La Provincia - Diario de Las Palmas

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"Como medida urgente, en España, debe fomentarse el segundo vástago"

"En los países ricos tener hijos se percibe como de derechas; en los pobres, al revés", explica el profesor emérito de Geografía de la Universidad de Navarra

Alban d'Entremont. LP / DLP

¿Hacia donde camina España en los ámbitos demográficos?

La situación demográfica española es altamente preocupante. Los niveles de fecundidad, desde los años ochenta, están por debajo del nivel de reemplazo generacional y la mortalidad es relativamente alta, con 9 fallecimientos por mil habitantes, lo que significa que el país se halla en una situación de crecimiento cero, paliada en parte por la inmigración. La nupcialidad está en niveles mínimos y sigue bajando, y tanto hombres como mujeres se casan ya cumplidos los treinta; los índices de dependencia económica aumentan y cada vez hay más ancianos y menos jóvenes. Es una situación estructural que va a prolongarse en el futuro, a no ser que se produzcan cambios radicales, que no se vislumbran.

¿Cuál es la causa de este desierto demográfico?

La principal es la drástica reducción de la fecundidad en las últimas décadas, que ha resultado en una penuria de jóvenes y una proporción elevada de ancianos. España ha pasado, desde los años setenta, a tener alrededor de 3 hijos por pareja, a sólo 1,3 de promedio, uno de los niveles más bajos del mundo. También influyen los nuevos estilos de vida al margen del hogar, los años de estudios universitarios que hacen retrasar la formación de familias, la incorporación de la mujer a la vida laboral o la crisis.

¿Eso es todo?

Ha habido un enorme cambio de mentalidad respecto al matrimonio y la familia; una marcada inversión de valores que priman otros aspectos del individuo. A ello añadimos el impacto de la contracepción, las rupturas matrimoniales y la incidencia del aborto.

Los hijos implican riesgo y valentía. ¿Somos más cobardes que nuestros padres y abuelos?

No creo que sea una cuestión de cobardía, sino de nuevos modos de enfocar la vida. Antes, lo normal era casarse joven y labrarse una vida digna y estable con un trabajo y una familia. Hoy hay muchas aspiraciones, todas ellas legítimas, por supuesto. Aunque es cierto que la generación de nuestros padres se caracteriza por su valentía y empeño.

¿Tener hijos es de derechas?

No tendría que ser así, pues la familia es base de la sociedad; pero es cierto que en Occidente se tiene esta percepción. En los países pobres es al revés: son las clases de menor renta las que tienen más hijos. La renta, en los países ricos, sí influye en la decisión de formar familias y en el caso de España también la falta de apoyo contundente por parte de las administraciones políticas.

¿Un apoyo de las administraciones públicas, contribuiría a relanzar los nacimientos?

Creía que no era determinante, pero los hechos han demostrado que sí. Cuando hay ayudas la natalidad repunta. Pasó en los países escandinavos y en Francia, donde la fecundidad subió en los últimos años. España se encuentra a la cola en ayudas.

Mitterrand impulsó la política del tercer hijo. ¿Algo así sería factible en España?

Será factible sólo si las autoridades competentes se comprometen, y no veo que exista esa voluntad. Pero con eso no basta, las deficiencias demográficas están ya enquistadas en las estructuras poblacionales de España. Durante dos o tres generaciones, el país seguirá arrastrando desequilibrios y disfunciones.

¿Por donde se empieza?

Hay que empezar, como medida urgente, con el segundo hijo, y no obstante con sólo dos hijos, no se renuevan las generaciones ni se detiene el envejecimiento.

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