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El campamento de la danza

El Pérez Galdós abre sus puertas a un centenar de niños y jóvenes que convierten el teatro en una gran aula de ensayo durante dos semanas

1.007 butacas. Es el número de espectadores potenciales que ahora mismo estaría disfrutando de simultáneas y diferentes actuaciones que ofrecen desinteresadamente cien pequeños bailarines. Un público silencioso e inmóvil mientras frente a él se suceden diferentes tipos de técnicas de baile: clásico, contemporáneo, hip hop, y jazz. Una va dando paso a la otra acompañada de las notas musicales que corresponden a cada estilo. A los ágiles pasos allegro del clásico le conduce Rondeau, de Purcell; para la libertad contemporánea se elige el ritmo de Monkeytown at Discogs, de Modeselektor; y con los prestos splits del jazz musical, el tradicional Money, Money, de John Kander.

La respetuosa audiencia son las butacas rojas que cubren el patio del Teatro Pérez Galdós y la variopinta compañía de danza que le muestra su talento son los niños y jóvenes, de entre 7 y 17 años, participantes de la tercera edición de Verano y Danza, que organiza la Fundación Auditorio y Teatro de Las Palmas de Gran Canaria, con la dirección y producción de Qué Tal Estás Producciones, de la coreógrafa y bailarina Natalia Medina.

Este verano es el tercero que el Teatro Pérez Galdós da la bienvenida a unos asistentes poco usuales: los niños que se inscribieron al "campamento de artes escénicas". De esta manera tan especial llama su artífice al curso de danza que ocupa durante dos semanas el escenario y las aulas del coliseo canario. "Para ellos es una oportunidad única el poder conocer un teatro tan emblemático. Se trata de un edificio que, en mi opinión, estaba cerrado a la ciudadanía y el hecho de llevar a cabo un proyecto como éste aquí da a los niños la ocasión de que hagan este espacio como suyo", explica Natalia Medina. La coreógrafa insiste en esta idea porque para ella es primordial crear nuevos públicos que disfruten de lugares tan especiales como el Pérez Galdós.

Al hablar, la bailarina trasmite su agradecimiento a la Fundación Auditorio Teatro Las Palmas de Gran Canaria por proponerle presentar un proyecto cultural que se pudiese realizarse en sus espacios. Medina y sus colaboradores lo tuvieron claro desde el principio: "lo que hacía falta era desarrollar un campamento de artes escénicas".

Y así, por tercer verano, durante dos intensas semanas el Galdós se transforma en este singular campamento desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde.

Es en lo primero que se aplican los niños que han conseguido acceder al curso. A levantarse a las siete de la mañana para estar puntuales frente a las acristaladas puertas de la caja escénica incorporada al señorial edificio tras su rehabilitación. Para muchos de los niños, el esfuerzo de levantarse temprano en vacaciones no es una novedad, ya que desde que participaron en la primera edición de Verano y Danza, que comenzó con 45 estudiantes en 2015, se han convertido a asiduos al curso.

No les asusta la tenaz disciplina, la primera y más importante condición para formar parte del centenar de niños bailarines. " A mí me enseña a tener la mente fría", dice con mucha seriedad Diego, de 11 años. "Es que me da flexibilidad para el fútbol, pero también me gusta el baile, sobre todo el contemporáneo". Él es uno de los siete niños que forman parte de este laboratorio de las artes. Empezó con la primera edición por iniciativa de su hermana y, aunque no ve muy claro el dedicarse a la danza profesional, duda en descartarlo: "Hay dos caminos, vale, el fútbol y el baile. Los dos me gustan", subraya.

Sin móviles

Sin móviles a la vista, ni acceso a internet, condición inamovible de la organización, los cien niños seleccionados por riguroso orden de inscripción, ya se encuentran totalmente adaptados desde hacde días a la compleja y dinámica programación que ha organizado, Medina, la directora del curso, con la ayuda de 10 profesores y 10 voluntarios, dos para cada profesor y técnica. La coordinadora de este equipo es Vanesa Medina, hermana de Natalia, que desde hace cinco años trabajo codo a codo con ella en todos los proyectos que lleva a cabo la productora Qué Tal Estás Producciones.

Vanesa Medina irradia el mismo entusiasmo que su hermana al hablar de los niños, los profesores y el teatro que los acoge. Según relata, "mi equipo es el mejor, el curso se llena solo al minuto de abrir el plazo de inscripción y todos los niños enseguida se adaptan a la programación. Ellos mismo se van contagiando unos a otros".

La calidad es una de las palabras más repetidas por las dos hermanas. Calidad y respeto hacia las instalaciones. Por estas dos preocupaciones limitan el número de alumnos a un centenar con el fin de poder llevar a cabo todas las clases con orden y criterio. Pero no aplican un criterio de selección académico; son los cien primeros niños que se inscriben los afortunados de participar en el curso.

Para que este calendario funcione con armonía, el equipo coordinador distribuye a los niños por su experiencia previa en cuatro grupos definidos por niveles de complejidad. Pero todos, durante las dos intensas semanas, aprenderán más de diez disciplinas relacionadas con la danza, de tal manera que cuando terminen el curso conocerán en profundidad la complejidad de elementos que intervienen en las coreografías de baile.

Además de danza contemporánea, los niños aprenden jazz, hip- hop y clásico. Clases que alternan, entre las ocho de la mañana y las tres de la tarde, con otro tipo de materias, como son canto, teatro y música aplicada a la danza, cine, composición coreográfica e incluso maquillaje. A estas asignaturas se suman los ensayos de las muestras, que el último día de curso, el 26 de julio se representaran a los padres y al público en general que se anime a pagar cinco euros para disfrutar de un espectáculo de baile prometedor, cuyo broche de oro será una coreografía conjunta de hip-hop.

Disciplina, variedad y entusiasmo. Son las herramientas que utilizan el equipo para ganarse a la variedad de niños del curso "Los niños ni se cansan, ni se aburren porque las clases las hemos organizado para que entre unas y otras cambien totalmente de registro", explica Natalia Medina. Para ella es importante enseñar un conjunto de artes para que conozcan todos los elementos que intervendrán en "este campamento de artes escénicas", en el que también se aprende "disciplina, tolerancia, respeto, compañerismo y vocación".

"A mi me encanta porque estar en un teatro como este y disfrutar de las clases de danza es una experiencia muy buena estar. Son las observaciones de Paula, otra veterana que durante el año estudia en la escuela de Natalia y que "valora lo que tiene". De la misma opinión es Ailen, de 11 años, que participa por primera vez en el curso porque su madre le apunto mientras buscaba información en internet.

Como novedad, en este año, con la idea de involucrar a los padres en la importancia que las artes escénicas tienen en la educación, la organización les hará un recorrido por el teatro para que conozcan la metodología de estudio de "la "danza y su disciplina".

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