La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

"No construiremos un mundo mejor hasta reconocer la razón del otro"

"El ser humano, en realidad, enferma de dar demasiada importancia a las cosas y a sí mismo", señala el psicólogo Rafael Santandreu

Rafael Santandreu. LP / DLP

¿Por qué el método cognitivo?

Tuve una experiencia determinante: dejar de fumar. Tuve la suerte de ser la primera persona en España que leyó el libro Dejar de fumar es fácil si sabes cómo, de Allen Car, porque me lo pasó la editorial Espasa para que diese mi opinión. Era un fumador empedernido y lo dejé sin mono, disfrutando del proceso, de manera radical y total, y han pasado 18 años desde entonces. Fue brutal, porque me di cuenta de lo fuerte que era la mente para provocar y resolver problemas, es decir, leyendo un librito me liberé de manera fácil de una esclavitud como el tabaco. El método Allen Car es cognitivo, utiliza tu visión de las cosas para cambiar tu mundo emocional, cambia el diálogo interno de las personas para cambiar su mundo emocional.

¿Por ejemplo? Tabaco aparte.

El peor diálogo interno de las personas neuróticas lo llamamos terribilitis, la tendencia a decirse que cualquier adversidad es terrible, la guerra nuclear, el fin del mundo... Hace pocos meses me invitaron a dar una charla en la prisión Modelo de Barcelona y ahí conocí a un recluso que se llama Damián, tiene 30 años y está cumpliendo una condena de tres por tráfico de drogas. Y me dijo: "Rafael, lo que tú explicas, lo he aprendido aquí, en la cárcel, solo, porque estoy en el momento más feliz de mi vida. Me he dado cuenta de que se necesita muy poco para ser feliz. Me he dado cuenta de que antes estaba cargado de puñetas, me creaba necesidades inventadas y ahora ya no". Su familia no le cree y quiere mandarle un psiquiatra.

Total, ser feliz en Alaska, como en la Modelo o en Canarias.

Absolutamente. Otro de los grandes engaños en los que caemos es en creer, por ejemplo, que vamos a ser felices en una playa de Canarias o del Caribe tomando el sol y un daiquiri que en la oficina trabajando. Es exactamente igual, puedes ser igual de feliz.

El asunto es cómo.

Hay que combatir la terribilitis y la necesititis, que es la enfermedad del siglo XXI, la creencia de que necesitamos muchas cosas para estar bien. Y la gente más fuerte y feliz, como Damián en estos momentos, piensa que necesita muy poco para ser feliz. Cuentan que San Francisco de Asís al final de su vida dijo: "Cada vez necesito menos cosas y las pocas que necesito las necesito muy poco". Estoy seguro que era un tipo muy fuerte y muy feliz. Cuidado, siempre pensamos en cosas materiales con la sobreabundancia de necesidades, pero las inmateriales pueden ser peor todavía. Por ejemplo, necesito alguien que me quiera a mi lado o soy un desgraciado, necesito que me respeten, todo el mundo y todo el tiempo, necesito incluso una vida emocionante...

O vender más de un millón de ejemplares...

Tengo muy trabajado el concepto de la importancia de las cosas. En esta vida no hay nada muy importante. Si dentro de poco cae un meteorito y revienta la Tierra con todos dentro, ¿qué es tan importante? Nada es demasiado importante. Sí, he vendido muchos libros ¿y qué? Nada de esto es importante. Es interesante, pero no importante, hay que distinguir. El ser humano, en realidad, enferma de dar demasiada importancia a las cosas y a sí mismo. Es divertido y hacemos llegar un mensaje muy valioso a mucha gente, pero tampoco pasaría nada si no lo hiciera, el mundo seguiría rodando.

Pero ya lleva tres en seis años...

Y va a haber un cuarto y, posiblemente, un quinto también. La psicología cognitiva es una suerte de autoeducación, un método de autoaprendizaje, si quieres, no se acaba nunca, porque siempre podemos llegar más lejos en la fortaleza. Mis lectores lo saben y por eso siguen comprando mis libros, porque quieren más materiales.

¿Qué aporta en el último?

