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Entrevista

"Es una tragedia que las mujeres sigan muriendo de parto"

"Entre el 20 y el 30 por ciento de los partos son de riesgo, pero no podemos saberlo con antelación", afirma el ginecólogo Rodolfo Moreno

Rodolfo Moreno. JULIÁN RUS

En pocas palabras, ¿cómo es un parto del siglo XXI?

Es el parto de toda la vida con todas las medidas de seguridad posibles y teniendo a la mujer como centro de la atención, respetando sus decisiones. El parto más seguro es, cuando se puede, el no intervenido. Y los hospitales, tras décadas de medicalización, están adaptándose a esto.

¿Hasta dónde puede decidir una mujer sobre su parto?

Sabemos que entre el 20 y el 30% de los partos tienen riesgo. El problema es que no tenemos herramientas suficientemente potentes para anticipar cuándo se van a producir esas complicaciones. Una preocupación histórica en el siglo XIX y en el tercer mundo en estos momentos eran las altas tasas de mortalidad en el parto y de enfermedades ligadas a él tanto en la madre como en el niño. Desde principios del siglo XX una obsesión fue reducir esto al máximo por la gran sangría social que provocaba. Se medicalizó el parto y se hicieron grandes progresos. Ahora, aunque muchas complicaciones siguen siendo imprevisibles, hay herramientas que detectan a las mujeres de más de riesgo. Si la mujer no es de riesgo, su capacidad de elección es total. Un parto ahora es con las mínimas intervenciones posibles, acompañamiento constante, en un ambiente lo menos parecido posible al hospital...

¿Qué opina de dar a luz en casa, la máxima expresión del parto no intervenido?

La mayoría de países de nuestro entorno ofrecen la posibilidad de optar por un parto en casa dentro de la sanidad pública, pero esta opción es minoritaria. Las infraestructuras hospitalarias no están adaptadas y existe conciencia de que pueden pasar cosas. El país ejemplo de parto domiciliario es Holanda, sólo el 30% de las mujeres lo hacen. Y va disminuyendo.

¿Es plenamente seguro?

Hay documentos que respaldan la plena seguridad si se cumplen unas premisas. Es una demanda legítima en embarazos de bajo riesgo, pero el sistema de salud debe estar adaptado. Se producen partos en casa al año, la mayoría con buenos resultados. Podría ser una prestación más, pero necesita una infraestructura mínima, personal, desplazamiento inmediato al hospital y sólo en casos muy seleccionados. Lo que funciona ya como alternativa intermedia en Cataluña son las casas de partos, preparadas para partos no intervenidos, con personal cualificado y cerca del hospital, pero en un entorno que no parece hospitalario.

¿Ciertos sectores han demonizado el parto en el hospital?

Ha habido unas demandas legítimas por parte de las mujeres. Se investiga, se ve que el parto no intervenido es seguro en muchas circunstancias y es normal que las estructuras hospitalarias respondan a eso. Pero los cambios en las instituciones no son rápidos. Cuando se juega con la seguridad del paciente es difícil cambiar prácticas que han demostrado su seguridad por otras que también son seguras pero que hay que entrenar.

¿Se ha demonizado el parto en el hospital?

No creo. Simplemente hay que explicar, hacer labor de educación sanitaria, hacer ver que hay demandas que pueden ser razonables y otras que no lo son. Las mujeres necesitan saber, tener confianza en sus profesionales, aprender. No siento que se haya demonizado, pero los hospitales deben adaptarse y lo estamos haciendo. Queda mucho por andar. Pero hemos mejorado.

¿Qué es un plan de parto?

Es la expresión de los deseos de las pacientes de cara al parto. Muchas, aunque tienen esa herramienta, encuentran buenas interlocutoras en las matronas, que les explican cómo es el hospital, a qué se van a enfrentar, qué puede ocurrir, cómo es un parto... La mayoría no manifiesta por escrito esos planes de parto porque con ese contacto con el personal es suficiente, pero es una herramienta muy válida. El personal lo lee, se contesta de forma personalizada y aprovechamos para decir qué demandas pueden ser razonables.

¿Les piden alguna cosa que no lo es?

