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Salud

Una tercera edad sin ataduras

Sanitas El Palmeral elimina el empleo de sujeciones en el cuidado de sus residentes

Una tercera edad sin ataduras

La autonomía y la libertad de movimientos son preciosos dones a cualquier edad. Sanitas El Palmeral es el primer centro residencia y centro de día de su clase que cuida a sus mayores sin necesidad de usar sujeciones, rompiendo así con una tradición terapéutica secular. "Cada vez que tú sujetas a alguien le estás haciendo perder la dignidad", afirma Aday Benítez, médico del centro, cifrando en una frase la filosofía que impulsó un cambio tan importante.

Se puede ver a los residentes desplazándose por los pasillos de este centro ubicado en Siete Palmas o compartiendo alguna de sus salas. Unos van en sillas de ruedas, otros aún pueden hacerlo por su propio pie: ninguno está sujeto. Dos años y medio han tardado los responsables de El Palmeral en completar este cambio para toda la población de la residencia. Detrás hay trabajo, planificación y, también, imaginación.

Comencemos señalando las desventajas del paradigma terapéutico de la sujeción, aquéllas que motivaron el cambio. Pablo Rincón, director del centro, asegura que el establecimiento de sujeciones crea una especie de círculo perverso que se realimenta. "Es un círculo que hay que romper", comienza afirmando, para detallar a continuación cómo funciona esta rueda: "El uso de sujeciones físicas suele venir provocado por miedo a que los mayores sufran caídas y por la incapacidad para buscar soluciones alternativas de protección. Una persona con demencia, con una tendencia a levantarse que le genera un problema de caídas, es atada la segunda vez que se cae".

Esta solución tiene, empero, una serie de efectos adversos que no tardan en aflorar: "Al atarla a una silla de ruedas para que no pueda hacer el gesto de levantarse y caminar, esa persona con demencia, que no entiende lo que le está pasando, se agita. Como se agita, comienza a haber signos de alarma por parte de todo el personal. Así, el siguiente paso es el uso farmacológico para reducir la agitación, la llamada contención química".

Vemos que la sujeción a la silla de ruedas ya se ha desdoblado en una contención química, pero la cosa no queda ahí. El director continúa: "Por la contención química, la persona va a estar más desorientada. Alguien que probablemente se levantaba por la noche para ir al baño y deambulaba tranquilo, ahora lo hará sedado y aumentará el riesgo de caídas. Al caerse de noche volvemos al punto de inicio y decidimos usar sujeciones también en horario nocturno. Empezamos con barandillas en la cama, pero como se las salta pasamos a otras contenciones, como las sábanas fantasma o el cinturón de cama. Al final la persona está atada las 24 horas".

Este proceso iniciado por la sujeción en silla de ruedas durante el día va estrechando un cerco en torno al residente, que al final ve su autonomía reducida a todas horas por una serie de contenciones físicas o psíquicas que erosionan su calidad de vida. Porque tener a personas sujetas acarrea consecuencias clínicas, desde el aumento de la osteoporosis a la depresión pasando por la incontinencia urinaria.

Todas estas contraindicaciones llevaron a los responsables de El Palmeral a decidirse por una terapéutica sin sujeciones. "En este centro desde hace dos años y medio no se concibe esta metodología como alternativa terapéutica. Se ha erradicado y ni siquiera contemplamos la sujeciones en la caja de herramientas para trabajar las demencias", explica Rincón. No es una decisión fácil. Tal como señala el doctor Benítez, "una vez que se pone una sujeción porque alguien se cae, hay un miedo a quitarla". Romper con esa inercia exige un plus por parte de todos, así que hubo que buscar soluciones originales y meditadas.

Afrontar una terapia sin sujeciones requiere un cambio de chip. Para empezar, se elaboran planes individualizados de cada residente, que evalúan sus factores de riesgo. Estos planes vienen a determinar qué hacer con cada persona durante las 24 horas. Se trata de centrarse en el día a día del residente y no dejar nada al azar.

"Hacemos un estudio biopsicosocial de la persona, de cómo pasa sus 24 horas y lo que implicaría que no tuviera sujeción. Detectamos en qué momentos del día tiene riesgos y establecemos estrategias para minimizarlos", especifica el director.

Todos han de verse involucrado en esta acción. El personal del centro al completo, desde los trabajadores de la limpieza hasta el personal técnico, se ven concernidos por la iniciativa. También los familiares, a menudo atemorizados ante un cambio de este cariz. Tienen que ver que sí se puede llevar a cabo. "La base de la información al familiar para poder quitar una sujeción es explicarles que toda persona mayor tiene un riesgo de caída, bien porque hay problemas articulares, de coordinación o de cognición. Hay que asumir que la gente mayor se puede caer", señala el facultativo del centro.

Entonces, ¿un programa como el puesto en marcha por El Palmeral supone un rebrote de las caídas? "Trabajando sin sujeciones hay un muy ligero repunte de las caídas, pero una reducción drástica de sus consecuencias", explica el director del centro, "se toman medidas no tanto encaminadas a que las personas no se caigan, porque se prima su libertad de movimientos y su dignidad, sino a que si se caen se hagan el menos daño posible".

Aquí entra la imaginación y la creatividad. Se trata de habilitar una batería de medidas, teniendo en cuenta que cada persona tiene las suyas. Por ejemplo, en un dormitorio se puede situar un sensor de movimiento, que dé la alarma cada vez que el residente abandona la cama en periodo nocturno. Asimismo, se puede acolchar toda la habitación de una persona que deambula de noche, retirar mobiliario, proteger zonas de impacto como las esquinas o bordes de cama? Se trata de fabricar un entorno seguro. De gran ayuda son las camas ultrabajas, para que la eventual caída suponga en realidad un desnivel de 20 centímetros, un impacto inexistente.

También hubo que reforzar la seguridad pasiva del edificio, de forma que tiene codificadas todas las salidas y los accesos a los ascensores para que los residentes no puedan adentrarse solos por una zona que ponga en riesgo su seguridad. Y se retiró mobiliario de los pasillos.

El personal, que ha sido especialmente formado al efecto, ha adquirido una sensibilidad muy especial y despliega una labor coordinada. "Hay que hacer un cambio de conciencia. Lo fácil es atar y cuando tienes esa solución no buscas otra, pero al eliminar esa herramienta estamos obligados a trabajar mucho más coordinados. Así, tenemos todas las semanas un comité de caídas en el que se analizan todas y se realizan planes personales para cada usuario que se ha caído en la última semana. Eso es lo que evita que haya consecuencias graves. Es una manera diferente de trabajar, una inversión de tiempo y energía por parte de todo el equipo", finaliza el director, que resume en una frase el cambio de paradigma que supone retirar sujeciones: "No puede ser que la estructura del centro, tanto física como organizativa, condicione la calidad de vida de los usuarios. Es al revés, se debe adaptar a ellos".

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