Llevamos el método cognitivo a un nivel superior. Mis anteriores libros sirven, fundamentalmente, para que el neurótico deje de serlo o para que el que se amarga la vida deje de hacerlo. En el último buscamos que la persona normal sea todavía más fuerte. Tenemos un objetivo más ambicioso: no ser normales, sino extraordinarios. Hay una parte de mi labor que, más que de psicólogo, es de asesor en fortaleza, porque trabajo con deportistas de élite y grandes ejecutivos que todavía quieren rendir mejor y ser más felices. El propósito de Ser feliz en Alaska es más el desarrollo personal que la cura de la neurosis, vamos más lejos aún a nivel de fortaleza, ausencia de complejos, capacidad de disfrutar, pérdida de temores...

¿Y la escritura no resta tiempo de atención a sus pacientes?

Es parte de la actividad y quizá la más importante. Cuando empecé a escribir mis libros, ya tenía una consulta en Barcelona llena de pacientes y mi hermano pequeño, que es muy budista y muy espiritual, me preguntó: "¿Cuánto cobras?" Tanto. "Es mucho, solo se lo pueden permitir personas que se ganen muy bien la vida". Es verdad, pero tampoco puedo llegar a todo el mundo. Y me quedé pensando en la manera de llegar de la manera más económica posible. Con un libro de autotratamiento, por 15 o 16 euros, puedes ser tu propio psicólogo. Prácticamente, todas las personas que se acercan a que les firme el libro han hecho la terapia por su cuenta y vienen a decirme lo mucho que han cambiado. Recibo a la semana unos cien correos electrónicos o mensajes de Facebook de personas de toda España y parte del mundo que me agradecen los libros. Es la misión más amplia, la principal.

¿El boom de autoayuda evidencia una sociedad enferma?

Sí. Existe un síndrome de enfermedad emocional que no para de crecer. Cuando empecé a estudiar psicología, el índice de ansiedad y depresión era del 10%, ahora es del 30% y sigue subiendo. La sociedad produce un fuerte malestar, una neurosis fuerte, por eso la gente necesita soluciones.

¿Por qué?

La sociedad es cada vez más presionante, nos vuelve hiperexigentes. Solo hay que comparar las exigencias del hombre actual con la de nuestros abuelos, no hace tanto tiempo, 60 años. Tienes que ser elegante, delgado, tener muchos amigos, estudios, casa bonita, viajar... Y si no, eres un maldito gusano. Y nuestros abuelos, tenía cero de esas necesidades. Las sociedades, cuanto más opulentas son, más posibilidades tienen de caer en la superexigencia. Y eso conduce a la neurosis, a no ser que estés muy bien educado emocionalmente.

Al menos, ya se acude al psicólogo o se leen manuales.

Si la gente siguiese teniendo prejuicios con el auge que hay, sería mucho peor. Es inteligente darse cuenta de que la complejidad de nuestra sociedad hace necesaria una mayor educación en cuestiones emocionales.

¿Qué trastorno predomina?

El número uno es el relacionado con el amor. O el desamor, que es la excusa número uno de los suicidios. Existe la creencia irracional de que necesitas pareja para ser feliz, una gran falsedad. Incluso podría afirmar que tener pareja no es la manera más natural de ser feliz. De hecho, es más fácil ser feliz sin que con pareja. La exigencia de tener pareja es mucho más fuerte que nunca, porque ahora tiene que ser una buena o excelente y antes uno estaba más o menos contento con cualquiera. Las exigencias actuales son 10 veces más altas que nunca en la historia.

Maldito progreso entonces...

Otro de los males de nuestra sociedad es que queremos tener demasiado la razón, las personas individuales, sin darnos cuenta de que el ser humano es burro por naturaleza y a la vez maravilloso. Ahora, me considero de todos los partidos políticos, simpatizante del PP, del PSOE, de IU, del PNV, hasta de CiU, de todos, porque creo que todos tienen una parte de razón. Nadie está de acuerdo conmigo, seguro, poca gente me va a entender, lo rechaza. Parece ser que tienes que alinearte con determinada razón, cuando nadie tiene la razón completa. De la estupidez de querer tener toda la razón peca el político medio y el ciudadano medio. También tengo un gran respeto y admiración por todos los presidentes que ha habido en España y pienso que son personas mucho más preparadas y han hecho un mejor servicio que el que podría hacer yo jamás. Preferimos activar la queja eterna y creer que tenemos más razón que el resto de las personas. Hasta que no reconozcamos la razón del otro, no empezaremos a construir un mundo mejor.

Compartir el artículo

stats