Usted se incorporó a Rainbow en 1994 con la grabación de Stranger in us all, en el que su líder, Ritchie Blackmore, quiso rescatar a su antiguo público del hard rock. ¿Cómo recuerda su participación en aquel último álbum de la banda?
Lo pasé realmente bien e hicimos muy buena música pero, sobre todo, recuerdo que hicimos unos conciertos alucinantes en nuestras giras alrededor del mundo. Además, hice muchos buenos amigos durante ese tiempo en que fui parte de Rainbow.
¿Cómo surgió la oportunidad de incorporarse a una banda históricas del heavy metal? ¿Se sintió presionado al trabajar con un grupo tan reconocido?
Le envié una cinta a Colin Hart, que entonces era el tour manager de Deep Purple, y le escribí: "Si alguna vez Ritchie necesitara un cantante..." Y el caso es que, unos días después, me llamó por teléfono.
Usted ha trabajado con algunos de los mejores guitarristas del heavy metal, como Ritchie Blackmore, Yngwie Malmsteen y Michael Schenker. ¿Cómo los definiría, tanto a nivel musical como personal?
Todo el mundo conoce a estos tipos y, por tanto, tiene su propia opinión sobre quiénes son. ¿Por qué iba yo a romper con el mito? Sí puedo decir que trabajar con Schenker es muy diferente a trabajar con Blackmore y Malmsteen, porque todo se ensaya varias veces y, por tanto, los conciertos son muy similares cada noche. Igual que Iron Maiden, Judas Priest o AC/DC, montan un show, lo ensayan y salen cada noche a interpretar ese show. Y eso fue un auténtico episodio de aprendizaje para mí, porque yo siempre había tocado con músicos o formado parte de bandas que se prestaban más a la improvisación y donde, en directo, nos dejábamos llevar por las canciones y la música. En realidad, son dos disciplinas distintas y yo he disfrutado mucho con ambas formas de trabajar. Pero con lo que el público se implica en los conciertos, al final, es con las buenas canciones.
¿Quiénes son sus héroes en esto de la música?
El primero fue Bowie, desde que lo vi por primera vez en el programa Top of the Pops, en 1972, en Reino Unido. Me pareció una criatura hermosa y maravillosa y un hombre cuya música y manera de ser tenía el poder de llegar a tantas almas de una generación. Por supuesto, hubo momentos a finales de los años 70 o comienzos de los 80 en los que no me gustaba tanto lo que hacía. Pero eso significaba a su vez que, con el tiempo, siempre podría volver atrás y rescatar lo que hizo entonces, pero volviendo a ello con la mente más abierta.
¿Cómo recuerda aquellos maravillosos años, en las décadas de los 70 u 80, en los que las bandas de heavy metal tenían el mundo a sus pies? ¿O, echando la vista atrás, aquello fue sólo una sensación que percibían los fans?
Yo creo que el rock siempre ha sido un movimiento underground. Es decir, un movimiento grande, pero nunca dirigido a las masas o al público más mainstream, y todavía hay cierto esnobismo a este respecto en algunos círculos. Cuando los medios comenzaron a encumbrar el punk como el salvador de la música, el rock pasó a considerarse música de dinosaurios. Sin embargo, el rock logró sobrevivir y aquellos grandes tipos a los que se suponía que se les había pasado el arroz en los años 70, según la prensa, resulta que todavía siguen haciendo buena música y dejándose la vida en los escenarios y en las giras en todo el mundo.
¿Ese movimiento sigue vivo?
Sigue vivo en el corazón y en el ADN de muchos. Es una música en la que no vale fingir. Mientras los jóvenes sigan queriendo sacar un buen ruido a una guitarra o una batería y cantar sobre todo lo profano que nos rodea, esa música seguirá existiendo. Mientras la gente siga queriendo aprender a tocar y a crear música, y no simplemente ser famoso, bailar y hacer playback sobre una pista pregrabada, la música rock estará a salvo.
Usted ha participado en álbumes de tributo a grandes bandas como Iron Maiden, Whitesnake y Nazaret. ¿Cómo vivió esas experiencias?
Pues me pidieron que participara y yo necesitaba el dinero. Y pude cantar buenas canciones junto a unos grandes músicos. La verdad es que eran copias calcadas de los músicos originales y vendieron muchísimo. El primer tributo a Maiden vendió más de 50.000 copias. Y eso es una locura si lo piensas hoy.
Casi logra convertirse en el cantante de Iron Maiden. ¿Alguna vez se imagina cómo habría sido su vida si esa prueba hubiese funcionado?
Como no la conseguí, no pienso en ello. Aquello sucedió hace mucho tiempo, así que no puedo imaginar una vida que no he vivido.
En una ocasión trabajó con una banda en Argentina. ¿Le gustaría cantar con una española, quizás?
Rata Blanca con Walter Giardiano. Me gustó mucho trabajar con Walter e hicimos un buen álbum con muy buenos conciertos. Tal vez deberíamos hacer más...
¿Qué tipo de espectáculo va a ofrecer en Gran Canaria el próximo 20 de enero y cuál será su repertorio?
Pues será un show que repase parte de mi trayectoria en la música a lo largo de los años. Además, estaré acompañado por unos brillantes, estupendos y dinámicos músicos italianos en la banda, así que contaré con buenos músicos y eso es importante. Lo que los fans y la música merecen. Y serán 90 minutos de canciones de algunas bandas en las que he estado o con las que he grabado, y también algunas pocas canciones que me gusta cantar, simplemente porque sé cómo cantarlas.
¿Cómo convencería al público grancanario de que acudiera al concierto?
Pues, ¿qué plan hay mejor para un viernes por la noche en Gran Canaria si eres fan del rock clásico? Anímate y ven a escuchar la música que te descubrió tu padre. Y tráetelo a él también.
