Ella Fitzgerald, la vocalista que cautiva desde la década de los 30 a toda una legión de amantes del jazz, será recordada hoy en el que hubiera sido su 100 cumpleaños con tributos por todo el mundo, desde la Nueva York que la vio crecer hasta Viena, la capital de la música clásica. "Su voz es la voz de una adolescente perpetua esperando a ver qué le trae la vida", dijo a Efe el crítico de jazz Stuart Nicholson, biógrafo de esta cantante estadounidense cuya voz "clara, cálida y natural", apuntó, tiene una "cualidad intemporal".

Apodada la primera dama de la canción, Fitzgerald comenzó su carrera a los 17 años, cuando ganó el concurso amateur del mítico Apollo Theater de Harlem al improvisar sus letras imitando instrumentos; una técnica, la del scat, que utilizaría más adelante en su extensa trayectoria merecedora de 13 premios Grammy.

Desde aquel escenario, que catapultó a otros genios como Billie Holiday, Sara Vaughan o Stevie Wonder, la también considerada "reina del jazz" dio el salto en 1935 a la orquesta de Chick Webb, que llegó a dirigir durante tres años antes de lanzarse a cantar en solitario.

Fue con una canción dedicada a Webb, A Tisket a Tasket (1938), como Fitzgerald, cuya melodiosa voz tenía un rango de tres octavas, consiguió su primer éxito, al que seguirían también duetos con iconos del jazz desde Louis Armstrong o Duke Ellington hasta Frank Sinatra o Dizzy Gillespie.