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Tecnología

Del WhatsApp también se sale

Las adicciones a los servicios de mensajería, los juegos 'online' y las redes sociales son ya habituales en las consultas psicológicas

Una joven jugando 'online' y con el movil. LP/DLP

Las adicciones también acechan agazapadas en el mundo virtual. Muchos jóvenes y no tan jóvenes sufren un enganche a los juegos online, los servicios de mensajería y las redes sociales. Son dependencias tecnológicas, que se inoculan sin necesidad de copas, cigarrillos o jeringuillas; sólo precisan de una conexión a internet. Conquistan a sus víctimas de forma novedosa, pero las arrastran a los mismos abismos tradicionales: mono, obsesiones, gastos compulsivos...

La psicóloga Yurena Tejera, que el pasado viernes dictó en la Universidad Internacional de Canarias una conferencia sobre estas patologías emergidas con la sociedad tecnológica, describe el cuadro de síntomas al que pueden abocar: "Son adicciones que no precisan de ninguna sustancia para provocar lo mismo que las otras. Estimulan el circuito cerebral del placer igual que cualquier droga. Generan síndrome de abstinencia, es decir que las personas se sienten mal si no pueden conectarse, y esto incluye síntomas físicos y psicológicos. También aparece la dependencia, con pensamientos obsesivos en quien no puede usar la aplicación o el programa, acerca de cuando volverá a hacerlo. Finalmente, cada vez se necesita estar más tiempo conectado, lo que se conoce como tolerancia". Todo esto puede dar lugar a sudoraciones, taquicardias, problemas estomacales, cambios de estado de ánimo y ansiedad, entre otras complicaciones.

Pero, ¿cómo detectar cuándo se ha cruzado el umbral? ¿Cómo saber si nuestra relación con la tecnología pisa ya terrenos patológicos? En las adicciones sin sustancias esta línea no parece tan nítida, pero Tejera apunta una serie de indicadores de que algo puede no ir bien, especialmente útiles para padres o educadores: "Cuando la persona no puede parar de jugar, tiene previsto jugar dos horas y acaba haciéndolo cuatro o seis. Cuando no puede dejar de pensar de forma obesiva en la próxima vez que se conectará. Cuando se siente mal o se enfada, llegando hasta a dar puñetazos a la pared, si no puede usar el móvil o se lo quitan, si se cae internet. Cuando olvida necesidades básicas como la comida o, el sueño..." Son señales a las que deben prestar la debida atención unos progenitores que a menudo se ven muy desconcertados ante estas situaciones. Porque la llamada brecha digital les lleva a sentirse rezagados respecto a sus propios hijos en el conocimiento del entorno tecnológico y su constante actualización.

Terapias

Como se afirma a menudo, es más fácil entrar en las adicciones que abandonarlas. El centro Aluesa, de la fundación Adsis, en el que trabaja Tejera, está especializado en terapias para dejar atrás estas dependencias. La psicóloga explica los detalles de estas travesías: "Son psicoterapias que duran entre un año y medio y tres años, que combinan sesiones grupales e individuales. Además, si son jóvenes se trabaja también con los padres".

Estos tratamientos de deshabituación tienen sus especificidades respecto a los que enfrentan otras adicciones. Y es que mientras que el dipsómano puede continuar su vida ajeno al alcohol y el cocainómano sin volver a acercarse a la cocaína, no se le puede exigir a una persona de nuestra sociedad que elimine de su existencia la tecnología, omnipresente en el desempeño diario. La estrategia en estos casos debe ser otra. "Tiene que haber un periodo inicial sin usar aquéllo a lo que se han enganchado, pero hay que tener en cuenta que casi siempre se enganchan a una cosa específica, el juego online,el WhatsApp... Tras ese periodo deben reaprender a usarlos, se les enseña a controlar".

En ciertos casos se puede acompañar esto de psicofarmacos para controlar los impulsos, "pero lo importante es la terapia cognitica conductual y emocional. Se trabajan conductas desadaptadas así como los pensamientos obsesivos que llevan a la conducta dependiente", añade la terapeuta.

Yurena conoce las dos caras de esta moneda, a su consulta llegan personas que han perdido su trabajo o que han dilapidado su salario mensual en apenas una tarde, apostando online a golpe de tarjeta de crédito. Pero también sabe que una gran mayoría logra superar el enganche con la terapia y sólo un 15% recae.

Rascando un poco bajo estas dependencias, a menudo los terapeutas dan con problemas más profundos o configuraciones psicológicas especialmente proclivas e las adicciones: "Encontramos distintos rasgos de personalidad, como la impulsividad y la búsqueda de sensaciones, personas a las que les gusta el riesgo y probar cosas nuevas. También observamos gente que no sabe esperar, que tiene baja tolerancia a la frustración o personas con pocas habilidades sociales". No pocas veces estas adicciones presentan comorbilidad, vienen acompañadas de otras patologías, como trastornos obsesivo compulsivos, trastornos alimentarios, de ansiedad, depresión u otras adicciones.

Finalmente, muchos acusan una profunda soledad, apenas enmascarada por la socialización a través de internet. "Hay aislamiento, están con gente pero realmente están solas con la tecnología", finaliza.

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