washington (EEUU), por el panel de expertos al que pertenece sobre Nutrición y Sistemas Alimentarios formado por, además de Serra Majem (España), por Jessica Fanzo (USA), Mandana Arabi (Iran), Barbara Burlingame (Nueva Zelanda), Lawrence Haddad (Reino Unido), Simon Kimenju (Kenya), Gregory Miller (USA), Fengyin Nie (China), Elizabetta Recine (Brasil) y Dipa Sinha (India). El grupo ha diseñado un informe cuyo objetivo es sentar las bases en todos los países de un modelo de alimentación sano y sostenible.

Para ello, han elaborado un estudio de diagnóstico sobre la situación actual de los sistemas de alimentación, y han sentado las bases para el desarrollo de guías de nutrición saludable y sostenible en cada país, entendiendo por sostenibilidad desde un punto de vista productivo, medioambiental, económico y cultural. El documento final de este trabajo se presentará en el mes de febrero.

Serra Majem ha sido el encargado de analizar las consecuencias de un mal sistema de alimentario, que se traduce en dos problemas principales: desnutrición y sobrepeso y obesidad. A este respecto citó, en el terreno de la desnutrición, los problemas que existen en el mundo, relacionados con la carencia de vitamina A, falta de hierro y con ello índices altos de anemia, falta de yodo, zinc y otros minerales... "Son consecuencia de un sistema alimentario inadecuado para satisfacer las necesidades nutricionales de su población", citó el catedrático de la ULPGC. Por otro lado, está el sobrepeso y la obesidad, "consecuencias de esta mala calidad del sistema alimentario y de los cambios sociales".

Como ejemplo destacó Canarias, que pasó de un sistema productivo primario hace 50 años, con producción elevada de frutas y hortalizas, carne, productos lácteos de ganado caprino...; al abandono de la actividad agrícola, "porque la gente encontraba trabajo más fácilmente en la construcción".

Uno de los objetivos de este panel de expertos de la FAO es que las políticas a nivel de alimentación sean una prioridad para los países dentro de las políticas de gobierno, y se fomente la producción de dietas de calidad a partir de sistemas alimentarios sostenibles.

Como ejemplo, Serra Majem señaló la Dieta Mediterránea, que existe en una buena parte del mundo. "Lo lógico es que a partir de este modelo alimentario ver como la podemos hacer sostenible, con qué grupos de alimentos de nuestro sistema productivo la podemos hacer permanente", destacando la importancia de impulsar las producciones locales, elevándolas poco a poco hasta llegar a la autosuficiencia. "Tenemos que marcarnos objetivos, si producimos un 20% de un determinado producto, debemos avanzar al 40 o 50% y seguir así hasta llegar a una autosuficiencia, sin cambios bruscos, pero tener un sistema alimentario orientado a esto. Para ello hay que cambiar los incentivos fiscales", añadió.

En segundo lugar, citó la necesidad de evitar el desperdicio alimentario, que se produce en dos vías. La primera, en relación con el sistema productivo, porque se produce más cantidad de alimentos de la que se consume. "Esto hace que se utilicen unos recursos que se podrían ahorrar, desde faenas en el campo, pesca que se vuelve a tirar al mar porque no se consume... muchos desperdicios alimentarios que originan residuos que luego son complejos de reciclar".

En segundo lugar, citó lo que supone de desperdicio el consumir alimentos que el organismo no necesita, una forma de desperdicio muy negativa para la salud. "Si una persona necesita 2.000 calorías y consume 3.500 pensando que su organismo es una caldera, se equivoca porque todo eso va a tener repercusiones negativas sobre la salud muy importantes, desde obesidad, diabetes...

Sabemos que si la población disminuye el consumo de energía un 20% las expectativas de vida mejoran considerablemente. El cuerpo está preparado para resistir hambruna, cuando empezamos una dieta se ponen todos los mecanismos en marcha, sin embargo, no tenemos mecanismos para protegerse del exceso alimentario".

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