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Salud

Cómo entender el trastorno límite de la personalidad

Algunos de los síntomas del TLP, como la ansiedad, la depresión y la impulsividad, pueden tratarse con medicación

Distintos estados de ánimo en el Trastorno límite de la personalidad.

El trastorno límite de personalidad (en adelante TLP) es un patrón permanente y rígido de experiencia y conducta que se aparta de lo que en la cultura del sujeto se considera habitual, y se manifiesta en la forma de percibir el mundo que le rodea, la afectividad, las relaciones interpersonales y el control de los impulsos. No se puede establecer una causa-efecto, porque el TLP se desarrolla por una combinación de aspectos biológicos y ambientales.

Si bien es cierto que los rasgos de la personalidad asentados no son fáciles de cambiar, ese comportamiento inadecuado que ha sido aprendido puede ser reaprendido y algunos de los síntomas del TLP que están más condicionados biológicamente pueden ser tratados con medicación.

Al igual que ocurre con la mayoría de trastornos del estado de ánimo y mentales, el principal problema es el estigma que recae sobre el TLP y la falta de concienciación.

El trastorno de personalidad genera una gran inestabilidad afectiva y conductual, que altera y perturba muchas áreas de la vida (formativa, laboral, afectiva, relacional) del paciente y de las personas con las que convive.

Pueden presentarse otras complicaciones asociadas, como trastornos del estado de ánimo, de la alimentación e incluso drogodependencias, que agravan el problema. Respecto al tratamiento farmacológico, hay medicaciones específicas para los síntomas que presentan personas con TLP (depresión, ansiedad, impulsividad, síntomas psicóticos) que resultan eficaces para disminuir su intensidad. La necesidad y el tiempo de medicación dependen de cada caso, por lo que se debe tener en cuenta la gravedad de los síntomas, la interferencia en la vida cotidiana y su evolución posterior en el tiempo.

A menudo, los familiares de las personas afectadas por este trastorno se sienten impotentes y confusos, no saben qué hacer, a dónde acudir, no entienden qué ocurre, qué están haciendo mal en su vida, qué han hecho mal para llegar a esta situación o qué podrían cambiar con tal de mejorar la situación que padecen.

Es muy importante no perder energías en buscar o atribuir culpabilidades. Eso no va a solucionar el problema, y sí enturbiarlo. Sería adecuado seguir una serie de pautas generales y otras específicas. Las generales pueden resumirse en las que se citan a continuación:

Establecer límites claros y directos; trabajar la colaboración en el manejo de los problemas y prestar atención a las crisis, pero intentar guardar y mantener la calma.

Desde un punto de vista más específico, se sugieren las siguientes pautas:

-Buscar siempre que sea posible que los padres actúen de mutuo acuerdo. Las inconsistencias entre los padres son una fuente de conflictos familiares graves.

-Establecer objetivos realistas que puedan conseguirse. Se trata de solucionar grandes problemas poco a poco. Trabaje en una sola cosa a la vez. Los grandes objetivos a largo plazo generan desaliento y fracaso.

-En lo posible mantenga las rutinas familiares. En la vida hay algo más que problemas, por tanto, no se pierda los buenos momentos.

-Escuche. Las personas necesitan que se tengan en cuenta sus sentimientos. Evite frases como "eso no es así". No intente que esos sentimientos desaparezcan. Es positivo utilizar las palabras para expresar miedo, soledad, inadecuación, ira o cualquier necesidad. Es mejor expresar los sentimientos mediante la palabra que pasar a la acción.

-No tolere el tratamiento ofensivo como rabietas, amenazas o golpes. Márchese y vuelva más tarde para seguir discutiendo el problema.

928 334050 - Teléfono de la Esperanza

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