BlueInGreen es una banda de cuidado y Morgan Hernández, un músico de leyenda. El proyecto que lidera el saxofonista tinerfeño, que toma el nombre en un gesto a Miles Davis y al tema homónimo que se incluía en el monumental Kind of Blue (1959), convierte el jazz en una coartada sonora por la que fluye el funk, el rock, la experimentación y la improvisación. Con un repertorio de piezas originales y relecturas de algunos clásicos, el que se defendió con notable solvencia en El Rincón del Jazz en el Auditorio Alfredo Kraus, la puesta de largo de este poderoso contenedor de todos los colores a los que se presta el jazz, con la grabación del que será el primer álbum, deja muy buenas sensaciones. Andaba Morgan Hernández buscando una banda estable para dar salida al repertorio propio cocinado en los últimos tiempos en medio de los de innumerables frentes musicales que se agolpan en su vida, y algunos arreglos mayúsculos a piezas de cabecera del jazz, las que cambiaron el lenguaje y el sentido musical del protagonista. Y la encontró en las teclas Miky Delgado; en la guitarra de Luis Merino; en el bajo de José Carlos Cejudo; y en la batería y percusión de Óscar López y Víctor Galván. Una alineación de lujo, que se divierte con lo que hace y contagia al público de esa vibración, con disciplina y que "se toma el trabajo en serio", según Morgan, pese a que cada uno mantiene una intensa actividad en distintos proyectos musicales. En favor de todos ellos, el músculo, la experiencia y el virtuosismo, cada uno en su parcela, que se ganó el aplauso del público el pasado sábado cada vez que el foco del concierto giraba sobre ellos.
"¿Están todos servidos?", exclamaba Morgan Hernández al público en una breve presentación. No hizo falta más porque la banda entró en materia con una enérgica Witch Hunt, de Wayne Shorter, para contaminar de una pulsión funk todo lo que vendría después: Snakes, Down, la contagiosa San Juan, de Miky Delgado, un ejercicio de elegante latin jazz; otro clásico revisitado con el sonido de BlueInGreen, Pithecantropus Erectus, de Charles Mingus; Dog with a bone; y la original deconstrucción de Beat It, de Michael Jackson, despojada de su estructura y convertida en una aterciopelada balada en la que Fasur Rodríguez puso voz. Con esto se había cubierto una larga hora de directo, que en su recta final ponía el acento en el jazz de factura isleña, con la versión de Nice Childhood, del pianista tinerfeño Polo Ortí; y dos generosas piezas para un cierre festivo en la gran noche de Morgan y los suyos: Motherfunker y Fucking Old Car.
