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Vida social

Adiós a Jomato'g, templo del erotismo

A lo largo de 25 años el establecimiento de José Manuel Toledo ha sido mucho más que un sex shop, fiel al espíritu provocador e irreverente de su propietario

Si el vídeo mató a la estrella de la radio, el internet está rematando a los sex shops y otros negocios de la industria erótica de carácter presencial, como los peep shows. Ahora el emblemático Jomato'g anuncia su cierre y remata a precios de risa todo su utillaje voluptuoso. Sucumbe al cambio de modelo de explotación tras unos duros años languideciendo. La industria del entretenimiento erótico será cada vez más pujante, pero los canales de distribución de sus productos ya no son físicos. Aun así, que le quiten lo bailado al local de la calle Doctor Miguel Rosas, que en su época gloriosa fue mucho más que un sex-shop, gran animador de fastos y controversias.

El local que hoy ocupa Jomato'g acogerá otro negocio que tendrá algo que ver con el ocio erótico, pero José Manuel Toledo, propietario del histórico sex shop, no quiere dar más pistas. En todo caso él se corta la coleta y es probable que deje hasta la Isla. Un atraco sufrido en su domicilio hace 15 meses a manos de quienes se identificaron como sicarios, le ha hecho aborrecer la vivienda y replantearse muchas cosas.

Toledo explica como ha ido declinando lo que fue un establecimiento muy boyante. "El problema que tenemos hoy es internet. Ahora la gente se baja las películas y ya no viene a las cabinas, cuando antes funcionaban a tope todas las 26, llenas los lunes y martes". comienza.

Hace unos tres años desaparecieron los espectáculos eróticos con chicas, otro de los fuertes de Jomato'g, "ya que era un problema traerlas de fuera porque las de aquí no querían trabajar en eso". Y así ha ido menguando y estrechándose todo desde que arrancó la crisis: "Había un bar con el espectáculo en el que también se hacían fiestas de despedidas. Hoy me vienen para hacer despedidas y digo que ya no puedo. Antes de la crisis, las mañanas y tardes de viernes y sábados veías grupos de chicos y chicas comprando cosas para las despedidas. Ahora esos productos están ahí muertas de risa. Tampoco hay ya strippers".

Y así se van apagando 25 años de un negocio señero, cuya andadura está soldada a la vida golfa, en el buen sentido de la palabra, de esta ciudad. Hasta la llegada del Jomato'g, los sex-shops eran locales avergonzados de sí mismos, que velaban en penumbras sus entradas y señalaban su emplazamiento con timidez. El negocio de José Manuel Toledo cambió todo eso, exhibiendo chillones neones y un provocador escaparate que reclamaba la atención del viandante. Nada de culpabilidades, se implicó con estrépito en la vida social y fiestera de la Isla, fiel a su espíritu transgresor, presentando candidatas al concurso de reinas del carnaval capitalino y reclutando a personajes como Cristina La Veneno o Iona Staler 'Cicciolina', ambas entonces con gran tirón mediático. De pronto, en medio de una abúlica tarde te las podías encontrar protagonizando un pasacalles por Las Canteras ligeritas de ropa.

"La primera estrella que traje fue Cicciolina, luego llegaron Dana International -la transexual israelí que había ganado Eurovisión-, Carmen de Mairena, Chiqui Martí, Susana Reche, Malena Gracia, hasta la bruja Lola estuvo aquí, además de algunos actores porno", recuerda este empresario, que estudio dos años para cura pero luego encaminó sus pasos hacia sendas más libertinas. Estas contrataciones le brindaban una especial publicidad al negocio, pero también tenían sus satisfacciones personales, que ahora Toledo añora: "Cicciolina estuvo hasta cuatro veces; me compensaba traerlas aunque sólo fuera por lo que me reía con ellas. Por lo menos entonces estaba entretenido, no como ahora que ya estaba amargado"

En esos años de apogeo Toledo y Jomato'g asumieron con frecuencia un rol provocador, poniendo al descubierto pacaterías y reclamando una mayor conciencia de la diversidad sexual, todo envuelto en picante. Así, en 2005 el sex-shop presentó como candidata a reina del carnaval a la transexual Isabel Torres, una jugada de gran impacto que llevó a la joven a los medios de comunicación de ámbito nacional. Para muchos, lo que aconteció en esa polémica gala sigue sin estar nada claro. Porque a Isabel, que se veía ganadora con su fantasía El secreto de Dulcinea, le ocurrió una cosa rarísima: cuando se preparaba en el backstage para hacer su entrada en el escenario, su traje cayó al suelo. Luego en la rampa se le partió, haciendo añicos adornos e ilusiones.

Pero la implicación de Toledo con el carnaval, una fiesta que le encanta, arranca de bastante antes. "Empecé en el 93, en la última gala que se celebró en el teatro Pérez Galdós, y seguí hasta hace cinco años, cuando ya me quemaron. He invertido en esas fiesta más de 300.000 euros y ningún político me ha dado las gracias por lo que he hecho", asegura. Jomato'g no sólo concurrió a la gala de la reina, también presentó candidaturas a la gala drag capitalina, así como a concursos en el Sur. El empresario se muestra crítico con el rumbo que estos espectáculos han ido tomando con el devenir del tiempo y echa de menos el espíritu más transgresor de antaño: "La gala de la reina ahora es un desfile de moda, cuando yo presentaba candidatas siempre se hablaba de la transexual, la esta, la otra, siempre era noticia".

Pero el Jomato'g de su época gloriosa se metió en muchísimos berenjenales más. El local de Miguel Rosas fue hasta ocasional sala de exposiciones en 2010, cuando acogió la muestra multidisciplinar A ras de suelo. Ese mismo año, Toledo, secundado de un grupo de colaboradores ataviados de religiosos, repartieron preservativos en plena zona cero de la prostitución capitalina, en la calle Molino de Viento.

A Toledo le picó pronto el gusanillo de los sex-shops, aunque antes de entrar en esos negocios tuvo tiempo de regentar una tienda de comestibles y dedicar dos años a los estudios eclesiásticos. En todo caso, fue un verdadero pionero en la puesta en marcha de sex shops. Hacía apenas dos años que había muerto Francisco Franco y ya abrió las puertas a su primer negocio de este tipo, una verdadera osadía en un país con resaca de nacional-catolicismo, al que el sexo le daba repelús.

Y fue a abrir su primer sex shop al lado del destacamento de la Legión, entonces en Fuerteventura, porque entendió que los legionarios podían ser una excelente clientela. "En aquella época no existía ni la licencia de sex shop. Me instalé en una vivienda al lado de la Legión, tuve problemas con el coronel del tercio y seis de los doce concejales que conformaban la corporación local dijeron que no al negocio. Además, una jueza iba a hacer una manifestación en contra". Luego tuvo otros sex shops en Lanzarote y en el sur grancanario (14 años) hasta que llegó Jomato'g, su verdadero buque insignia.

El empresario no vislumbra un futuro muy halagüeño para este tipo de establecimientos, que augura caerán finalmente abatidos por el internet, aunque aún este último sistema tiene sus contraindicaciones. "La gente baja películas, pero está reacia a pedir productos por internet porque aún hay problemas, no les mandan lo que piden o no pueden devolverlo. Pero en cuanto haya empresas serias se acabará con esto".

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