Tras los disturbios racistas del sábado en Charlottesville (Virginia), algunas firmas tecnológicas han declarado esta semana la guerra a grupos de odio y neonazis que utilizaban sus servicios en Internet, un paso al frente que reabre el debate sobre los límites de la libertad de expresión. Google, Facebook y otras firmas decidieron frenar la actividad de estos movimientos a través de suspensiones de cuentas o prohibiciones en su uso.