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Ciencia

El delfín mular está expuesto a altos niveles de residuos tóxicos en Canarias

La tesis de la investigadora de la ULPGC Natalia García mide por primera vez en las Islas la contaminación en cetáceos

Natalia García (c) junto a Andrés Sánchez (i), Daniel Padilla y Ana Gutiérrez, parte del equipo de investigación del IUSA. JUAN CARLOS CASTRO

El delfín mular que habita en las aguas canarias está expuesto a niveles importantes de residuos tóxicos de origen antrópico (causado por la actividad humana), según concluye el primer estudio que se desarrolla en el Archipiélago sobre niveles de contaminación en cetáceos. Se trata de la tesis doctoral de Natalia García, investigadora del Instituto de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria (IUSA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Evaluación de la contaminación antrópica en el delfín mular de las Islas Canarias es el título del estudio, financiado por la Fundación Loro Parque, que recoge un muestreo durante quince años, no sólo de delfines varados en Canarias, sino de ejemplares vivos, de forma que la tesis representa la primera determinación de contaminantes en cetáceos vivos en libertad de las Islas Canarias. El estudio ya reúne tres artículos publicados en revistas científicas en los que se describen los resultados y discusión de los análisis toxicológicos realizados.

"Actualmente hay una creciente preocupación del impacto que tiene la contaminación global en los ecosistemas marinos y, aunque hay muchos estudios de cetáceos en el mundo, en Canarias los datos eran muy escasos. Hay que ahondar más en este tema porque hablamos de contaminantes ambientales persistentes, que se transportan hacia otras zonas marinas, por lo que es importante que veamos la visión global. Los contaminantes suponen un serio riesgo para la población de cetáceos, se sabe que hay asociación entre residuos tóxicos y efectos adversos a las poblaciones, pero se necesitan estudios a largo plazo para evaluar el riesgo real toxicológico", indicó la investigadora.

La tesis doctoral se centró en el estudio del delfín mular común, al ser una población residente en las aguas canarias, y un buen bioindicador de la contaminación antrópica en las Islas. Los resultados aportan un mayor conocimiento del estado toxicológico de estos delfines en el Archipiélago, como parte de la Red Internacional de Salud de Cetáceos de la Macaronesia.

Para llevar a cabo este objetivo, se analizaron 57 contaminantes orgánicos persistentes (COPs) y 12 elementos traza tóxicos en blubber e hígado de delfines mulares varados de 1997 a 2013 y COPs en biopsias muestreadas de individuos vivos en libertad de 2003 a 2011. Las muestras de los delfines varados se tomaron del banco de tejidos de mamíferos marinos, disponible en el Instituto Universitario de Sanidad Animal (IUSA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria; las biopsias de piel fueron cogidas por la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos del Archipiélago Canario (Secac); y los estudios toxicológicos se efectuaron en los laboratorios del Servicio de Toxicología Clínica y Analítica (Sertox) en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Según indicó la investigadora, se estudió en esta especie contaminantes orgánicos persistentes, que son de origen industrial como son los bifenilos policlorados (PCB), los pesticidas organoclorados, y los hidrocarburos policíclicos aromáticos que son derivados del petróleo. "En base a los resultados obtenidos en esta tesis, el delfín mular que habita las aguas canarias está expuesto a niveles importantes de contaminantes de origen antrópico, lo que evidencia la necesidad de realizar un control permanente de la acumulación de residuos químicos en cetáceos de este área marina. En general, los niveles de xenobióticos en esta especie fueron algo superiores a aquellos encontrados en el Mar del Norte y comparables a los del océano Atlántico Occidental, algunas localizaciones en el océano Pacífico y las aguas circundantes a Reino Unido. Como era de esperar, los resultados fueron mucho menores a los observados en el Mar Mediterráneo donde los delfines mulares acumulan grandes cantidades de residuos químicos", apuntó Natalia García, al tiempo que hizo hincapié en la necesidad de futuros estudios que investiguen las posibles asociaciones entre los contaminantes y el estado sanitario para determinar el impacto real de la contaminación ambiental antrópica sobre estos animales.

Entre sus conclusiones, se comprobó que los machos adultos y los individuos más jóvenes se consideran los grupos de mayor riesgo toxicológico debido a la acumulación de xenobióticos y a la fase crítica de desarrollo de las crías, respectivamente. Y que los niveles de contaminantes fueron altamente variables entre los especímenes, excediendo algunos de ellos los umbrales tóxicos propuestos en la bibliografía consultada.

También se observó una tendencia creciente de acumulación de mercurio, triplicándose en el período comprendido entre 1997 y 2013 los niveles en los delfines mulares. "El mercurio tiene fuentes naturales, y también antropogénicas, de minería a pequeña escala, en procesos industriales... También se baraja el hecho de que las Islas Canarias están muy cerca del continente africano, y en África hay zonas donde está permitido el uso del DDT para el control de enfermedades como la malaria. Aparte, también se importa basura electrónica de países del norte a África, y hay derrames de contaminantes ilegales, que quizás esté contribuyendo a que lleguen a esta área marina. Eso, unido al legado histórico de Canarias, donde se utilizaban mucho los contaminantes en la agricultura, ha contribuido a los altos niveles detectados".

Con estos datos, la siguiente cuestión que hay que estudiar es cómo afectan estos niveles de contaminación en la salud de los cetáceos, y para ello, la doctora García apuntó la necesidad de que se promuevan estudios a largo plazo, con mayor cantidad de muestras, para poder evaluar la variable de patologías.

"Se ha visto que la exposición a los contaminantes afecta al sistema inmune, al sistema endocrino y al reproductor, y que algunos son cancerígenos... Ahora lo que hay que hacer es un buen estudio para poder asociar estos residuos tóxicos con esos efectos adversos y tener unos resultados de peso". Y añadió que "de momento lo único que hay son estudios de aproximación, al ser animales salvajes, pero no existen experimentos como con los animales de laboratorio, son aproximaciones indirectas, es decir, con células que provienen de estos animales se hacen exposiciones in vitro a contaminantes, o bien se mide en zonas de alta contaminación qué efectos adversos hay".

La situación requiere, por tanto, un seguimiento a largo plazo y desde una aproximación multidisciplinar. "Esto es una pieza más de un puzle que hay que estudiar en global para poder conectar diferentes factores y llegar a conclusiones firmes", subrayó la doctora García.

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