Una nueva vuelta de tuerca del gobierno de EE UU en su política migratoria hace levantarse a las empresas de Silicon Valley. En esta ocasión, Donald Trump termina con el sistema de visados más utilizado en la cuna mundial de la tecnología. Con Silicon Valley herido, otros países como Canadá, Francia o China tratan de absorber el talento que se escapa por las fronteras americanas.

Los empleados de Apple, Facebook o Google sen ven especialmente afectados por la retirada del visado H1-B exprés, que permite a un empleado extranjero especializado en matemáticas, informática, ingeniería o medicina obtener su visa de trabajo en 15 días. Esta tramitación rápida de los permisos dejará de funcionar el 6 de abril y en consecuencia, la contratación de no estadounidenses se complica. La medida supone un duro golpe para Silicon Valley que cuenta con un gran porcentaje de mentes extranjeras en áreas de informática y matemáticas; el 74% de la plantilla de entre 25 y 44 años según el instituto de estadística Joint Venture. Fichar a los mejores es el mantra de las grandes tecnológicas. Por las venas de Twitter, Netflix, Amazon o Tesla corre talento extranjero. El propio Steve Jobs, fundador de Apple, es de origen sirio.

La tecnología parece estar en el punto de mira de Trump. A principios de año hizo temblar los pilares de Silicon Valley (y del mundo entero) con su veto migratorio, que terminó bloqueado por el Poder Judicial. Las medidas del presidente se recibieron en la industria tecnológica como un ataque directo a sus valores y modelo de negocio. Un total de 97 compañías presentaron un escrito legal para oponerse al decreto. Hace un mes, la retirada de la subvención para el proyecto de un tren eléctrico hasta el valle se ha visto como otro asalto del gobierno norteamericano. Un dato casi anecdótico en una batalla de grandes dimensiones. Trump sigue adelante con su idea de restringir la entrada de refugiados y ciudadanos de países musulmanes aunque no se mete con los actuales residentes.

En el interior de Estados Unidos se respira un clima xenófobo que podría provocar la huida de los trabajadores y compañías de Silicon Valley. La comunidad internacional se frota las manos y abre sus brazos para recibir las ideas y el talento extranjero.