Investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) han comprobado con un ratón modificado genéticamente que es posible perder peso sin variar la cantidad de comida ingerida. En un trabajo publicado en la revista Cell Metabolism, Patricia Seoane Collazo y Noelia Martínez Sánchez, del grupo de NeurObesidade de la USC, describen por vez primera el mecanismo molecular que explica científicamente este nuevo paso frente a la obesidad.

Las investigadoras demostraron que el hipotálamo regula íntegramente el metabolismo lipídico corporal, es decir, la producción de grasas en el hígado. En el cuerpo es posible identificar grasa blanca y parda: la primera acumula tejido adiposo como si se tratase de depósitos de energía, mientras que la parda actúa como una estufa, quemando la propia grasa para producir calor y mantener la temperatura corporal. De esta forma, en un organismo obeso básicamente disminuye el gasto calórico -la capacidad de quemar grasa- al tiempo que se incrementa la masa corporal. Por lo tanto, predominaría la grasa blanca frente a la parda.

Según este estudio, las hormonas tiroideas, actuando directamente en el hipotálamo, promueven la producción de grasas en el hígado. Estas grasas son enviadas a través de la circulación sanguínea al tejido adiposo pardo, donde se queman, aumentando el gasto calórico. La grasa parda es aquella que no almacena lípidos (al contrario que la grasa blanca), sino que los quema para obtener energía que, a su vez, se disipa en forma de calor.

Para este estudio, se generó por vez primera un ratón deficiente en la proteína AMPK (AMP- activated protein kinase) en sus neuronas del hipotálamo. "La importancia de esta proteína, involucrada en los primeros pasos de la producción de lípidos, radica en su sensibilidad a cualquier variación en los niveles energéticos de la célula y el organismo", explican.

Las investigadoras corroboraron que los ejemplares genéticamente modificados en los que se eliminó la proteína AMPK presentan un menor peso corporal comparados con los ejemplares que no habían sido modificados, por una mayor activación de la grasa parda sin que se haya producido variación alguna en el volumen de alimento ingerido.

El resultado del estudio es que los animales genéticamente modificados pierden peso comiendo lo mismo. En la base de este mecanismo se encuentra la función del hipotálamo, una zona del cerebro que regula el estado energético de todo el organismo. "Las hormonas tiroideas actúan en el hipotálamo modulando diversas vías moleculares, la más importante de ellas la regulada por la proteína AMPK", explica Patricia Seoane.

Mediante diversos estudios farmacológicos y genéticos, el equipo de científicas demostró que las hormonas tiroideas inhiben la función de AMPK en una población específica de neuronas hipotalámicas. "Lo que hemos visto es que estas neuronas activan dos rutas metabólicas distintas que regulan la función del hígado y de la grasa parda, respectivamente", añade.

Estos datos explican el interés que el tejido adiposo pardo despierta como posible diana terapéutica en el tratamiento de la obesidad. Aunque Noelia Martínez y Patricia Seoane recuerdan que aún queda mucho camino por andar, el mecanismo descrito abre una nueva vía en el tratamiento de enfermedades metabólicas porque hasta ahora no existían dados que vinculasen la acción central de las hormonas tiroideas con la función hepática.

La investigación cuenta con financiación del programa Starting Grant del European Research Council y recoge las respectivas tesis doctorales de las investigadoras, dirigidas por Miguel López y Carlos Diéguez. Noelia Martínez Sánchez se encuentra desde el pasado año realizando sus estudios posdoctorales en el Instituto Gulbenkian de Ciencia de Lisboa.