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Tribunales

"Me he sentido útil a mis semejantes durante mis años en la carrera judicial"

"El Consejo General del Poder Judicial debe desaparecer, porque este proyecto, como tal, es un fracaso", indica José Mateo Díaz, exmagistrado del Tribunal Supremo

El juez palmero José Mateo Díaz, exmagistrado del Tribunal Supremo. LP / DLP

¿Cómo ha recibido la noticia del homenaje que le dedicarán sus colegas del TSJC en el Gabinete Literario?

Pues un acto como este siempre viene a remover muchas cosas. En este momento de mi vida, me encuentro ya al final de muchas cosas, así que no entraba dentro de mis previsiones. En principio, se trataba simplemente de la entrega de un obsequio por parte de un grupo de amigos, pero parece que, para mi sorpresa, el tema se ha puesto a crecer y a crecer, y ha acabado en algo más grande. Pero tengo que agradecer este gesto, fundamentalmente, a Guillermo Reyes, autor del retrato con el que se me obsequiará el sábado. Guillermo es una persona verdaderamente polifacética, que le da a la política como practica el arte, y es un gran retratista y pintor realista, al que tengo que agradecer que se fijara en mí el año pasado para hacerme este retrato. Mi agradecimiento es infinito a todos los que creen que merezco un acto de este tipo.

¿Con qué aspectos se queda de toda una vida dedicada al mundo del Derecho?

En que he sido muy feliz en la carrera judicial, porque, fundamentalmente, me he sentido muy útil en todos los sentidos: a mis semejantes, a mi pueblo, a mis amigos y a mi gente. En mi vida profesional he estado siempre rodeado de compañeros extraordinarios, a los que nunca podré agradecer lo suficiente su amistad, su compañerismo y su sentido del deber. Yo entré en la carrera judicial en un momento de inflexión, cuando la carrera vivía estrechuras económicas notables. Y sin embargo, durante muchos años, sólo vi magníficos ejemplos de servicio en todos los que me rodeaban. Más adelante, empecé a ejercer la abogacía, que para mí también fue siempre un territorio muy querido. Siempre admiré el trabajo de los abogados, los respeté siempre al máximo porque es evidente las dificultades que entraña la labor que desempeñan. Por eso, me gusta hacer hincapié en que los abogados cumplen una labor social extraordinaria, que es tan impactante como la de los magistrados, los procuradores y los fiscales, a los que también quiero hacer un reconocimiento. Así que, en realidad, sólo puedo decir cosas satisfactorias de las dos profesiones que yo he ejercido en esta vida y eso, a decir verdad, me produce una gran satisfacción.

Con el juicio y criterio que le otorga una trayectoria tan distinguida como la suya, ¿qué situación atraviesa hoy la justicia española? ¿Cuáles son sus retos y problemas principales?

La justicia española, en sí misma, tiene prácticamente los mismos problemas que tuvo desde siglos atrás. En este momento, sigo pensando lo mismo que he dicho ya muchas veces y es que el Consejo General del Poder Judicial debe desaparecer, porque este proyecto, como tal, es un fracaso desde que su designación procede del Parlamento. Por eso, yo no culpo a la gente que cree que se ha politizado la justicia, porque en muchos casos ha sido así en mayor medida, incluso, de lo que la gente cree.

¿Qué reformas propone?

Pues yo empezaría las reformas a partir de ahí y volviendo a situarlo dentro del Tribunal Supremo, donde siempre tuvo. Luego, en mi opinión, estas reformas pasarían, evidentemente, por unos procedimientos más ágiles, sobre todo, en lo penal. Por supuesto, hay que acabar con este lamentable espectáculo de que una causa por corrupción tarde siete, ocho o nueve años hasta la celebración del juicio. Esto es algo verdaderamente incomprensible, que no puede continuar en este país. En fin, problemas hay muchos, pero jueces hay suficientemente preparados como para afrontar toda esta clase de retos. Lo que se necesita también son unos procedimientos en los que las garantías, tan necesarias, estén compensadas con la rapidez.

Usted vivió la llegada de la Democracia desde la judicatura, ¿la política y la justicia se acercan más de lo que debieran en el sistema democrático español?

