Nueva Zelanda. 27 de junio de 2007. Canarias viajó a las antípodas para esperar recibir la mejor de las noticias posibles. Y así fue. El nombre del Teide fue pronunciado como Patrimonio de la Humanidad y el júbilo estalló en la delegación española, con destacadas autoridades canarias entre sus filas, y entre los responsables políticos de la Isla que estaban despiertos. El martes se cumplen diez años desde que el entonces presidente del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior, recibiera un mensaje en su móvil comunicándole que el difícil objetivo se había cumplido: La joya de todos los tinerfeños ahora ya era parte de todo el mundo.

En esta década el Parque Nacional ha registrado el paso del tiempo entre nevadas y enjambres sísmicos más o menos habituales. Los cambios más significativos, no obstante, no se observan entre sus coladas volcánicas o su imponente flora, sino que se manejan en los despachos entre cifras, números y papeleos. El más relevante en este sentido es el cambio de gestión, puesto que hace apenas dos años el espacio natural más importante de la Isla pasó a manos del Cabildo de Tenerife, gracias a la cesión del Gobierno de Canarias, que mantenía hasta entonces la competencia.

El propio consejero insular de Medio Ambiente, José Antonio Valbuena, defiende que este cambio es una ventaja para el Parque Nacional y recuerda que la institución pública se encuentra en vías de definir "de forma participada" un nuevo modelo de gestión encaminado a una "experiencia educativa" para los que visitan la zona.

Y son muchos, más de 4,5 millones en el último año. De hecho, esta cantidad es uno de los principales aspectos que han cambiado desde que el Teide fuera declarado Patrimonio de la Humanidad. Si bien es cierto que históricamente, el Parque Nacional se ha encontrado entre los monumentos que más visitas recibe, en apenas seis años la cifra se ha duplicado. El atractivo del volcán erigiéndose imponente sobre el resto de la Isla, su paisaje compuesto por multitud de especies y la tranquilidad que se respira han sido los atractivos de la zona desde hace años.

En 2002 estos alicientes eran suficientes como para pensar que el Teide tiene ese algo único y especial. Y fueron los que impulsaron la iniciativa, que entonces parecía una locura, de lograr un reconocimiento no solo más allá de las fronteras, sino que englobara a todo el planeta. La idea partió de la comisión mixta en la que se debatían los asuntos relacionados con los cuatro parques nacionales del Archipiélago, con presencia de autoridades del Gobierno de España y del Ejecutivo regional.

"Confieso que puse el freno al escuchar la propuesta porque me parecía complicado", admite la representante del Gobierno de Canarias en ese órgano, Milagros Luis Brito, quien era viceconsejera de Medio Ambiente. La isleña, quien reconoce que "valió la pena esa apuesta", argumenta sus reticencias en que en anteriores ocasiones ya se había intentado por parte del Archipiélago una declaración de este tipo con el fracaso como resultado.

En el entorno isleño el apoyo a la candidatura del Teide como patrimonio de la humanidad estaba claro, ¿pero y fuera del Archipiélago?. En ese sentido, Milagros Luis Brito sostiene que fue clave la figura de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, que no solo apoyó la apuesta sino que animó a generar la mejor propuesta posible para llevarla a Nueva Zelanda.

El Consejo del Patrimonio celebrado en 2005 en Girona apostó finalmente por el Teide y eligió la candidatura tinerfeña como la aspirante española dos años después. "Ahí empecé a creer que era posible", admite la exviceconsejera canaria de Medio Ambiente, quien explica que durante los dos años posteriores el expediente canario se enfrentó a las evaluaciones exteriores.

"Ohh"

Precisamente de ese proceso es de donde surge una de las anécdotas a las que Luis Brito tiene más cariño y con la que fuera presidenta de la Federación Tinerfeña de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Fitapa), Pura Toste como protagonista. Dentro de la evaluación se incluyeron entrevistas a los responsables de la candidatura y del propio Parque Nacional, científicos de relevancia y agentes sociales, que en este caso acompañaron a la delegación de la Universidad de Belfast en una visita al propio Parque. "Pura Toste intentaba explicar la belleza del entorno y como se integra en la Isla y justo llegando a la curva de la dorsal en la que se aprecia por primera vez el Teide ya no hizo falta nada más porque toda la delegación exclamó ¡ohhhhh!".

Poco a poco la candidatura tinerfeña acerca de las bondades de un entorno único fueron calando en las instituciones presentes en el consejo que designa los espacios catalogados como patrimonio de la humanidad, con especial relevancia de la Unesco. Pero la labor intensa del Gobierno de Canarias quiso entonces ir a por todas y en ese trámite, más callado que otra cosa, fue "fundamental la diplomacia de Adán", alega Luis Brito en relación al entonces presidente del Ejecutivo regional, Adán Martín. "Supo aprovechar la inauguración de la Casa África para recabar colaboración entre los representantes de los países que participaron y entregó el dossier del expediente a todos ellos".

Elecciones

En ese camino hacia la coronación del Teide surgió no obstante un riesgo: las elecciones autonómicas de 2007. "Temía que se pudiera emplear como un arma electoral porque era un asunto demasiado goloso", señala Luis Brito quien cree que el hecho de que ella no fuera candidata ayudó a que no se identificara "además de que todas las opciones mantuvieron el consenso en este asunto y al final la candidatura llegó sana hasta Nueva Zelanda".

Así llegó el Teide hasta las antípodas canarias. Además, con un apoyo total escenificado en la delegación española, encabezada por la ministra de Educación y Medio Ambiente, María Jesús San Segundo y el director del organismo autónomo Parques Nacionales, Juan Garay, acompañado del presidente canario, Adán Martín, y el todavía hoy director del Parque Nacional del Teide, Manuel Durbán. "Fue todo muy formal y muy teatral", señala Milagros Luis Brito que también formaba parte del séquito y que no ha olvidado ese día.

"Mi primer mensaje fue para Ricardo Melchior porque su apoyo y su labor en este expediente fue decidido", explica la exviceconsejera de Medio Ambiente quien comenta que el eurodiputado Isidoro Sánchez fue el siguiente en "brindar por el Teide", porque se encontraba cenando en un guachinche. "En ese momento empecé acordarme de todo el apoyo social que habíamos recibido y, evidentemente, de toda la gente del Parque Nacional y con los que todavía guardo buena relación", concluye.

En los días posteriores la Isla celebró la declaración, una fiesta que el propio Martín, ya como presidente en funciones había augurado poco antes de viajar a Nueva Zelanda. También captó la atención de los medios de comunicación nacionales, hasta tal punto que Luis Brito estaba atendiendo a una televisión en el Teide mientras CC la buscaba para que el líder del Ejecutivo, Paulino Rivero, le comunicara que quería ponerla al frente de Educación.

Ahora, diez años después, admite que ha pensado en más de una ocasión los peligros de que "se diluyese" la protección del Parque, especialmente tras el incendio en Garajonay en 2003. "En el Teide el peligro es la sobrepresión de los visitantes y hay que adecuar ese derecho al disfrute con el cuidado del valor educativo del entorno", concluye.