La apertura este miércoles en Santander del juicio por la mujer que quedó parapléjica al huir de su maltratador, según la Fiscalía, arrancó con un crudo testimonio de la víctima, que, entre lágrimas, narró los hechos al tribunal.

La Audiencia de Cantabria juzga al agresor, un hombre de 39 años que se enfrenta a una condena de más de 21 años de cárcel y a una indemnización de más de medio millón de euros por delitos de violencia doméstica y de género, lesiones y maltrato familiar.

La víctima quedó parapléjica en mayo de 2015, cuando saltó por la ventana desde un primer piso para huir de la paliza que su pareja le estaba propinando delante de su hijo de tres años y medio, según contó ella y se recoge en el escrito de acusación de la Fiscalía.

La mujer relató a petición propia sin biombo y a escasos metros del presunto maltratador, que las agresiones, que empezaron en 2009, a los dos meses de empezar la relación, eran habituales, aunque no diarias, y se producían a cualquier hora del día, hubiera bebido él o no.

La noche en la que quedó parapléjica su pareja llegó a casa, entró en la habitación, la tiró de la cama, la arrastró por el suelo y le pegó patadas y empujones mientras le llamaba "hija de puta" y le decía continuamente que iba a acabar con ella y que no iba a salir "de allí viva".

En su declaración, la mujer ha contado que la pegó en presencia de su hijo, que entonces tenía tres años y medio, quien no paraba de llorar y pedía a su padre que no matara a su madre. Según su relato, en agresiones anteriores, ella le preguntaba por qué lo hacía y le pedía que parara y él reaccionaba y se marchaba, pero en esta ocasión no lo consiguió.

Por eso, pensó que la única opción que le quedaban era ponerse de pie en el alféizar de la ventana para ver si así reaccionaba.

"Al ver que venía hacia mí como un loco tuve que saltar para escaparme", ha afirmado la víctima, quien ha explicado que lo hizo para huir y salvarse, porque le vio que iba hacia ella diciendo "so puta, te mato".

La mujer quedó tendida en el jardín de la vivienda, a donde, según su versión, el agresor tardó en llegar menos de un minuto.

Entonces, la cogió las piernas, se las zarandeó y empezó a darle patadas en la cabeza y en la tripa.

Cuando paró y entró en casa, ella pidió a su hijo que buscara un teléfono y llamó a la Guardia Civil y a su familia.

Sin embargo, el acusado sostiene que "nunca" la ha pegado, que mantenían una relación "muy normal" y "muy buena" y que no recuerda lo ocurrido esa noche porque había bebido. "Le habré podido decir de palabra bastantes cosas, pero pegarle nunca jamás", ha mantenido en su declaración.

Según su versión, esa noche estaba "muy nervioso" y cuando llegó al chalé en el que vivían subió a la habitación e inició una discusión con su mujer, aunque no sabe por qué.

Sí recuerda que salió un momento de la habitación y cuando volvió a entrar vio que la ventana estaba abierta y que su pareja no estaba y entonces pensó: "Dios, pero qué ha hecho esta mujer".

Después, bajó a la planta baja y la vio tendida en el suelo del jardín, por lo que le dijo que no le tomara el pelo y que se levantara, pero ella le contestó que no podía, por lo que decidió cogerla por los brazos y llevarla hacia la escalera.

A continuación, regresó a casa "todo nervioso y todo acelerado", dejó abierta la puerta del salón para que ella pudiera entrar, subió a la habitación, se metió en la cama y se durmió, hasta que le despertó la Guardia Civil.

El hombre aseguró que "nunca, jamás" la ha agredido y que no recuerda nada de la noche en la que su mujer saltó por la ventana para "salvarse" y "huir", como ella ha relatado.