Sin duda, en España se da un régimen democrático que podría funcionar mejor o, más bien, sus instituciones deberían funcionar más democráticamente dentro de ese sistema. En este sentido, los políticos siempre han buscado la solución a problemas determinados derivándolos hacia la búsqueda de soluciones judiciales. El problema surge cuando los tribunales que intervienen terminan arrojando resultados perversos. En este sistema democrático falla el sistema de impunidad de los propios agentes políticos, que toleran lo intolerable, y el ciudadano asiste a esa misma impunidad. Esto viene de muchos años atrás, evidentemente, y alcanza a casi todos los partidos políticos de todas las autonomías.

¿Y qué hay del mapa de la judicatura en Canarias?

Pues Canarias siempre ha tenido un territorio judicial peculiar. Desde siempre, en la provincia de Santa Cruz de Tenerife ha habido "más tranquilidad" que en la provincia de Las Palmas en lo que respecta al ámbito judicial. Creo que esa es la expresión que mejor lo define. Sin embargo, en la provincia de Las Palmas hubo una época en la que realmente no había jueces, y Lanzarote y Fuerteventura pueden hablar mucho de eso. Afortunadamente, esto se ha acabado y esa ha sido una de las cosas magníficas que se han conseguido, porque hoy por hoy, existe una plantilla judicial mucho más numerosa que la que históricamente tuvo siempre toda la carrera judicial.

¿Qué es lo que más le preocupa de la justicia en Canarias en la actualidad?

Después de la época del desarrollo económico se ha dado una serie de circunstancias ambientales muy peculiar, en las que no voy a entrar, pero que ha propiciado que, en la provincia Las Palmas, el ejercicio de la carrera judicial, al menos, en los últimos años, ponga a prueba la preparación. Más que la preparación, que es evidentemente indiscutible, porque hay jueces y fiscales muy bien formados, lo que se pone a prueba es la paciencia, su saber estar, su saber relacionarse. En unos pocos casos ha habido mucho ruido lamentable, que contrasta con el indudable buen hacer de la mayor parte de los trabajadores de los órganos judiciales, que son ejemplares.

¿Prefiere no dar nombres?

Yo soy una persona que siempre ha hablado muy poco en público, y cuando lo he hecho ha sido empujado por intereses y necesidades de expresión a las que, por mi condición, no podía sustraerme entonces. Por supuesto, prefiero no dar nombres, pero la verdad es que me siento muy, muy dolido de algunas cosas, como se puede sentir dolido el último ciudadano de Las Palmas. Son cosas que no tenían que haber ocurrido nunca.

Tras años al frente del Comité de Apelación de la Federación Española de Fútbol, ¿cuál es su relación con el fútbol y, en concreto, con la UD Las Palmas?

Pues tengo el honor de haber estado en la Junta Directiva de la UD Las Palmas en años pasados y de haber conocido allí a verdaderos caballeros, tanto en el ámbito de mis compañeros, que fueron directivos, como entre los jugadores de la UD, que son verdaderas personas ejemplares en tantas cosas y tantas signaturas deportivas que cubrieron brillantemente. Y, no como ex directivo, sino como canario y como aficionado al fútbol, me siento muy orgulloso de todos ellos y de su trayectoria. Y me siento también muy orgulloso de lo que está haciendo el actual grupo humano que capitanea los destinos de la UD Las Palmas, que está escalando puestos y metas que siempre anhelamos todos. Lo están haciendo muy bien y, como aficionado del equipo, tengo la satisfacción de sentirme un hincha verdaderamente feliz.

Con todo, ¿a qué dedica hoy su tiempo? ¿Echa de menos su labor en los tribunales?

Por suerte, ahora mismo hago despacho, no sólo en Las Palmas de Gran Canaria, sino también un poco en Madrid, y presido, como se mencionó antes, el comité de apelación en la Federación Española de Fútbol, que desempeño desde hace 12 años. Y todas estas cosas me permiten llevar una existencia que mitiga un poco la nostalgia que siento de una época ya pasada, en la que tenía en mis manos asuntos mucho más graves.

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