Tenía 89 años y era con toda justicia una leyenda del cine y la televisión. Martin Landau falleció a los 89 años el pasado sábado por culpa de "complicaciones inesperadas" tras una corta hospitalización en un centro médico de la Universidad de California.

Debutó en el cine con Alfred Hitchcock pisándole los dedos nada menos que a Cary Grant en Con la muerte en los talones, alcanzó en los 60 gran popularidad en la televisión gracias a Misión: imposible y, tras un largo período de ostracismo, regresó a lo grande llegando a forjar grandes interpretaciones en Tucker, Ed Wood (Oscar incuestionable en 1995 al mejor actor secundario encarnando al mítico Bela Lugosi, inmortal Drácula) y Delitos y faltas, una genialidad de Woody Allen.

Neoyorquino hasta la médula, había nacido en Brooklyn el 20 de junio de 1928 en el seno de una familia de inmigrantes judíos. Primero fue dibujante en el diario New York Daily News antes de pasarse al mundo de la interpretación en los años 50. En 1955 consiguió entrar en la muy exclusiva escuela de interpretación Actors Studio de Lee Strasberg junto a Steve McQueen por delante de otros dos mil solicitantes. Allí se hizo amigo de James Dean. Debutó en Broadway en 1957 con Detective Story.

Ganador de un Globo de Oro en 1968, volvería a protagonizar una serie popular, Espacio 1999, todo un hito en los años 70.

Los ochenta fueron devastadores para su carrera hasta que Francis Coppola acudió en su ayuda ofreciéndole un papel en Tucker: Un hombre y su sueño (1988). Tras su excepcional trabajo en Delitos y faltas (1989), de Woody Allen, siguieron unos años de títulos olvidables hasta que Tim Burton le ofreció Ed Wood (1994). No volvió a tener papeles tan gratificantes aunque, eso sí, nunca más le faltó trabajo.