Aunque parezcan la solución (médica) a todos los males, los antibióticos no sirven para cualquier enfermedad. Los antibióticos acaban con las bacterias pero no con los virus y esa es la principal confusión entre los pacientes que acuden al médico aquejados por diferentes patologías. Aunque los síntomas se parezcan, no todas las enfermedades son iguales y, por tanto, el fármaco que tiene que tomar para curarse (o para mejorar los síntomas y sentirse mejor) no es el mismo siempre. Lo que unas veces funciona, otras no.

Casi el 90% de las recetas de antibióticos se prescriben en Atención Primaria. Esto es debido a que las enfermedades infecciosas representan una de cada tres consultas de los pacientes, por lo que el primer nivel asistencial al que accede el paciente cuando se siente enfermo es clave para tratar el problema de las resistencias a este tipo de medicamentos cuya administración tiene que estar sujeta a criterio médico. Esta resistencia a los antibióticos es actualmente uno de los mayores problemas de salud pública a nivel mundial, dado que el número de infecciones causadas por bacterias resistentes a estos fármacos se está multiplicando por el consumo generalizado de estos medicamentos, en muchas ocasiones cuando no es estrictamente necesario su administración.

Este es un fenómeno complicado, ya que esta excesiva prescripción de los antibióticos se debe a diversos factores. El principal es que el 99% de las patologías infecciosas se tratan en Atención Primaria. Luego puede haber causas secundarias, como casos de mala interpretación de los síntomas, o la exigencia del propio paciente, que piensa que si no se le receta antibióticos no se curará o lo hará lentamente.

Vicente Olmo, farmacéutico de Atención Primaria, aseguró ayer que "este tipo de medicamentos solo deben emplearse bajo prescripción de un facultativo y nunca, bajo ninguna circunstancia, debe un paciente automedicarse". Su eficacia solo es real si además se cumple completamente el tiempo que debe ingerirse, no paralizando su consumo conforme desaparecen los síntomas de la enfermedad. "Más del 30% de los pacientes aseguran que en algún momento han dejado de tomarse los antibióticos antes de acabar con el tratamiento", expuso.