Hay casos anecdóticos, pero la mayoría de las veces, tras el contacto con el personal sanitario suelen ser cosas razonables. A veces piden hacer una donación de sangre de cordón privada, pero no se puede realizar en un centro público. Se puede hacer una donación altruista, que va al banco de la comunidad. También a veces nos piden si se pueden llevar la placenta. Pero no, es tejido biológico que debe manipularse en condiciones especiales y desecharse de forma reglada.

Hay quien quiere enterrarla en el jardín.

No se puede. La normativa es ésa.

¿Cómo sería el parto más habitual?

Una paciente que rompe aguas o tiene dos contracciones muy dolorosas cada diez minutos. Llega al hospital cuando ya se ha declarado el comienzo del parto y, tras una dilatación progresiva con epidural en el 70% de los casos, tiene un parto satisfactorio acompañada de su pareja, sin episiotomía y con un contacto precoz de la madre y el niño, lo que se llama piel con piel, que favorece la lactancia. Y con un alta precoz a los dos días.

Hay partos que se complican.

Sí, entre el 20 y el 30% de las veces hay situaciones de riesgo que pueden complicar el parto. El 37% de los recién nacidos que ingresan en las UCI de Neonatología no tenían factores de riesgo predecibles. La mayoría de esos niños están poco tiempo en esas UCI y sobreviven sin ninguna secuela. Y sigue habiendo un porcentaje nada desdeñable de complicaciones graves. En el mundo mueren entre 300.000 y 500.000 mujeres al año por embarazo, parto o puerperio. Se debe a condiciones sanitarias muy deficientes en las que una hemorragia, la principal causa de muerte, no puede atenderse. Es una gran tragedia que siga ocurriendo esto en el tercer mundo. Se ha reducido al mínimo, pero da una idea de que el parto, en determinadas circunstancias, está ligado a situaciones muy graves.

¿Se nos ha olvidado esto, que las mujeres mueren de parto?

Creo que en el subconsciente sigue presente. Los padres se ponen nerviosos, las madres están angustiadas frente a lo desconocido. Lo que ocurre es que, socialmente, se liga el nacimiento a una situación festiva y cuando hay una complicación cuesta entenderlo. En esos casos, el ser humano siempre busca una causa y eso genera angustia. Y ahí debe estar el personal, al lado del paciente, para dar respuesta a todas las preguntas.

Hablan de humanización del parto. ¿Qué diferencia hay entre uno humanizado y uno que no?

No es más que colocar en el centro de la asistencia a la mujer. Antes importaba simplemente el resultado: un niño sano. Ahora, además de eso, se busca que la satisfacción de la mujer sea total, también de su acompañante, y reducir al mínimo las intervenciones médicas. La mujer es dueña de cuerpo y de sus decisiones. Durante la dilatación puede utilizar pelotas, lianas y la bañera y durante el parto debe poder adoptar la posición que quiera. Estamos acostumbrados a la clásica, pero hay otras posturas que facilitan más el parto. El parto humanizado es, básicamente, no tratar de forma médica un proceso que es fisiológico, no una enfermedad.

¿Se ha abusado de la medicalización en los partos por comodidad de los profesionales?

Sí, probablemente sí. Antiguamente, en el siglo XIX, una de cada diez mujeres moría de parto, como ahora en muchos países del tercer mundo. Y cien de cada mil niños. Era una sangría, no se podían permitir perder a tantas mujeres y niños.

¿Cuál fue la respuesta de la ciencia médica de la época?

El hospital. A lo largo del siglo XX se fue reduciendo la tasa de mortalidad. Ahora, en España, se mueren dos mujeres de cada 100.000 de parto y cuatro de cada 1.000 niños. Sigue habiendo muertes, pero lejos de aquellas cifras.

Imagino que ahí aumentó la tasa de cesáreas.

Se vio que cuando aumentaba la tasa de cesáreas disminuía la mortalidad. Pero cuando pasas del 15% de cesáreas no consigues beneficio. Ha habido un aumento injustificado de cesáreas. En Brasil se supera el 70%, en Estados Unidos también es alto, igual que en algunos países de Europa. La cesárea, al ser una operación, conlleva un riesgo, aumenta el riesgo de mortalidad en un parto de 7 a 10 veces. Es una intervención valiosísima para salvar vidas, pero sólo cuando es necesario.

¿Se ha abusado?

Probablemente sí.

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