¿Por qué presentan el tema de la diversidad funcional desde el aspecto sexual principalmente?
En España, desde el inicio de la democracia, nunca se ha cumplido una ley sobre diversidad funcional. Y no se cumple porque no hay voluntad política, y no hay voluntad política porque no hay presión social, y no hay presión social porque existe una manera de mirar a la diversidad funcional como personas que estamos bien metidos en una residencia, cuidaditos, o en el domicilio de mamá, aunque mamá ya tenga ochenta años. Hay que cambiar esa mentalidad. Y eso tiene que ver mucho con romper dinámicas de infantilización que hace que se nos trate como niños que son dependientes. Y se considera natural que vivamos situaciones de dependencia, cuando estas no son naturales. Por eso la idea de sexualizar la diversidad funcional es una manera de romper esas dinámicas de infantilización y se pueda trabajar de otra manera, situado en el terreno de lo político.
¿Y cómo se consigue?
Hay que cambiar las ideas que tiene la gente en la cabeza de cómo funciona la diversidad sexual. Cambiar ese imaginario colectivo, esas leyes no escritas que son las que están funcionando y hacen que las escritas no se cumplan. Y decidimos hacer un documental donde el cuerpo estuviese presente de manera clara, no de manera gratuita. Siempre que hay una imagen explícita en el documental es porque nos parece que tiene cierto sentido y un contenido político. Y ese fue el planteamiento: mostrar, visibilizar a las personas con diversidad funcional como cuerpos deseantes y cuerpos deseados, con toda esa intención de sexualizar para politizar.
¿Es esa la intención del documental que han presentado ?
La intención es que no fuese sobre gente rara haciendo cosas raras, sino que, a partir de poner el foco en los cuerpos que son marcadamente diferentes, hablar de cosas que tienen que ver con la vida de cualquiera: la relación con el propio cuerpo, la construcción del deseo, la vivencia de los placeres o no. Todo eso son cuestiones sobre las que el común de la población no tiene elementos sueltos, y desde lo más marcado de la diferencia, hacemos un efecto lupa que nos permite hablar de la vida de cualquiera. Llevamos casi dos años y la experiencia, en los países más diversos, nos ha reforzado en eso, en que es más fácil hablar de cosas.
¿La gente tiene un concepto erróneo de la vida de una persona con discapacidad funcional?
Completamente. Sólo cuando tienes una experiencia muy cercana, a partir de ahí te haces una idea. Pero las personas con discapacidad funcional seguimos apartadas de los canales de las dinámicas sociales. Sigue habiendo escuelas especiales que nos apartan para estar con otros niños, sigue habiendo residencias o centros de día, hay como un universo paralelo que hace que no haya convivencia. Y cuando no hay convivencia es imposible entender la diferencia. Lo que hace el cerebro, cuando no tiene una experiencia de algo, es poner un espacio en blanco, inventarse esa realidad a partir de lo que la cultura le dice que es eso. Entonces, el relato que existe sobre el tema es muy estereotipado y bipolar. Sólo hay dos clases de personas. Uno es el desgraciado que tiene una serie de problemas terribles y que, habitualmente, quiere suicidarse. Este personaje funciona muy bien porque todo el mundo se alegra mucho de no ser él y vende mucho, el pensar que hay otros que están peor es algo que consuela mucho. Y en el otro extremo está el gran héroe, la persona que hace cosas extraordinarias que inspiran mucho a los demás, a pesar de que su vida sea todo un calvario.
¿Y ustedes están luchando contra todos estos estereotipos?
Nosotros construimos un aparato social mucho más rico en el que una persona con discapacidad tenga sus referentes culturales como otro cualquiera a la hora de proyectar su vida. Y las demás personas puedan construir una imagen de lo que es la discapacidad funcional ajustada a la realidad.
¿Cuántas personas hay en esta situación en España?
Según las oficiales, alrededor de un 15%, entre cinco y seis millones de personas. Pero es un colectivo sin voz pública porque las mismas condiciones de vida te apartan de las corrientes principales. Es un colectivo muy apartado del foco de todo lo que es lo cotidiano.
El título del documental, Yes we fuck , sugiere que podría ser una película porno.
Sí, pero eso ya es una muestra de lo mal que está la situación. Prácticamente ningún otro grupo social se vería en la necesidad de decir "sí que tenemos sexo". Otra cosa es que tengan que explicar cómo. Y es que el primer peligro es considerarnos como asexuados, como angelitos eternos. Tenemos que hacer un efecto sacudida y decir, "sí, follamos", y decirlo de esta forma algo cruda, porque normalmente la manera de aproximarnos es lo espiritual y el amor. El título ayuda a ese efecto sacudida.
¿De qué trata el documental?
Son seis historias independientes con personas con diversidad funcional y alguna cuestión vinculada a la sexualidad. No hay un intento de describir esa realidad, sino incidir desde ángulos diferentes para poner en cuestión los clichés con los que la gente se aproxima a la cuestión de la diversidad sexual, y de la sexualidad en particular. Así, cuando la persona deja de ver el documental sigue sin saber cómo es la sexualidad de las personas con diversidad funcional, pero empiezas a sospechar que no era como pensabas. Y tienes que ir un poco más allá de los clichés. Este tema también lo tratamos en el filme Vivir y otras ficciones, que presentamos en el Festival de San Sebastián y en mayo esperamos estrenarla.
¿Qué mensaje que se puede extraer de ambos trabajo?
Que al final el hecho sexual es algo que nos atraviesa a todos. Y vivir el deseo como algo cotidiano es un motor de la vida y determina mucho nuestro vínculo con los demás. Lo que es diferente en una persona con diversidad funcional es cómo se mueven los cuerpos, o sienten las cosas. En la incapacidad intelectual se percibe el mundo de manera diferente. Y hay que encontrar otras maneras de que eso permita evidenciar el deseo y el placer. Con estos trabajos se consigue una sexualidad más rica para el conjunto de la población, es una aportación que hace la diversidad funcional a la sexualidad humana.
¿Y en qué consistiría concretamente esa aportación?
En que puedas darte cuenta de que la relación con el cuerpo es algo que hemos construido muy mal, y al final hay un montón de gente sufriendo de forma muy estéril. En decir "yo porque soy gordo, yo porque soy flaco". Un sin sentido de no aceptar la diversidad humana. Eso es algo muy universal, y por eso la película conecta con mucha gente, porque hace pensar en cómo tomamos decisiones difíciles, en qué cosas decidimos encajar para vivir de forma más cómoda, y en cuáles tenemos que revelarnos para decidir que no queremos ser normal. Que la gente sea consciente que esas cosas son decisiones y construcciones sociales que hacemos, y que no son realidades inamovibles.
También abordan el tema la asistencia sexual. ¿Cuál es la función de la persona que tendría esta responsabilidad?
La asistencia sexual es un apoyo para que la persona con diversidad funcional pueda acceder a su propio cuerpo, explorarlo, ver dónde siente, masturbarse, o ayudarle a tener prácticas sexuales con otras personas. Es una figura de apoyo para el sexo consigo mismo o con otro. Muchas personas con diversidad funcional no puede optar a tener prácticas, y el asistente sexual es ese alguien que se convierte en nuestras manos, sólo que en vez de utilizarlas para comer, ducharse, vestirse, etc, las utiliza sólo en el contexto sexual. Hemos abierto una web para las personas que necesiten ese apoyo puedan recibirlo y que se llama asistenciasexual. org. Es una página web con información y con un espacio donde los asistentes puedan ofrecer sus servicios, además de incluir una zona de ligue y algunos vídeos explicando cómo es esto.
