¿Cuáles son las claves del concierto educativo Pasaporte para Píccolo saxo y compañía?
Se trata de un concierto escolar que compuso André Pop, un compositor francés que frecuentó mucho la música de cine y que llegó a ser muy famoso por la primera parte de este concierto, Píccolo saxo y compañía. Esta primera historia presenta a los personajes, que celebran varios conciertos, mientras que en la segunda parte emprenden un viaje por el mundo, donde descubren distintos instrumentos, como la guitarra hawaiana, la balalaika, la mandolina o el cimbalón. La idea es mostrar a los niños los instrumentos de cada región e interpretarlos con el estilo y la música original de esos países. La obra se interpreta tal cual, sin arreglar ni adaptar nada. Y además, esta es la segunda vez que se interpreta en España, así que es casi un estreno.
¿Qué significa para usted debutar con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC)?
Sin duda, es un honor. A nivel personal, decidí hace cinco años dedicarme en cuerpo y alma a estudiar dirección de orquesta. Me fui a Italia y, luego, a Alemania, donde estoy estudiando un máster que terminaré en junio. Para los directores de orquesta es muy complicado tener acceso al mundo profesional, porque las horas de prácticas o de experiencia profesional que tenemos son muy pocas. En mi caso, he tenido la suerte de dirigir en Canarias a las Sinfónicas de Tenerife y de Las Palmas, y esta primera vez con la OFGC es un privilegio. Me siento muy emocionado por poder dirigir a esta orquesta referente, en la que se encuentran grandes músicos que, en algunos casos, han sido mis profesores y también grandes amigos.
¿Cómo decidió encaminarse hacia la dirección de orquesta?
Pues tendría que partir de una anécdota muy personal, pero que es muy real: recuerdo que, con apenas 7 u 8 años, cuando estaba empezando a tener contacto con la música y el violín, me subía a la cama y me ponía a imitar a los directores de orquesta, porque me parecía algo fantástico, casi mágico. Lo hacía por divertirme, claro, pero sí es verdad que era algo que me atraía y que guardé en el "cajón de los sueños por hacer". Así que terminé mis estudios de violín en Salamanca y regresé a Las Palmas de Gran Canaria, donde empecé a estudiar Dirección de coro y tuve la posibilidad de hacer un curso con un gran profesor italiano, Pierangelo Pelucchi, que identificó en mí ese talento y me animó a formarme. Así fue como redescubrí este sueño. Y a partir de ahí, me he formado en la dirección de orquesta en Alemania: durante dos años en la Hochschule für Musik, en Detmold y, ahora, en la Hochschule für Musik Carl Maria von Weber, en Dresde. Por lo tanto, ha sido un cúmulo de circunstancias, pero puedo decir, a boca llena, que estoy viviendo el sueño de mi vida. Y me siento un privilegiado por ello.
Para un director de orquesta en Canarias, ¿es imprescindible salir de España para formarse?
En Canarias tenemos a mucha gente que dirige y, para ser una isla tan pequeña, tenemos muchísima actividad musical, con proyectos y formaciones estupendas como Barrios Orquestados, la Orquesta Inegale, la OFGC, el Conservatorio Superior de Música, la Orquesta Universitaria... ¡Hay muchísimas actividades! Y eso es maravilloso y hay mucha gente que desempeña una magnífica labor. Sin embargo, en mi caso, para obtener una formación profesional y convertirme en un director profesional tenía que irme, no sólo de Canarias, sino de España, donde tampoco somos un país referente. Aunque hay varios puntos en los que se están empezando a hacer cosas muy interesantes en la enseñanza de la dirección de orquesta, Alemania es un referente europeo en este ámbito. Yo tengo como 20 compañeros sólo en la categoría de dirección y tenemos clases todas las semanas, prácticas con orquestas profesionales y conciertos con orquestas profesionales. Y todo esto te proporciona una base y una formación muy sólida, que luego te permiten poner en práctica oportunidades como esta que se me brinda con la OFGC. Este tipo de proyectos son como una masterclass para los propios directores, porque se aprende muchísimo y porque, además, los directores necesitamos pasar muchas horas con las orquestas.
¿Recuerda asistir como público a los Conciertos en Familia?
Claro, yo recuerdo venir cuando era niño a los conciertos escolares con la OFGC, así que este debut es como si se cerrara el círculo. Entre medias, tuve la oportunidad de tocar con la Sinfónica o la Filarmónica en estos conciertos, así que poder estar ahora al frente de la historia es un sueño. Hoy [por ayer] hicimos el ensayo general y fue una experiencia fantástica, porque la respuesta de los músicos fue más que admirable, me han recibido con los brazos abiertos y el ambiente es una maravilla.
¿Este tipo de proyectos funciona a la hora de inocular la música entre los más pequeños?
Por supuesto, es vital. Me parece algo fundamental y toda actividad al respecto es poca. Veamos, la música es un arte subjetivo, porque es algo intangible que se basa en sentir, así que en el momento en que los niños sienten, empiezan a sacar lo mejor de sí. Los niños se emocionan, ríen, juegan y todo eso es muy importante para su desarrollo emocional, porque aprenden a enfrentarse a esa emoción y a no tenerle miedo. La Filarmónica siempre ha hecho un gran trabajo en ese sentido y aplaudo cualquier iniciativa de este tipo.
¿Cuáles serán sus próximos pasos después de este debut?
Por lo pronto, me toca terminar el Máster en Dresde el próximo junio y, después, tengo algún proyecto que no puedo desvelar; un concierto con la Orquesta Inegale a partir de julio y preparar el sexto Concierto Popular de Año Nuevo con la Sinfónica de Las Palmas.
