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Entrevista a Mauro Guillén

"Los jóvenes tendrán que tributar para mantener a una población envejecida"

"El negocio estará en todo lo digital y lo virtual; los universitarios deben aprender a ser flexibles y receptivos al camio", asegura el catedrático de Dirección Internacional de Empresas

Mauro Guillén. LUISMA MURIAS

Mauro Guillén (Oviedo, 1964) se licenció en Económicas y en 1987 se fue a Estados Unidos para hacer un doctorado en Sociología, con una beca del programa Fulbright y del Banco de España. En 1992 se graduó en Yale y comenzó una carrera fulgurante. Ha enseñado en las escuelas de negocios más importantes del mundo y está considerado uno de los diez mejores profesores de Estados Unidos en su materia. Guillén advierte que el mundo financiero, como lo conocemos, tiene los días contados.

Preconiza que el desarrollo de los mercados y las finanzas lleva al mundo por caminos muy diferentes a los actuales.

Lo primero que está pasando es que el centro de gravedad del mundo económico se desplaza de Europa y Estados Unidos al sur de Asia y a África, donde se incrementará la actividad económica. Vamos hacia un mundo muchísimo más urbano, sobre todo en esas áreas, y cada vez más envejecido.

¿Cómo afectarán todas estas novedades a la gente?

Nuestra vida va a cambiar completamente. Uno de los efectos inmediatos será que los jóvenes tendrán que pagar impuestos para atender las necesidades de esa población añosa.

Esos jóvenes cada vez acceden más tarde al mercado de trabajo y cobran salarios bajos.

Exacto. No está nada claro que la generación que hoy tiene veinte años vaya a tener un nivel de vida mejor que el de sus padres, al menos en nuestro entorno. En los mercados emergentes las cosas serán distintas.

Las previsiones de consumo de alimentos en esos mercados emergentes fallaron hace unos años y trastocaron los planes agrarios de la UE.

Esas previsiones sí acertaron en el incremento del consumo de proteína animal, lo que ocurre es que India o China prefiere abastecerse en países como Brasil, que son más baratos que los europeos. Además tenderán a comprar más productos en África, donde sólo el diez por ciento de la población es clase media, frente al setenta por ciento de nuestro mundo. Eso también cambiará.

Objetivamente es bueno que la gente viva mejor, ¿no?

Claro que sí. Eso nadie lo discute. La cuestión es la gestión de todos esos avances por las implicaciones que tendrá para el medio ambiente.

Estados Unidos no ratificará el Acuerdo de París sobre cambio climático, alcanzado hace un año por 195 países, que entra en vigor en 2020, ¿malas noticias?

Algunos aún niegan la existencia del cambio climático y defienden que estamos en la última etapa de la glaciación, que la temperatura aumenta sin remedio. Frente a eso tenemos el problema del deshielo, el cambio de hábitos de las aves migratorias y el desigual ritmo de las cosechas. Los países pobres son los que están mas expuestos. Ésa es la tragedia. Por eso China, India y África toman medidas.

Obama y Kerry quisieron tomarlas, pero Trump, al que usted no ahorra críticas, parece bastante reacio.

Lo bueno es que algún día habrá otro presidente, posiblemente dentro de cuatro años, quizá antes. No lo sé. Los estados también pueden adoptar medidas unilaterales. California lo hará y hablamos de un Estado que de ser independiente sería el quinto país del mundo por su PIB.

La verdad es que Donald Trump lleva la polémica pegada al cuello. ¿Allí viven con esa sensación que llega a Europa de que todo está patas arriba?

Nunca Estados Unidos ha estado sumido en un caos como éste, y eso que el sistema, con todos sus mecanismos, sirve de contención. El problema es que hay cosas que Trump decide solo.

El desempleo baja hasta niveles históricos, la Bolsa sube y los americanos pagarán menos impuestos, ¿le anima?

El paro también bajó con Obama y de la reducción de impuestos no hay muchos detalles. El río va muy revuelto.

¿La futura Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión, más conocida por sus siglas en inglés TYYP, es la siguiente víctima del huracán Trump?

Estoy convencido de que lo más beneficioso es fomentar una relación fluida entre Estados Unidos y Europa. Dos economías integradas deben llevarse bien. Ese huracán parece querer destruir todo lo anterior.

Dirige el Instituto Lauder de la Universidad de Pennsylvania, promovido por la familia que levantó un imperio de cosméticos. ¿Los Lauder son tan exquisitos como parecen en las revistas?

Todos ellos son fantásticos y, sobre todo, muy cultos. No sólo han triunfado en los negocios, son personas sofisticadas intelectualmente y eso lo reflejan en su modo de vida. Casi todos han sido alumnos de Wharton.

¿Amancio Ortega es lo más parecido en España a estas familias de filántropos?

Amancio Ortega realiza acciones magníficas. En Estados Unidos este tipo de obras tienen un tratamiento fiscal muy ventajoso.

¿Ha cumplido sus expectativas profesionales?

Soy un investigador. Me motiva comprender lo que ocurre en el mundo. Además trabajo para atraer inversiones a España y por mejorar la situación en Cuba, una dictadura que no debería serlo.

¿Cómo será el trabajo?

La revolución tecnológica es la clave. Cuando la gente vivía 60 años tenía sentido estudiar, trabajar y jubilarse, ya no. Las empresas tendrán que involucrar a los mayores para aprovechar esa fuerza de trabajo y dotarles de renta. El negocio estará en todo lo digital y lo virtual. Al mundo universitario también le afecta.

¿Con qué filosofía hay que afrontar los estudios?

Con la filosofía de la flexibilidad. Ante el cambio, la respuesta es cambio. Hoy en día no puedes pretender hacer siempre lo mismo. Eso ya no sirve.

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