El arquitecto Luis Alemany Orella fallecía el martes por la tarde en Las Palmas de Gran Canaria a los 75 años. Nacido en Vitoria pero afincado en la Isla desde los sesenta, destacó por su implica-ción en la rehabilitación del casco histórico capitalino, remozando el inmueble del antiguo Hospi- tal Militar de la calle Juan de Quesada para convertirlo en la sede institucional de la Universidad Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y el de la Casa Regen-tal de la plaza de Santa Ana, entre otros.

También fue responsable de las rehabilitaciones de varias edificaciones de la calle de Los Balcones, del Archivo Histórico de Vegueta y de la sede central de La Caixa, en Triana. Pero sus intervenciones no se centraron exclusivamente en ese entorno de Triana-Vegueta, porque suyas son la restauraciones del inmueble que acoge al Real Club Victoria, al principio del Paseo de Las Canteras, y de la Casa de la Condesa, emplazada en Jinámar.

Alemany fue miembro de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel y profesor titular de la Escuela de Arquitectura de Las Palmas de Gran Canaria. El cuerpo del arquitecto permaneció ayer en el Tanatorio San Miguel hasta las 20.30 horas, cuando fue incinerado.

Varios compañeros de profesión glosaban su quehacer como arquitecto en Canarias durante cinco décadas, así como su compromiso e implicación con diferentes iniciativas vinculadas a su colectivo.

El arquitecto y artista plástico Félix Juan Bordes conoció a Alemany en plena juventud, cuando ambos eran arquitectos en ciernes, estudiantes en la Escuela madrileña. "Recuerdo cuando llegó a Canarias con 24 años, era una persona excelente con mucho sentido del humor. Era muy salado, muy dado al chiste, siempre ironizando. Antes habíamos estudiado juntos en Madrid, así que teníamos muchas anécdotas de profesores", rememora Bordes, que décadas después tendría ocasión de retomar esa especial cercanía con Luis: "Estuvimos juntos en la Academia Canaria de Bellas Artes, donde nos reencontramos. Era una persona bastante cercana y sentida". Con más tristeza evoca la última etapa del fallecido, marcada por diversos problemas de salud que lo habían debilitado de manera sensible.

Bordes y Alemany compartieron travesía colegial, surcando las distintas etapas que finalmente cristalizaron en la creación del Colegio Oficial de Arquitectos de Gran Canaria hace apenas dos años, tras la segregación del Colegio de Canarias que clausuró la larga andadura de un modelo de implantación regional. "En el mundo colegial hemos estado juntos, desde el principio, cuando dependíamos de Sevilla, ya vamos quedando pocos de entonces", recuerda Félix Juan, para quien el relato que urda la historia reciente de la arquitectura en Canarias deberá recalar en la labor del fallecido.

La Escuela de Arquitectura también fue un importante nexo entre los dos amigos, que compartieron años de implicación docente. "Estuvo en la Escuela cuando yo era su director, en Tamaraceite, pero él ya daba clases antes, cuando las instalaciones estaban en Vegueta. Impartió Historia de Arquitectura, pero lo recuerdo en varios cometidos como profesor", añade.

A la hora de hacer balance del legado arquitectónico de Luis Alemany, Bordes no duda en situar en primer plano el "trabajo de restauración y renovación del patrimonio histórico". Destaca de su amplio quehacer la rehabilitación del edificio que acoge el Rectorado de la ULPGC y la de la Iglesia de Santo Domingo: "Hizo multitud de proyectos relacionados con la restauración, muchas cosas religiosas, aunque también desarrolló un trabajo muy largo como arquitecto libre".

Alemany fue miembro de la Comisión Vegueta-Triana de Las Palmas de Gran Canaria de forma ininterrumpida durante 27 años. El arquitecto José Luis Gago interpreta esta vertiente de preocupación por el patrimonio histórico como proyección de una honda preocupación social por parte del fallecido. "Se implicó socialmente, él no era un profesional que trabajaba exclusivamente para su negocio y para su vida, que sólo se interesa por desarrollarse como arquitecto", apunta.

Gago recuerda a Alemany como "un magnífico arquitecto, que colaboró en la ciudad, tanto por la parte del proyecto de catalogación de Triana-Vegueta como por la cantidad de edificios que restauró en Vegueta. Además de sus obras, tomó parte en la preservación y conservación del casco histórico de la ciudad. Desde que en los años setenta hizo el Plan de Ordenación para Vegueta y Triana, no dejó nunca de lado una labor continuada en el casco de la ciudad".

Este arquitecto recuerda que estas labores no son tan sabrosas crematísticamente, pero aun así Alemany les dedicó buena parte de su tiempo y esfuerzos profesionales: "En la defensa de valores de la ciudad no se gana tanto dinero, pero la sociedad lo agradece".

"Su labor como profesor de la Escuela de Arquitectura también es destacada", añade José Luis Gago, que recuerda que Luis "estuvo en la primera fase de la Escuela, a partir de 1968. Tuvo esa labor continuada dentro de la Universidad". Además, apunta otra destacada obra de rehabilitación fraguada por él, la del inmueble que acoge en la zona de Vegueta la sede del Colegio de Abogados de Las Palmas.

Vicente Boissier es el decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Gran Canaria (COAGC) y ofrece una visión algo diferente a la que aportaron sus dos otros compañeros, pues pertenece a una generación posterior a la de Luis Alemany, a quien vio encumbrado en la profesión cuando él se encontraba en sus años iniciales o estudiantiles.

Boissier comienza destacando el carácter erudito del fallecido, preocupado por conocer en profundidad las diferentes disciplinas que se dan cita en la tarea arquitectónica. "Alemany ha sido un estudioso de la arquitectura, fue maestro de arquitectos en la Escuela, lo recuerdo como un apasionado, un sabio de la historia de la arquitectura con un nivel de conocimiento alto. Como profesor dejaba una huella grande", comienza explicando.

Esta profunda implicación y esta alta exigencia no se traducían, empero, en una aspereza de la materia que impartía durante sus clases: "Tanto en el plano personal, pues era cercano y sencillo, como en el docente, conseguía que viésemos la arquitectura desde un plano distinto". De hecho, Alemany fue docente universitario durante una larga etapa que se prolongó doce años, impartiendo clase en las asignatu-ras de Historia del Arte, Historia de la Arquitectura y Proyectos, siendo Subdirector de la misma durante seis años.

En el ámbito profesional, el decano de la COAGC destaca de Luis que "su actividad estaba centrada en la rehabilitación e intervención de edificios de alto valor patrimonial, incluyendo muchísimas iglesias, como la de San Agustín".

Finalmente, Vicente Boissier traza una breve semblanza del fallecido: "Era una persona con valores, sencillo, géneros, deja una huella bastante entrañable. Se ha ido alguien importante, un poco sabio, un poco maestro, una persona sencilla".

Todos estos aspectos subrayados por los tres colegas no agotan la figura de Luis Alemany, que se implicó en otras iniciativas que dan cuenta de su curiosidad intelectual y su visión amplia de la arquitectura como un fenómeno que debe interactuar y dialogar con otras disciplinas. Así, colaboró el tomo IV de Historia de la Arquitectura Popular Española de Aguilar sobre la arquitectura en las Islas y se prodigó en diferentes publicaciones periódicas con artículos en los que hablaba sobre su especialidad.

Fue arquitecto de la Dirección General de Bellas Artes para el Archipiélago, desde el año 1968 hasta 1978 y miembro del Jurado del Premio Canarias de Acervo Histórico.