La Provincia - Diario de Las Palmas

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"Para nosotros el Estado son ellos, para un sueco el Estado somos nosotros"

"El Estado del bienestar era para una sociedad donde con un solo sueldo vivía una familia", reflexiona el profesor de la Escuela de Trabajo Social de Barcelona

Manuel Aguilar. LARA FERNÁNDEZ

Crisis económica, natalidad por los suelos y muchos, muchos mayores. ¿Hay sistema social que aguante el tirón?

El tirón se puede aguantar. Los grandes retos son las pensiones, la sanidad y los servicios sociales, y eso, salvo cataclismos, se puede pagar. El problema está en saber si queremos pagarlo.

¿Con más impuestos?

Tenemos que pagar más impuestos, sí, pero lo digo globalmente, como país. Seguro que hay mucha gente que ya paga lo que le toca, pero hay que luchar contra el nivel actual de fraude fiscal porque tenemos un sistema lleno de agujeros.

¿La alternativa?

Un país de peor calidad. En materia de servicios sociales y pensiones exigimos lo mismo que nuestros vecinos europeos. Nosotros nos gastamos el 45% del PIB pero solo recaudamos el 38%. Y siete puntos del PIB es muchísimo dinero.

Habrá que jubilarse más tarde...

Es un asunto siempre en discusión porque cada trabajo tiene sus singularidades. Hay que tener flexibilidad pero es razonable que si llegamos mejor a nuestra edad de jubilación se pueda pensar que haya un cierto retraso.

Aquí nos hemos pasado años prejubilando a los trabajadores a los 50 años.

Es una contradicción. Durante muchos años los balances de la Seguridad Social eran positivos y ese superávit sirvió para pagar esta política. Ahora ya no hay dinero. Otra cuestión a tener en cuenta: si mandamos para casa a un trabajador con 48 años hay que reflexionar sobre los tipos de propuestas sociales que se pueden plantear, como alternativa a que la gente se pase la mañana en el bar jugando al tute.

¿Lo mejor para recaudar más es una economía boyante?

Es importante, pero no es solo eso. El problema que tenemos en España es que mantenemos una cierta distancia entre la ciudadanía y el Estado. Eso, que lo pague el Estado, decimos, como si el dinero llegara del aire. Hay poca tradición de responsabilidad compartida. Para nosotros, el Estado son ellos; para un sueco, el Estado somos nosotros.

¿Se explica esa distancia?

Sí. Hemos vivido épocas de estados no democráticos, donde no se nos dejó opinar. Hay inercias que pueden costar siglos cambiarlas. A veces falta información y capacidad de los ciudadanos para pedir cuentas.

¿La Ley de Dependencia está muerta?

No diría yo tanto. Las grandes leyes necesitan años de consolidación. La Ley General de Educación de Villar Palasí fue aprobada en 1970 pero hasta doce años después no se garantizó un pupitre por alumno. Y lo mismo pasó con la reforma sanitaria de Ernest Lluch en 1985. Hay que retomar el hilo de la Dependencia, que nació en un contexto muy difícil, con el problema añadido de que faltó aclarar de dónde iba a salir el dinero.

¿Faltó transparencia?

Faltó concreción. En Alemania se puso en marcha y la Administración fue clara: había que subir un punto las cotizaciones y restar un día las vacaciones.

El Estado del bienestar tiene fecha de caducidad, dicen.

Evito la frase "no podemos mantener esto", pero el Estado del bienestar estaba pensado para una sociedad que no es la que tenemos, una sociedad donde una familia podía vivir de un único sueldo en casa. Cambió el escenario laboral pero también el modelo de atención. Han aparecido nuevas necesidades. Antes los servicios sociales se dedicaban a repescar a los sectores más residuales; a los pobres y descolgados, pero ahora las demandas sociales afectan a todos los niveles de la sociedad. Y las tres grandes demandas son cómo criar a nuestros hijos, cómo cuidar a nuestros mayores y cómo recomponer la vida a quien, por cualquier motivo, se le ha truncado. Ya no hablamos solo de pobreza económica.

¿El IVA?

Hay quien se pregunta si tienen sentido los IVA superreducidos. Quizá sea mejor cobrar más IVA por productos como el pan, y pagar a quien de verdad lo necesite para comprar ese pan.

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