Asediado en la Casa Blanca por los escándalos, el presidente de EE UU, Donald Trump, ha dado pábulo a un susurro que recorre Washington: la posibilidad de que se vea forzado a transferir el poder a su vicepresidente, Mike Pence. La presidencia de Trump, que sólo lleva cuatro meses al frente del país, parece vivir en un estado de crisis permanente, desde que el mandatario fulminó el 9 de mayo a Comey como director del Buró Federal de Investigación (FBI).

Aunque aún suena a ciencia-ficción política la posibilidad de que el gobernante dimita o sea destituido por la trama rusa, conocida ya como Rusiagate, el susurro de dos palabras, "presidente Pence", ha cobrado fuerza en la capital estadounidense. "Si lo que The New York Times reportó es cierto, Pence está probablemente ensayando", declaró esta semana al diario Político un congresista republicano, que pidió el anonimato. En caso de que el Rusiagate acabara tumbando a Trump, el vicepresidente asumiría el poder por mandato constitucional, eventualidad que abrazan algunos analistas conservadores, como Erickson.