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Entrevista a Jero García

"Si no tuviera miedo sería un loco"

"Cada uno de los casos que se ven en televisión de chavales violentos son la pura realidad", asegura el entrenador personal del programa 'Hermano mayor'

rz. MEÓN

La grabación de la décima temporada de Hermano mayor ha sido muy dura. Se han encontrado incluso con armas de fuego, además de alcohol, armas blancas, consumo de estupefacientes... Jero García y un equipo de terapeutas y asesores legales encaran la realidad de estas familias, donde la agresividad de los adolescentes es más que un problema doméstico. ¿Lograrán que estos chavales cambien de rumbo?

Pregunta obligada. ¿Verdad o ficción?

Ojalá fueran mentira, pero por desgracia todos y cada uno de ellos son reales. Los problemas de conducta y de agresividad en los adolescentes son cada vez más frecuentes y más graves. En uno de los episodios de esta temporada vamos a vivir el suceso de violencia más serio al que nos hemos enfrentado desde el principio, nos encontramos con una pistola dentro de la casa.

¿Ha llegado a pasar miedo alguna vez?

Miedo, miedo... Miedo es lo que tienen los valientes, es que si no tuviera miedo sería un loco. Este año en una ocasión tuve que decirle al chaval: oye o esto cambia o yo me voy. A veces se viven situaciones muy tensas.

¿Cómo contactan con las familias afectadas?

Son los propios chavales o las familias los que llaman a la asociación pidiendo ayuda y este año por primera vez en la historia del programa los televidentes van a poder escuchar las llamadas de socorro de la gente, la desesperación con la que llaman las familias o los propios chavales.

Ahora que la gente escucha las llamadas de socorro ya no habrá duda de que los casos son de verdad.

Muchas veces me planteo por qué la gente duda de que estos casos existen y pienso que es tan dura la realidad que a veces preferimos mirar hacia otro lado, no queremos que exista, y el primero al que no le gustaría que las cosas fuesen así es a mí; entonces como no me gustan, las pongo sobre la mesa e intento solucionarlas. Pero desgraciadamente cada uno de los casos que se ven en televisión son la pura realidad.

¿Qué porcentaje de éxito tienen, se reeducan estos chavales, superan sus problemas?

En un gran alto porcentaje lo hemos logrado. Y muchos de estos chavales que ahora están bien, que llevan una vida normal, participarán este año con nosotros porque no hay mejor ejemplo para los que ahora están en terapia que verles a ellos. Date cuenta de que aunque el programa se acabe nosotros siempre llevamos un seguimiento de todos ellos. Es un orgullo para nosotros ver cómo evolucionan, cómo tiran para adelante.

¿Atienden a todas las personas que se ponen en contacto con ustedes?

Nosotros atendemos a toda la gente que nos llama y una vez que conocemos el caso llevamos a cabo un estudio exhaustivo del mismo con todo el gabinete psicopedagógico, es entonces cuando decidimos si es un caso para abordar nosotros, es decir, si es un problema de conducta y de comportamiento o si por el contrario hay otras problemáticas y entonces los derivamos a otros centros específicos.

¿Quién lo pasa peor en este proceso hasta superar el problema, el adolescente o la familia?

La familia. El adolescente está metido en un mundo, en su mundo, y no se da cuenta del daño que hace, no es consciente, por eso cuando se recupera lo primero que siente es un enorme arrepentimiento y cuando se libera y pide perdón llega la tranquilidad. A mí me gusta dejarles claro siempre a los chavales que el pasado está ahí pero que sólo nos tiene que servir para aprender.

Los datos desvelan que cada vez los adolescentes son más agresivos con sus familias. ¿Qué se está haciendo mal?

Es la falta de valores en la sociedad, nosotros antes adquiríamos esos valores y ahora los chavales no tienen objetivos claros, y el que no tiene objetivo no ve faros en la niebla. Tengo que decir que en el trasfondo de muchísimos de estos casos hay acoso escolar, por eso imploro a la sociedad que esté atenta, y aunque se está avanzando mucho en estas cuestiones hay que estar muy atento, porque luego llegan los conflictos en la adolescencia, las faltas de respeto, la agresividad en casa y la violencia.

¿Podría usted definir una familia tipo que es más vulnerable a desarrollar un caso de este tipo?

Hay familias de todo tipo, pero siempre hay un factor común que se da en todas ellas, y es la falta de comunicación entre padres e hijos, ahí empieza todo.

¿Por qué se mete usted en todo esto?

Porque a mí me ayudaron, yo necesité ayuda y ahora llevo más de veinte años devolviendo esa ayuda a la sociedad a través de la Fundación de Ayuda a la Integración con el Deporte Jero García. Si los valores del deporte se extrapolasen a la vida sería maravilloso, porque el deporte te exige constancia, sacrificio, motivación y pertenecer a un grupo, y son todas unas bases sólidas y positivas para la vida.

Lo que más le reconforta...

El agradecimiento de las familias.

Se ha ganado la confianza de muchos chavales que marcan ese teléfono buscando su ayuda. Enhorabuena.

Un día un chaval me dijo que sabía que desde el primer día yo daría la vida por él; nunca lo olvidaré.

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