La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entrevista a Leocadio Rodríguez Mañas

"El actual sistema sanitario es inútil, no responde a la demanda de la población"

"Ojalá pudieran cerrar las residencias de ancianos; proveerles de una vida autónoma y que vivan en su casa", comenta el geriatra

Leocadio Rodríguez Mañas. MARA VILLAMUZA

¿Los sistemas sanitarios que nos han servido siguen siendo útiles?

Hoy sabemos que son inútiles e ineficientes. A pesar de que el sistema de salud español es bueno, comparado con los de otros países, los sistemas de salud hoy día se han convertido en unos aparatos muy caros y escasamente eficientes. Parten de un planteamiento que es equivocado. Los problemas que hoy tiene la sociedad son diferentes a los de hace 40 o 50 años. Hoy la gente no quiere pantalones morados, sino jerséis verdes, y nuestras tiendas siguen vendiendo pantalones morados. El negocio no logra satisfacer necesidades.

Y sin embargo los hospitales están llenos.

Claro, y los almacenes estarían también llenos de gente pero que no encuentran lo que necesitan. El paciente va al hospital porque es el establecimiento de referencia. Pero no está adaptado para responder a la demanda de la mayor parte de la población. La organización del sistema es muy antigua, seguimos hablando de atención primaria, atención especialista... nadie da la solución global a un paciente que padece del riñón, de los huesos y del cerebro, y cuando sale del hospital no se ha curado. Lo que hoy predominan son enfermedades que conducen a un problema de deterioro funcional y que no se curan. Y en primaria no hay mucha conexión con el hospital. Los problemas sociales vinculados y los Servicios Sociales van por su cuenta. Es un sistema que tiene los elementos adecuados pero no se hablan entre ellos.

Propone usted entonces un cambio total del sistema.

Hace falta un cambio bastante sustancial en el que trabajemos en equipo, de forma multidisciplinar, integradamente. Es el modelo de atención que propone la geriatría. Pero muchas veces cuando hablas de mayores, el principal reto de los gestores es que no ingresen en el hospital. El problema no es quitárselos de encima. Hay modelos contrastados que dicen cómo se resuelve. En general nuestros políticos sanitarios no se atreven a poner en marcha esos modelos.

¿Por motivos económicos? ¿Recelo de los profesionales?

Por muchos prejuicios. Piensan que va a ser más caro cuando en realidad es más eficiente. Existe un miedo atávico. Todavía hay posiciones que conciben a los ancianos como consumidores de recursos, que creen que no tiene sentido prolongar la vida a alguien que ya es mayor... Hablamos de calidad de vida y hace falta transformar esos modelos teóricos para poner en marcha este tipo de actividades. Tenemos ahora mismo el soporte de la OMS, que marca los nuevos modelos de cuidados. La UE está promoviendo este modelo de atención a través de un programa de innovación sobre envejecimiento activo. Y en España el propio Ministerio de Sanidad, en 2014, aprobó un documento sobre detección y manejo de la fragilidad, que es el paso previo a la discapacidad. Pero el grado de implementación sigue siendo muy bajo. Es fundamental reformar el modelo de trabajo poniendo a la persona mayor en el sitio que precisa y requiere. No en vano es el responsable del 65-70% del gasto sanitario, ya que es el que lo necesita.

Como a la fuerza ahorcan, no va a quedar más remedio que hacer los cambios necesarios, dado el peso que tomará este segmento de la población.

Claro. Lo que pasa es que los sistemas en general responden peor cuando no se planifican con tiempo y como Dios manda.

Y al lado está también la tarea de Servicios Sociales, que actualmente se centra en la política residencial.

Sanidad y Servicios Sociales debieran de trabajar de manera conjunta. Ojalá pudiéramos cerrar todas las residencias de ancianos. Querría decir que todos serían suficientemente autónomos. Pero es utópico, siempre habrá un porcentaje que las necesitará. De todos modos, equiparar atención a personas mayores con residencias de ancianos es un error, sólo afectan a un dos por ciento de los ancianos. Y si con el resto no vamos a hacer nada, o no vamos trabajando para reducir más aún ese dos por ciento porque les proveemos de una vida autónoma con capacidad suficiente hasta poco antes de la muerte, no lo haremos bien y seguiremos centrados en hacer sitios donde poner a las personas mayores antes de la muerte.

¿Cuál es el modelo de futuro para el anciano?

Vivir en su casa. Si somos capaces de limitar los procesos de envejecimiento, de revertir los procesos a situación de autonomía, estamos haciendo lo que hay que hacer. En algunos pocos casos la cosa no irá bien, y habrá que proveer de sistemas de cuidados en función de las necesidades del sujeto. Habilitar los dispositivos en función de los problemas.

Eso exigirá un cambio de mentalidad empresarial.

Requerirá un cambio de los planificadores de Salud, de los Servicios Sociales y de los empresarios, que están ignorando un segmento de negocio tremendo. Hay muchas necesidades no cubiertas para ancianos autónomos y de discapacidad leve. Y ya hay empresas que se dedican a eso.

Igual que hasta hace poco se habló del imperio de la juventud, ¿vamos hacia el imperio de la vejez?

Planteado en esos términos dicotómicos... Pero es que no hay otra. Cuando un grupo, el que sea, supone el 20% de la población... Lo que ocurre es que la movilización de las personas mayores es muy pequeña. Culturalmente, porque veníamos de una situación de dictadura. Conforme vayamos accediendo a esas edades personas que vivimos más años en democracia seremos más exigentes. Cualquier grupo de presión social que fuese más del 20 por ciento de votantes sería imparable. Los ancianos son el 20 por ciento de la población, el 25-30 por ciento del cuerpo electoral, y no tiene capacidad de presión porque no se pone a presionar. En el momento en el que lo hagan... Por eso hay que decirles: movilícense.

Los problemas nos afectan a todos. El sistema de pensiones está en el chasis.

Hay que dar soluciones realistas. El sistema actual no es sostenible. Habrá que buscar un nuevo modelo. Los números son los que hay. Por cada dos trabajadores y medio hay un pensionista y en 15 años cada pensionista dependerá de 1,3 trabajadores. Con un sueldo se pagan tres cuartos de pensión. Y eso no puede ser.

Vamos, que hay que coger el toro por los cuernos.

No queda otra. Nadie le hinca el diente a un problema que es muy grave. A lo mejor algunas de las medidas son impopulares... pero hay que hacerlo.

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